Cuenta Nouriel Roubini que el halcón voló demasiado alto, tanto que se quedó solo. El famoso economista desvela que el mismo Axel Weber le dijo durante el Foro Económico de Davos que no sería candidato al BCE y que abandonaría el Bundesbank. Al parecer, era un secreto a voces entre la flor y nata de la economía mundial. Weber ha dicho hoy que no hablará hasta que se reúna con Merkel.
Weber abandonará la política monetaria para hacer carrera en el sector privado. Así se lo comunicó a un amplio abanico de personajes en Davos bajo la excusa de que las condiciones de trabajo en el BCE eran insostenibles para él. Según relata Roubini, el economista alemán aludía al estrés de tener que cuadrar 17 puntos de vista diferentes. Y, sobre todo, a su sensación de haber sido utilizado por el gobierno alemán como moneda de cambio en las negociaciones de las medidas de rescate del euro. Weber se siente, hasta cierto punto, sacrificado.
Pero como dice el Doctor Doom, "uno puede respetar su decisión, pero sus explicaciones son poco convincentes". Weber puede aducir las razones que le parezcan para justificar su decisión de cara a la galería, pero la verdad es que él mismo saboteó y destruyó su propia candidatura. Weber lo tenía todo para ser el próximo presidente del BCE, era el elegido, pero cometió errores de bulto.
El hombre que pagó por sus pecados
De hecho, según comentan fuentes alemanas citadas por Roubini, el exceso de confianza de Weber fue su perdición. Estaba tan seguro de sus posibilidades que no reparó en las consecuencias que tendrían sus controvertidas declaraciones públicas y privadas, las mismas que le granjearon serios enfrentamientos con Trichet y otros altos miembros del BCE. El halcón pecó de exceso de dureza y, sobre todo, de falta de cintura. Siguió rígido cuando todo el mundo se tornaba flexible en un juego político de proporciones épicas.
Los errores tácticos de Weber durante la crisis financiera han sido sonados. Por ejemplo, en julio de 2008 se convirtió en la cara visible del nefasto aumento de los tipos de interés. Fue el máximo exponente de la línea dura mientras el mundo avanzaba hacia la recesión con paso firme. Cierto es que la decisión fue del BCE en conjunto, pero Weber era el máximo valedor de la decisión más discutida que jamás haya tomado el banco central.
Sin embargo, mayo de 2010 fue el punto de inflexión en la carrera de Weber, que en plena crisis de deuda y con Grecia de cuerpo presente se negó a que el BCE comenzara a comprar bonos soberanos de los estados en apuros, algo que terminó sucediendo después de que se hubiera opuesto a la medida de manera pública y notoria. Sobre el papel, Weber había ido en contra del movimiento que ayudó a salvar el euro y se había alejado del Gobierno alemán. Se había quedado solo.
En los meses siguientes la cosa fue a peor. Mientras que el BCE se comprometía a fondo con los diferentes planes de reforma de la zona del euro, Weber seguía defendiendo sus puntos de vista mientras que Alemania se iba moviendo poco a poco hacia posturas más flexibles. Weber no reparó en que el apoyo alemán a su candidatura no era incondicional y defendió que las medidas que se estaban tomando no eran las correctas porque derivarían en una pérdida de independencia del propio BCE. Si el problema era de tipo fiscal y no monetario, la responsabilidad de arreglar el problema era de los países.
Además, numerosas voces dentro de la Unión Europea han recordado en los últimos meses que Weber no es perfecto. De hecho, fue incapaz de controlar a los bancos alemanes como presidente del Bundesbank permitiendo que éstos financiaran los delirios de otras naciones. Y también se recuerda a menudo que Alemania tuvo que rescatar a algunas entidades de gran tamaño como el Commerzbank y el lamentable estado de los Landesbank, las cajas de ahorro alemanas. ¿Conspiraciones palaciegas para acabar con su candidatura?
Sacrificio en el altar del juego político
¿Hasta qué punto ha sido utilizado Axel Weber por Angela Merkel en las negociaciones de la ampliación del fondo de rescate? Esa es la pregunta que se hace el diario estadounidense The Wall Street Journal.
Weber nunca ha disfrutado de buena prensa en Francia y nunca ha sido santo de devoción del presidente Nicolas Sarkozy, muy irritado con la falta de espíritu de equipo de Weber, que incluso se atrevía a adelantar las decisiones que el BCE iba a tomar en sus siguientes reuniones. Para el presidente francés, eso era un ataque a la autoridad de su compatriota Jean Claude Trichet.
Además, la tentación de Merkel de sacrificarle en un momento en el que se busca la transformación radical de la Eurozona podría haber sido irresistible. A Weber siempre se le había visto demasiado cercano a las antiguas tesis de Merkel, pero tras el cambio de postura de Alemania su figura se hizo prescindible. La canciller habría reparado en que no tenía ningún sentido tener a un presidente constantemente enfrentado con el consejo de gobierno del BCE, ya que eso minaría la credibilidad del banco. Credibilidad que tampoco se recuperaría si Weber cambiara ahora su postura.
Al fin y al cabo, Alemania no puede controlar Europa a través del presidente del BCE, y Merkel ha visto que es más rentable concentrarse en obtener el máximo beneficio de las negociaciones políticas para la reforma de la Unión Europea. Y para eso necesita imperiosamente la ayuda de Francia.
¿Es Axel Weber algo más que un peón en un tablero de ajedrez de dimensiones políticas inmensas?, se pregunta de nuevo el Journal. La verdad es que, ahora y siempre, cuando se acerca el momento clave, incluso las piezas más grandes pueden ser sacrificadas.
El BCE, una cuestión más política que económica
En suma, este sacrificio recuerda que la política será quien determine al sucesor de Trichet. Hay que recordar que es la primera vez que se elige realmente un presidente del BCE, y de momento no hay fecha fijada, aunque se especula con que se esperará hasta el último momento, en octubre de este año.
Tanto Trichet como su antecesor, el holandés Win Duisenberg, fueron elegidos en una cumbre extraordinaria en 1998, ocho meses antes del nacimiento del euro. Duisenberg, que contaba con el apoyo de Alemania, era vetado por Francia, que finalmente aceptó su candidatura a cambio de un mandato más corto y de que fuera sustituido por Trichet.
A pesar de la importancia de la sucesión, es posible que las cosas vayan a cambiar muy poco en el BCE, ya que sus decisiones se toman por consenso. Julian Callow, economista jefe para Europa de Barclays Capital, asegura a Bloomberg que "la lección que hasta ahora extraemos de la historia del BCE es que aunque el personal pueda cambiar, la institución ha permanecido fiel a su mandato de mantener las estabilidad de los precios".