Stiglitz, igual que el gobernador del Banco de Inglaterra Mervyn King y Paul Volcker, consejero económico de Obama, es de los que cree que los banqueros no deberían irse de rositas después de todo el dinero de los contribuyentes que han recibido para salvarse. Está feliz de que el presidente estadounidense apoye la Ley Volcker, pero cree que no ha ido lo suficientemente lejos. Y a la vez que clama castigo y control, recuerda los peligros de retirar en este momento las medidas fiscales.
El Nobel de Economía 2001, de visita en Londres, recuerda que los bancos trataron de poner "una pistola en nuestras cabezas" que advertía de que si no se les dejaba seguir por su camino de excesos "matarían la economía".
Ahora, quiere que Gordon Brown, con el que se reunió el pasado lunes, mantenga la calma, desafíe a los mercados e ignore a aquellos que quieren que empiece a reducir ya el déficit, que son prácticamente todos los que tienen algo que decir al respecto, explica el diario británico The Independent.
En lugar de eso, Stiglitz sugiere que se guarde los planes de una segunda expansión fiscal en la manga. "Siempre he sido excéptico con la idea de que el mercado es como una persona inteligente y racional con la que se puede argumentar y que tiene buenas intenciones: eso es una fantasía. Sabemos que esa persona, el mercado, está sujeto a un optimismo y un pesimismo irracionales, y que es vengativo".
Peligros de la retirada de estímulo fiscal
Es decir, este experto apela a la calma, a falta de la posibilidad de razonar con el mercado. "Lo que yo llamo fetichismo fiscal es muy peligroso. Porque hacer restricciones ahora implicaría que la economía comenzaría a caer y los mercados perderían aún más confianza, lo que llevaría a otra recesión o incluso una depresión?.
Así, una decisión de este calibre resucitaría al fantasma de la recesión de doble dígito
En lugar de eso, urge a los presidentes y primeros ministros a decirle a la oposición y a "aquellos traders de la City (de Londres) cortos de vista y de memoria" que consideren la calidad de la inversión y la rentabilidad que generará todo el gasto público que se está haciendo, señala The Independent.
Si no hay demanda, que compre el banco central
Sea como sea, Stiglitz dice que "de forma imprudente" el gobierno británico sigue estando atado a los rescates por efecto de las decisiones de las agencias de rating (que ahora especulan con la pérdida de la triple A por parte de la deuda pública del país), que tan mal lo hicieron con las calificaciones de los activos ligados a hipotecas de alto riesgo, recuerda el diario británico.
Con este panorama, más que centrarse en compañías o entidades concretas, el Nobel de 2001 considera importante que el banco central de Reino Unido "coopere" y, si por los ratings y los miedos la demanda no basta para absorber la oferta de deuda pública, se encargue de comprar el papel.