
La situación de las cuentas públicas de los Estados de la Eurozona parece ahora mismo el principal problema al que se enfrenta el Viejo Continente. Sin embargo, la visión predominante (que es la alemana) podría no ser correcta: la situación actual es la consecuencia de la crisis, no la causa.
Al menos esa es la teoría que mantiene Martin Wolf, columnista y jefe de opinión de economía del diario británico Financial Times. Wolf destaca que lo único bueno que se puede sacar del "desastre irlandés" es la conclusión de que la visión alemana de los problemas de la Eurozona está equivocada.
El columnista recuerda que Irlanda no es Grecia, y que tanto el antiguo Tigre Celta como España tenían unas saneadas cuentas públicas en 2007: la deuda pública de Irlanda era apenas del 12% del PIB y la de España era del 27%. Además, Wolf señala que si las duras normas que ahora propone Alemania se hubieran aplicado desde el comienzo del euro, tanto el país dirigido por Merkel como Francia se habrían saltado las normas más del doble de veces que Irlanda y España.
Wolf explica que Irlanda es el ejemplo perfecto de que la perspectiva "canónica" de Alemania (que los problemas de la Eurozona son la incontinencia fiscal y la inflexibilidad económica y que por lo tanto la solución es la disciplina fiscal, las reformas estructurales y la refinanciación de la deuda) queda desacreditada. Irlanda tiene una economía muy flexible y sus problemas no vienen del lado fiscal, si no de los excesos financieros. De hecho, según el articulista, el énfasis alemán en hablar de reestructuaciones de deuda ha provocado la crisis de las últimas semanas.
"No fue el sector público, si no el privado, el que se volvió loco en Irlanda y en España", mantene Wolf. ¿Las razones? El entorno de bajos tipos de interés propiciado por el BCE, causado por la débil demanda crónica de los países de Europa Central, como Alemania, hizo que los precios de los activos y el crédito explotara en algunos países de la periferia. Juan Laborda: Plan de rescate global: !Es la deuda privada!
Entonces, en 2007, llegó el "momento Minsky", según Martin Wolf. Los mercados financieros y los precios de los activos se colapsaron, y el gobierno irlandés acudió al rescate de su banca, garantizando sus deudas. La combinación de éstas con el déficit fiscal causado por la contracción del sector privado provocó una explosión del endeudamiento público, explica el columnista. "Esta calamidad es la consecuencia de la crisis, no su causa", afirma.
Aclarada la causa, ¿cuál es la solución?
Wolf recuerda que el problema de Irlanda no es la falta de flexibilidad, y que incluso sus costes laborales unitarios se han colapsado en relación a Alemania, lo que le permite, a largo plazo tener una buena oportunidad de crecimiento.
Sin embargo, a corto plazo, la caída de los salarios y precios complica aún más su problema de endeudamiento. Y este proceso empeora con la austeridad fiscal, sostiene Wolf, que recuerda que normalmente la deflación no funciona en una economía que sufre por el colapso de una burbuja en sus activos, aunque Irlanda podría conseguir salir de la crisis con sus exportaciones.
Sin embargo, "desafortunadamente", cuando estaba intentando hacerlo, la Eurozona, comandada por Alemania, decidió introducir un mecanismo de reestructuración de deuda soberana, lo que provocó que los rendimientos de los bonos de los países periféricos se disparasen, y renovando el pánico.
Y la solución que propone es algo de lo que ya se habló con ocasión del rescate de Grecia: la creación de un fondo monetario europeo que financiara el necesario ajuste. Para ello cita al profesor de la Universidad de Leuven Paul de Grauwe, que asegura en un informe para el Centre for European Policy Studies que la legitimación de la reestructuración de la deuda soberana asegura ataques especulativos.
Wolf cree que sin el soporte de liquidez, la austeridad por sí misma será incapaz de acabar con el sentimiento negativo, ya que los inversores creen imposible la promesa de más austeridad todavía, por lo que el default se convierte en inevitable, incluso aunque fuera innecesario si se pudiera emitir deuda a tipos más favorables.
La posición de Alemania refleja no sólo las convicciones de sus élites. También refleja la hostilidad de su opinión pública a los rescates, incluso aunque su objetivo sea que les devuelvan el dinero, por lo que sus demandas son inevitables. El único problema es si una unión monetaria basada en las líneas que propone Alemania puede funcionar, se pregunta Wolf.
Según él, en el mejor de los casos generaría políticas masivamente pro-cíclicas. En el peor de los casos provocará depresiones serias y defaults a otros miembros. Además, este énfasis en un ajuste deflacionario tiene un riesgo que sería un problema global: convertir la Eurozona en una Alemania gigante, que dependería de la demanda del resto del mundo; la Eurozona es demasiado grande para jugar ese papel en la economía mundial, como explica Philip White, en una investigación para el Centre for European. Simon Johnson: la crisis de la UE es la oportunidad de China.
En resumen, según Martin Wolf, el caso irlandés muestra que la vision de Alemania de cómo debería funcionar la Eurozona es errónea: "la dejadez fiscal no es el principal problema; la reducción fiscal y la reestructuración de la deuda no son las únicas soluciones. Uno no puede aprender de la historia si no la comprende".