
Los empresarios españoles no se quejan de vicio, y cuando aseguran que están perdiendo competitividad, tienen razón. Una de las razones, de las que siempre se quejan, son los impuestos que tienen que pagar, porque no son sólo las cotizaciones a la Seguridad Social, sino hasta los tributos que gravan su actividad son de los más altos de Europa.
En concreto, el tipo de gravamen del Impuesto de Sociedades es el quinto más alto de la Europa de los Veintisiete, sólo por detrás de Malta (35%), Francia (34,4%), Bélgica (34%) e Italia (31,4%). España aplica un 30%.
Pero eso no es todo. Si se analiza la evolución de este impuesto desde 2000 se confirma que España ha sido uno de los pocos que han mantenido el tipo invariable de gravamen de este tributo en el 30%.
El resto, a excepción de Hungría que del 19,6% en 2000 ahora cuenta con un 21,3% y de Malta que lo ha mantenido en el 35%, han decidido reducirlo, evidentemente, para amortiguar los efectos de la crisis. Entre los recortes más llamativos, Alemania, que en 2000 tenía el tipo de gravamen de este impuesto en el 51,6%, lo ha reducido al 29,8% desde 2008. O Grecia que también tenía uno de los tipos más altos en 2000 (40%) hace nueve años.
En muchos de los países de la Europa a Doce se ha bajado este gravamen entre uno y dos puntos. Pero lo más llamativo es lo que está ocurriendo en los países del Este. La UE-27 marca un tipo de gravamen medio del 23,5% y, pese a ello, resultan significativas las reducciones que se han aplicado en nueve años. Así, el caso de Polonia, una de las economías más fuertes en ese área, en 2000 contaban con un tipo del 30%. Este año el Impuesto sobre Sociedades polaco se ha situado en el 19%. Y no es el único. En Bulgaria ha pasado del 32,5% (2000) al 10% (2009). Precisamente Bulgaria y Chipre cuentan con el tipo más bajo: 10%.
El último estudio del Instituto de Estudios Económicos (IEE) lo confirma: el promedio europeo ha pasado de un 35,3% en 1995 a un 31,9% en 2000 y alcanza un 23,5% en 2009.
Por este motivo, y dado que nuestros más directos competidores cuentan con un tipo inferior, además de todos los países del Este, el IEE cree que se debería reducir en cinco puntos "por lo menos" el tipo general del Impuesto de Sociedades como mecanismo para recuperar la inversión, favorecer los flujos de autofinanciación y reducir la desventaja competitiva existente frente a otros países que gozan de una fiscalidad "razonable".