
Rien ne va plus. Con retraso con respecto a otros años y a punto de expirar el ejercicio, el presidente del Gobierno ha presentado hoy el Informe Económico 2009 ante la mirada complacida del presidente de la patronal y la ausencia de los principales líderes sindicales. La diferencia entre su intervención de hoy y otros días ha sido su optimismo tajante: ¿qué pasará si esa recuperación "inminente" que ha anunciado no llega?
La intervención presidencial ha ofrecido escasas novedades conceptuales: ZP ha exagerado el papel del Gobierno en la reducción de los efectos más negativos de la crisis y ha incluido, por primera vez, unas previsiones positivas explícitas altamente comprometedoras para quien las he emitido, quien ha querido salir así al paso de los malos presagios de la empresa de rating Standard & Poors.
La opinión presidencial sobre el desarrollo de la crisis era conocida, y se puede aceptar que las medidas de aplicación de incentivos fiscales al sistema financiero y de estímulos a la actividad en determinados sectores muy golpeados por la recesión han evitado males mayores y han impedido que la tasa de paro haya rebasado ya el 20%.
España "volverá a crecer y de forma inminente"
Lo más llamativo ha sido sin embargo su tajante afirmación de que, gracias a las actuaciones gubernamentales, la economía española "volverá a crecer y de forma inminente". Tan tajante que cualquier observador puede ver que esa rotundidad sólo abre dos posibles vías de futuro inminente: o la recuperación se adelantará a lo esperado en España o Zapatero acaba de quemar su último cartucho de credibilidad "económica" ante la opinión pública.
¿Y el mercado laboral?
Ciertamente, este pronóstico no significa que vaya a crearse empleo inmediatamente: "el objetivo de ese crecimiento es volver a crear empleo cuanto antes", ha dicho tan sólo Rodríguez Zapatero. Y es que, como se sabe, nuestro sistema económico únicamente crea empleo neto cuando el crecimiento es superior al 2 ó 2,5% anual.
Pero claro, se trataría de una victoria pírrica: que, al menos, el PIB diera una clara muestra de recuperación en el primer trimestre sería -ese sí- el principio del fin de la pesadilla de la crisis.
Pero puede darse -¿se dará realmente?- la aparente paradoja de que podamos crecer largo tiempo -incluso todo el ejercicio 2010- sin crear un solo puesto de trabajo. De ser así, el desgaste del Gobierno será importante, aunque todavía, con el calendario en la mano, el partido gubernamental tenga por delante todo 2011 para tratar de recomponer los platos rotos.
Pese a que la previsión presidencial parece arriesgada ha encontrado cierto eco hoy: algunos agentes económicos privados han secundado el optimismo de ZP, que lógicamente también manifiestan con más o menos alarde los expertos cercanos a Moncloa.
Todos sabemos sin embargo que no se puede descartar una evolución de la coyuntura en dientes de sierra, es decir, un ascenso con pequeñas recaídas.
¿Aprobado por sorpresa?
Pero, centrémonos sólo en el análisis político: lo que es innegable es que el suspenso al presidente del Gobierno -como se ha materializado en todas las encuestas- es tan rotundo que no deja lugar a dudas. Al menos, hasta hoy. Y es que una predicción acertada y tan positiva serviría para restablecer, aunque fuera en una mínima parte, su imagen pública.
Si la recuperación es tan "inminente" como anuncia Zapatero, además, no sería descabellado suponer que el final de 2011, como se decía, puede ser más que decente a nivel de indicadores económicos y, por lo tanto, revalidarle en La Moncloa. Algo que hasta hace poco podían poner en duda hasta sus más allegados.
Por lo tanto, no es descabellado decir que Zapatero hoy se juega su último cartucho de credibilidad económica. De no materializarse, los titulares a tres meses vista serán espectaculares, sobre todo de los medios menos afines -y seguramente todos utilizando la palabra "inminente"-. En un momento de crisis como el actual, esas palabras han sonado casi a promesa y ha dejado a Zapatero en una clara escenificación de un órdago a la grande en vivo y en directo.
Eso sí, quien mucho arriesga, mucho tiene por ganar. Y si hay recuperación por 'sorpresa', la misma podría no ser sólo económica.