
Es cierto que en una jornada donde el interés de los bonos a cinco años de Portugal se disparaban hasta alcanzar un 10,2%, España ha demostrado cierta tensa calma y ha mantenido el interés de su deuda a 10 años en un 5,2%.
Un hecho que tanto el Financial Times como The Guardian utilizan para justificar que nuestro país comienza de verdad a separarse del grupo de los países infectados: Grecia, Irlanda y, ahora, Portugal.
De todas formas esta situación estable dentro de la gravedad donde se demuestra cierta transparencia o "semitransparencia" sobre las necesidades fiscales de nuestro país, como afirma Nills Pratley en The Guardian, se ven empañadas con la subida de tipos que llevará a cabo el Banco Central Europeo.
Surgen dudas
La prensa internacional se pregunta si esta decisión de comenzar a endurecer la política monetaria en el Viejo Continente justo en un momento en que el gobierno de España ha elevado su previsión de paro y rebajado su estimación de crecimiento para el año que viene no encenderá la mecha para un declive del avance alcanzado por las medidas de austeridad y las reformas en mente.
The Guardian señala que una subida de tipos "ralentizará la recuperación de España", y fomentará "una UE que crecerá a dos velocidades". El rotativo señala que Jean Claude Trichet ha emprendido un camino muy peligroso ya que si fomenta aún más la diferencia entre la floreciente Alemania y la fragilidad española, "la subida de tipos podría considerarse un error en los próximos seis meses".
Los efectos de la decisión del BCE
El portal Citywire se planteaba la misma cuestión. La decisión del BCE puede borrar de golpe la inflación en Alemania pero hacer que el coste de la deuda se dispare en el resto de los países periféricos de la UE. De momento, con "medidas especiales" se ha conseguido salvar a Grecia, Irlanda y Portugal de la quema pero muchos apuntan a España como el elefante en la sala.
Algunos señalan que es demasiado ingenuo por parte de algunos mandatarios europeos pensar que España es inmune a un nuevo ataque sostenido por parte de los especuladores, por mucho que a día de hoy haya suficientes interesados en comprar nuestra deuda.