
Corrupción, fraude al Ejército estadounidense, presuntos beneficios ilegales de sus relaciones con Irán o distribuir agua y alimentos contaminados a las tropas estadounidenses destinadas en Irak. Este es el currículum que pesa sobre la espalda de Halliburton, una multinacional con presencia en más de 120 países que ofrece servicios y productos energéticos especializados esencialmente en el codiciado oro negro.
Hasta hoy, esta firma cuyos orígenes se remontan a 1919, ha tenido que lidiar con numerosas críticas de las que ha salido más o menos airosa ya que, al fin y al cabo, el actual vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, fue en su día su consejero delegado. Ahora, su mudanza a Dubai, donde espera trasladar el grueso de sus operaciones, ha sido calificada por varios analistas como un movimiento estratégico para abandonar la escena del crimen.
Halliburton pone tierra de por medio
Con varias investigaciones abiertas y tras la venta de su filial KBR (la contratista militar de la compañía, que actualmente cuenta con sede en Houston), el anuncio del traslado de su base de operaciones a los Emiratos Árabes ha sorprendido a propios y extraños. Pero si se hace un exhaustivo análisis puede determinarse que el motivo principal de Halliburton para hacer las maletas y poner rumbo a Dubai no reside en el mero hecho de que la firma energética quiera ampliar miras en Oriente, como bien ha publicitado su actual consejero delegado, David Lesar.
Pese a que Halliburton continuará teniendo presencia a este lado del mundo, el traslado de su sede oficial fuera de las fronteras estadounidenses le facilitará tener que enfrentarse a las investigaciones federales y fiscales que actualmente pesan sobre la compañía en EEUU. La estructura de la firma, que cuenta con más de 143 subsidiarias a lo largo de todo el mundo, ha permitido que Halliburton mantenga negocios con el Gobierno iraní o ha propiciado que la empresa evite pagar beneficios a sus antiguos empleados. Muchos apuntan a que esta maraña de subcontratas también ha fomentado que la compañía evite cumplir con sus obligaciones fiscales, en especial, desde que su trabajo se ha visto lucrativamente desbordado desde el comienzo de la guerra de Irak o tras el azote del huracán Katrina en el Golfo de México.
Sobornos en Nigeria
Su traslado a los Emiratos Árabes también haría más difícil para las autoridades federales seguir investigando los presuntos sobornos que Halliburton ha realizado al Gobierno de Nigeria. Según se ha dado a conocer, Lesar -que antes de convertirse en consejero delegado de la compañía supervisaba la contabilidad de la misma-, fue el encargado de controlar las cuentas de Albert Jack Stanley, presidente del consejo de administración de KBR, cuando la constructora de Halliburton fue formalmente acusada de sobornar hasta en cuatro ocasiones al Gobierno nigeriano. Posteriormente, Stanley fue despedido tras descubrirse que recibió cerca de cinco millones de dólares por su participación en dicha trama. El 8 de septiembre de 2004, el diario Dallas Morning News publicaba que "el vicepresidente Cheney estaba al mando de Halliburton cuando al menos uno de los pagos sospechosos tuvo lugar".
Un gran detalle a tener en cuenta cuando se habla de la mudanza de Halliburton es que EEUU no cuenta con un tratado de extradición con los Emiratos Árabes, por lo que en caso de que se descubrieran futuros escándalos que salpicaran a sus principales ejecutivos, éstos no se verían obligados a comparecer ante la Justicia estadounidense.
Con lupa
Para Charlie Cray, director del Centro de Política Corporativa, "dadas las numerosas investigaciones que pesan sobre Halliburton, los legisladores deberían mirar con lupa este último movimiento de la compañía para determinar si le permitirá seguir cometiendo abusos financieros". "Además, esto pone de manifiesto la inminente necesidad del Congreso de no beneficiar con contratos federales a las compañías que no cumplan la ley o evitan pagar sus impuestos", añadía.
Muchos expertos coinciden en resaltar que, gracias a las tecnologías actuales, no tiene mucho sentido que una multinacional estadounidense mueva físicamente su sede fuera de las fronteras del país, a no ser que se quiera evitar el hecho de tener que rendir cuentas al fisco norteamericano.
Dubai es un paraíso fiscal en el que las compañías no deben pagar impuestos corporativos ni laborales. Aunque Halliburton siga registrada en EEUU, la empresa puede exigir que gran parte de sus beneficios sean sometidos a las leyes fiscales de los Emiratos Árabes.
Grandes beneficios
Las sospechas sobre Halliburton no han hecho más que florecer en los últimos tiempos. Curiosamente, la compañía registró el año pasado un beneficio récord de 2.300 millones de dólares, una cifra que casi iguala los 2.700 millones de dólares con los que el Pentágono piensa que la empresa ha sobrevalorado sus servicios en Irak. Coincidencias a un lado, muchos miembros del Congreso ya han exigido explicaciones para determinar por qué Halliburton quiere poner rumbo a Dubai.
"¿Está intentando huir de su mala fama, evadir impuestos o quieren fortalecer sus lazos con Irán?", se preguntaba el senador demócrata Byron Dorgan. Para otros senadores, como el liberal Patrick Leahy, esto supone "un insulto para los soldados norteamericanos, así como para los ciudadanos estadounidenses que cumplen con sus obligaciones fiscales".
La gallina de los huevos de oro
Ya lo dijo hasta el propio Osama Bin Laden en unas declaraciones aparecidas en abril de 2004: "La guerra en Irak está beneficiando a las principales compañías estadounidenses con miles de millones de dólares". Los primeros contratos obtenidos por la multinacional en Irak han acumulado más de 13.000 millones de dólares en ventas hasta la fecha en la que comenzaron a expirar, allá por 2006. Pero las operaciones logísticas en la zona ofrecen un margen de beneficios algo bajo para la compañía si se compara con su negocio energético.
En 2003, la media de este margen rondaba el 2 por ciento y este año ha bajado hasta el 1,4 por ciento. Aun así, los contratos en Irak comenzarán a ser rentables cuando el Departamento de Defensa de EEUU comience a rembolsar los costes que en un principio se creyeron "inflados" y que para muchos no dejan de ser un abuso.
Por su parte, KBR cuenta con contratos en la zona por un valor aproximado de 18.000 millones de dólares, incluyendo el conocido como Programa para Restaurar el Petróleo Iraquí, valorado en 7.000 millones de dólares. Con todo, la Agencia Auditora de los Contratos de Defensa otorgados por el Pentágono determinó en 2005 que existían costes sin probar por 108 millones de dólares mientras que aseguraba que todavía quedan muchos cabos sueltos en lo que a Halliburton se refiere.
Algo no cuadra
Pero ¿cómo una compañía con tantos problemas es capaz de seguir sumando contratos federales? Muchos señalan el factor de que el vicepresidente Cheney fuera consejero delegado de Halliburton hasta bien entradas las elecciones presidenciales que tuvieron lugar en el año 2000, fecha en la que abandonó su cargo con un paquete de beneficios que alcanzó los 34 millones de dólares.
El problema es que el lazo de unión entre Dick Cheney y la multinacional no ha terminado de romperse, algo que hoy en día sigue creando un deliberado conflicto de intereses. En 2004, ya como vicepresidente, Cheney recibió un pago de 398.548 dólares. Además, el ojo derecho del presidente Bush cuenta con stock options en Halliburton por valor de ocho millones de dólares.
Comida contaminada
Por supuesto, la polémica sobre los servicios ofrecidos por Halliburton y su subsidiaria KBR en Irak ha dejado mucho que desear. Así, una de las polémicas con más repercusión en el Capitolio ocurrió en 2005 cuando se determinó que la compañía ofrecía comida y agua contaminada en diversos campos militares de la zona.
Especialistas como Ben Carter y Ken May no dudaron en afirmar a la organización Halliburton Watch, que vigila de cerca cualquier mala práctica que pueda llevar a cabo la compañía, que la empresa era consciente que exponía tanto al personal civil como al militar al consumo de agua contaminada del río Eufrates. Un correo electrónico filtrado desde KBR aseguraba que "probablemente durante más de un año el nivel de contaminación del agua en uno de los campamentos militares doblaba el considerado mínimo para el consumo".
Próximo objetivo: Irán
En 2004, Halliburton recibió una llamada de atención por parte del gran jurado que investigaba los posibles lazos de unión entre la compañía americana e Irán, un país calificado por el propio George Bush como instigador del terrorismo. Ya desde el año 2001, la Oficina de Control de Intereses Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de EEUU investigaba la posible existencia de relaciones empresariales entre Halliburton e Irán.
Cuando el caso llegó al Departamento de Justicia de EEUU a comienzos de julio de ese mismo año se descubrió que Halliburton no había cometido ningún delito, ya que las leyes estadounidenses no prohíben a los subsidiarios extranjeros de una compañía norteamericana mantener relaciones empresariales con Teherán.
En este caso, a través de una investigación llevada a cabo por el programa de televisión 60 Minutos se descubrió que entre la rebuscada red de subsidiarios de la compañía, uno de sus colaboradores en las Islas Caimán fue el encargado de firmar contratos con Irán por valor de 63 millones de dólares.
Algunos analistas sospechan que quizás su traslado a Dubai fomente sin trabas políticas un mayor acercamiento entre Halliburton e Irán, algo que podría poner en un serio conflicto de intereses a esta polémica compañía que ahora comienza una nueva etapa.