
Para la rezagada España, un eventual endurecimiento de la política monetaria cercenaría las expectativas de recuperación económica y provocaría una mayor absorción de recursos por la deuda y su servicio.
Es un hecho que España está más rezagada en la recuperación que las potencias económicas centrales de la eurozona. No sólo Alemania y Francia, sino Portugal y Grecia han entrado ya en territorio positivo en el segundo trimestre del año. En este contexto, un posible recalentamiento en el núcleo duro de la eurozona podría provocar medidas de contención por parte del Banco Central Europeo ( BCE) que afectarían de distinta manera a los países, según el grado de acercamiento a las pautas marcadas por Alemania y Francia.
Dos posibles estrategias
Jean Claude Trichet y sus cerebros de Fráncfort tienen a su disposición dos baterías de mecanismos para atemperar un eventual impulso de la economía. Podría comenzar a drenar el inmenso embalse de liquidez, que medida en términos de préstamos netos a entidades de crédito alcanzaba a finales de agosto los 568.000 millones de euros o comenzar a actuar sobre los tipos de interés. Como ambos mecanismos no son excluyentes, podría utilizar ambas bridas simultánea o alternativamente.
Si la solución, todavía no decidida, fuera actuar sobre los tipos de interés, el escenario para España no sería nada favorable, aunque en estas circunstancias se produce una variable que puede mitigar algo los efectos negativos. Nos referimos a la evolución de los precios, que se mueven todavía en tasas negativas, debido al llamado efecto base, pese a que, en realidad, los precios en España están creciendo y la inflación subyace de manera más intensa.
Renta disponible
El crecimiento de la economía española tardará en equipararse al ritmo del núcleo de la Unión Monetaria si se interfieren medidas que constriñan la demanda. Por ejemplo, la subida real del Impuesto sobre la Renta, para las rentas del trabajo, que el Gobierno no reconoce, mediante la eliminación de la deducción general de 400 euros; asimismo, la subida del IRPF en las rentas de capital. El efecto de la subida del IVA es aún más evidente, aunque no inmediato.
La eventual subida de tipos produciría en la economía de las familias una transmisión inmediata tanto en el crédito al consumo, como el crédito hipotecario, frenando por esta doble vía la capacidad de gasto o la renta disponible de las familias, justo ahora que ha tenido una recuperación vigorosa por tres factores, el frenazo al consumo, el menor peso de la imposición directa y la propia evolución bonancible, hasta ahora, de los tipos de interés.
Este martes, el secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, señalaba entre los mayores riesgos de desequilibrio de las previsiones del Gobierno está el que se produzca "una subida de tipos de interés excesivamente pronto o rápida, que podría afectar tanto a la recuperación de la demanda privada de inversión y consumo, como al comportamiento del sistema financiero".
Repercusiones directas
Hay, por tanto, dos ámbitos en los que la subida de tipos podría dar al traste con los precarios equilibrios económicos.
En el dominio de las familias y las empresas, la subida de tipos afectaría directamente al consumo privado (cuyas perspectivas no son optimistas ni para el Ejecutivo) en términos de yugulación de expectativas. Por lo que se refiere al crédito hipotecario, aunque se tratara de una subida de tipos pausada y moderada, por un lado, obligaría a desviar renta disponible otra vez hacia el pago de las cuotas, quitándoselo al consumo y, por otro lado, contraería la demanda nueva en el sector inmobiliario, frustrando las leves expectativas de recuperación que se puedan advertir.
Y aquí, la eliminación de la desgravación fiscal por adquisición de vivienda, que entrará en vigor el primero de enero de 2011, y que debería actuar como revulsivo para las familias que estén en trance de adquirir una vivienda lo hagan en 2010, tropezaría directamente con la subida de los tipos de interés, que se transmitiría de forma inmediata al euribor y al resto de indicadores de referencia en el mercado hipotecario, con un efecto inhibitorio.
Zozobra empresarial
La influencia de una eventual subida de tipos por parte del Banco central Europeo afectaría de lleno a la maltrecha economía industrial. Si uno de los signos definitorios de la crisis económica actual ha sido la constricción del crédito por culpa de la virulencia de la crisis financiera, ¿qué efecto cabría suponer de una eventual subida de tipos?
Sabido es que la banca de todo el mundo ha utilizado para restituir sus referencias de solvencia las generosas políticas de los bancos centrales para introducir liquidez en el sistema financiero. Con estos recursos y una subida de tipos, los bancos pueden encontrar una ocasión única para obtener una rentabilidad enorme, puesto que han tomado recursos a tipos entre cero y 1%. Un shock de oferta de crédito sería un lance peligroso, sobre todo para la inflación.
Del mix resultante entre tipos más altos y abundancia de crédito estimulado por éstos, podrían derivarse beneficios para las empresas, tener un resultado neutral y, ocasionalmente, podrían tener un efecto negativo.
"No es fácil adivinar el impacto que tendrían unos tipos de interés más remunerativos, asegura un tesorero bancario. Las entidades están muy escamadas, ha crecido la morosidad, tanto de las familias como de las empresas, y lanzarse a dar crédito nuevo en busca de una rentabilidad alta puede ser muy arriesgado".
¿Y el sector público?
Por último, pero no menos importante, el impacto de una subida de los tipos de interés en el sector público sería también muy negativo. Con el elevadísimo endeudamiento actual, que empeorará todavía en 2010, hasta alcanzar, en términos de deuda pública hasta el 62,5% del PIB, una subida de tipos tendría un efecto rápido porque el Gobierno está utilizando preferentemente para financiarse los instrumentos a corto plazo, como las letras.
Un nuevo aumento del servicio de la deuda supondría, directamente, un encogimiento de los ya limitados recursos disponibles, salvo nuevos endeudamientos adicionales.
Por otro lado, sería mucho más difícil mantener el consumo público como tractor de la demanda interna, que forma parte del cuadro macroeconómico del Gobierno. Problema de la crisis en general, pero también específico de una España rezagada en la recuperación.