Economía

Fórmulas de éxito para frenar el paro

Un trabajador, antes de perder su puesto de trabajo, ¿aceptaría una rebaja de jornada, aunque fuera en detrimento de su sueldo? ¿Y si el Estado compensara parte del salario y de los gastos que tiene la empresa para mantener a los empleados? ¿Esto no sería más eficaz que pagar más de 36.000 millones de euros sólo en prestaciones de paro y subsidios, como es el caso de España?

Algunos países de la Unión Europea así lo creen y, por ello, han tomado una serie de medidas dirigidas a mantener el empleo en lugar de sustentar parados. Entre ellos, se han creado dos vertientes. Una, encabezada por Alemania, en la que el Estado compensa con ayudas públicas la reducción de la jornada laboral tanto para los trabajadores como para la empresa. Y otra, siguiendo el ejemplo de Reino Unido, en la que también se rebaja el número de horas trabajadas y, por tanto, el salario, pero donde no hay ayudas estatales. En esta última, el mercado laboral es lo suficientemente flexible para adaptarse a los picos de producción y a las distintas coyunturas económicas. Los horarios laborales se pueden reducir o ampliar gracias a la fluidez que existe en el diálogo interno de la empresa.

Otros países como España, Irlanda, Italia o Portugal se han mantenido al margen de estas medidas. Y el resultado de no haber llevado a cabo ningún plan de contención del empleo se refleja en las pérdida de puestos de trabajo que registran. Destaca España, que con una tasa de paro del 18,9 por ciento en el segundo trimestre de 2009, lidera el ranking de desempleo de la Unión Europea, algo que demuestra la rigidez de su mercado laboral. Por el contrario, Alemania o cualquiera de los países nórdicos padecen tasas de desempleo inferiores a la media de la UE.

Adaptarse o morir

La primera potencia exportadora del mundo, Alemania, registró una de las caídas más acuciadas del PIB en el primer trimestre de 2009 (un -3,8% en tasa trimestral). Un desplome tan severo en la actividad económica suele reflejar una destrucción de empleo de forma casi inmediata. Pero éste no fue el caso. El número de parados en Alemania alcanzó los 3,5 millones, un 7,7% en tasa de paro, en el segundo trimestre de este año.

No obstante, para conseguir que el desempleo no se desbocara, el Gobierno de Angela Merkel aprobó un paquete de iniciativas que lo contuvieran. La más eficiente ha sido, sin duda, la llamada Kurzarbeit o reducción de jornada. Las empresas que hayan perdido más del 10% de sus ingresos mensuales pueden solicitar una reducción de jornada compensada con ayudas públicas. La Agencia Federal de Ocupación abona parte del salario reducido a los trabajadores y una proporción de las contribuciones sociales. Así, aunque el asalariado pierde una parte de su sueldo, se garantiza la conservación del puesto de trabajo y, por tanto, no se deprime el consumo por el aumento del paro.

Por ahora, 1,5 millones de trabajadores han reducido su jornada gracias a la medida, lo que equivale a 450.000 empleos a tiempo completo que se hubieran destruido con la crisis.

Las previsiones estatales apuntan que este año dos millones de trabajadores reducirán sus horarios, por lo que el Gobierno destinó para este fin 2.100 millones de euros.

Hasta 24 meses de jornada reducida

Aunque Alemania ha contenido el desempleo, las críticas hacia este sistema no se han hecho esperar. Las últimas vinieron desde la vicepresidenta económica del Gobierno, Elena Salgado. En el Ecofin celebrado en Gotemburgo (Suecia), Salgado afirmó que esta medida no sólo supone un coste importante, sino que su eficacia es limitada en el tiempo y el efecto quedará eliminado cuando se supriman las ayudas estatales.

Es cierto que el impacto de la medida se desvanecerá en el momento en el que Angela Merkel suprima la ayuda, pero por ahora la ha prorrogado de 18 meses iniciales que la empresa puede solicitar reducción de jornada hasta 24 meses, a la espera de que la economía se reactive. De hecho, los primeros signos de recuperación se hicieron evidentes en el segundo trimestre del año, cuando se registró un crecimiento económico del 0,3% en tasa trimestral.

En cuanto al coste, la medida es cara según con qué otra se compare. La única propuesta en España que ha tenido un impacto directo en el empleo fue el Fondo Estatal de Inversión Local, dotado con 8.000 millones de euros. Esta inversión sirvió para mantener 420.000 empleos, sobre todo en la construcción y de forma muy temporal. Tanto es así que el empleo creado en marzo, abril y mayo gracias al FEIL se destruyó entre los meses de agosto y septiembre, en los que se perdieron más de 200.000 puestos de trabajo.

Francia también apuesta

Otro país que también ha apostado por la reducción de la jornada laboral es Francia. En el país galo, el Estado también compensa tanto al empleador como al empleado en materia retributiva. Al mismo tiempo, los franceses han realizado un plan para fomentar el trabajo a tiempo parcial, en el que el trabajador puede beneficiarse de una parte de la prestación de desempleo para garantizar que los ingresos de los hogares no caigan en picado.

Pero esas no han sido las únicas medidas que el país galo ha puesto en marcha. Con el objeto de fomentar la contratación, el Gobierno de Sarkozy aprobó a finales de 2008 un nuevo contrato exclusivo para la pequeña y mediana empresa, las principales generadoras de empleo. El contrato contempla fuertes bonificaciones a la contratación, que alcanzan hasta el cien por cien del coste de las cuotas sociales.

Por otra parte, en Reino Unido también se han realizado reducciones de jornadas... pero sin la ayuda estatal. En este caso, las empresas se han puesto de acuerdo con los sindicatos para rebajar el número de horas y el monto salarial. La única desventaja de este sistema es que se reduce el poder adquisitivo de los asalariados. Además, en algunos sectores, como el de la siderurgia, los sindicatos han aceptado reducciones de sueldo para los ocupados de hasta el 10%.

España, al margen

En cuanto a España, la reducción de jornada se está usando todavía menos que en la crisis de 1993. Por una parte, los sindicatos rechazan una reducción del horario y por tanto del sueldo para mantener el empleo de forma generalizada y tan sólo en ocasiones muy concretas, como en el acuerdo de Audi Barcelona para obtener la fabricación del Q3, o en las negociaciones de Renault de Valladolid.

Por su parte, el Gobierno no ha dispuesto ningún tipo de medida para mantener el empleo ya existente. La propuesta más parecida a la reducción de jornada que el Gobierno ha puesto en marcha es la bonificación del 50% en las cotizaciones en los Expedientes de Regulación de Empleo de carácter temporal. La diferencia estriba en que esta ayuda, que suspende el empleo totalmente durante unos meses -seis como máximo- tan sólo se pone en marcha cuando la empresa sufre pérdidas que justifiquen que la autoridad laboral apruebe el ERE. Por tanto, está dirigida claramente a que las listas de desempleo no aumenten y no a mantener el empleo ni a ayudar a la empresa, que ya no ingresa tantos beneficios, a mantenerse a flote.

Mejor con menos cuotas

La reducción de las cotizaciones para aminorar las cargas económicas de las empresas ha sido una medida generalizada en casi todos los miembros de la Unión Europea. Desde países con mercados laborales totalmente estables y flexibles como Finlandia o Austria a Estados algo menos transigentes como Francia, Portugal o Alemania.

Por supuesto, España se ha quedado fuera de esta lista. El Ejecutivo ignoró la exigencia de los empresarios españoles que solicitaron una reducción de cotizaciones para fomentar la actividad y el empleo y ganar en competitividad empresarial. Lo único que ha aprobado el Gobierno son multitud de bonificaciones dirigidas a las nuevas contrataciones, de las que el propio ministro de Trabajo dijo que han de revisarse porque no incentivan la realización de nuevos contratos. Y es que ahí se encuentra el problema.

Mientras el resto de países de la UE se ocupa de evitar la destrucción de empleo y de facilitar las condiciones a las empresas para que funcionen de forma solvente, el Ejecutivo español intenta desinflar la lista del paro con incentivos a la nueva contratación, pero no mantiene los puestos de trabajo con ayudas que rebajen los costes a esas empresas.

El coste del desempleo

Dado que el número de desempleados ha aumentado en los últimos meses de forma considerable, algunos Gobiernos han incrementado la cuantía de las prestaciones. Es el caso de Francia, Reino Unido, Portugal o España.

Esta medida, que sirve para mantener la demanda interna, no se puede aplicar de forma aislada, como lo ha hecho España. En Reino Unido, por ejemplo, existe una fuerte personalización del itinerario de búsqueda de empleo de los desempleados. En Alemania se obliga a los parados a aceptar ofertas de trabajo razonables para no perder el subsidio. Y en Francia se ha puesto en marcha un seguimiento personalizado de los desempleados, que según expresó el presidente francés, Nicolas Sarkozy, "es menos caro que tener a gente en el paro indefinidamente".

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