Economía

Bruselas mira a Asia y América Latina en busca de nuevos socios comerciales

  • Quiere un acuerdo con México y Mercosur este año y aborda a India e Indonesia
El presidente del Consejo UE, Antonio Costa, el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
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Mercosur, México, India, Indonesia o Malasia. En un momento en el que las relaciones comerciales de la UE con su socio tradicional, Estados Unidos, no ofrecen las garantías de estabilidad y equilibrio que busca, Bruselas explora nuevas alianzas que permitan abrir nuevas puertas. En este contexto, el segundo mandato de Ursula Von der Leyen al frente de la Comisión Europea tiene como objetivo sellar acuerdos de libre comercio con nuevos socios antes de final de año. Y el bloque comunitario mira a América Latina y a Asia.

Uno de los puntos en los que la Comisión Europea ha puesto en el punto de mira es una alianza con el grupo de doce países del transpacífico, que incluye Japón, Canadá, Australia, Singapur, Chile, Nueva Zelanda, Vietnam o México. La jefa del Ejecutivo comunitario ponía sobre la mesa, tras la última Cumbre de líderes de la UE, en junio, la posibilidad de crear una alternativa a la Organización Mundial del Comercio (OMC) con estos países, que se articularía como algo voluntario a través de una "cooperación estructurada". Una decisión que podría impulsar un cambio en el orden del comercio mundial y permitiría esquivar la parálisis de la OMC.

Más allá de esto, otra de las conversaciones más recientes se plasmó, este mismo julio, con Indonesia. Ambas partes quieren cerrar un acuerdo comercial que permita garantizar un acceso libre de aranceles a la UE sobre productos indonesios. En este diálogo hay que salvar puntos de inflexión como los productos derivados del aceite de palma, que van en contra de las políticas comunitarias contra la deforestación.

Hay dos acuerdos más avanzados, el acuerdo con Mercosur y el acuerdo con México. Aunque esto no exime de dificultades para cerrarlos. El primero de ellos, que cuenta más de dos décadas de negociaciones, continúa generando el rechazo del sector agrícola, con la posición especialmente contraria de Francia. Un acuerdo de libre comercio con Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay permitiría la entrada de productos agrícolas y ganaderos a la UE que no han cumplido los mismos estándares de producción, lo que pone a la producción local en serias dificultades.

Los líderes de la UE apremiaban, el pasado junio, a zanjar lo más rápido posible el acuerdo con Mercosur. El Elíseo reclama disposiciones adicionales que permitan proteger al campo de una posible afluencia de carne sudamericana. Unos requerimientos que la Comisión Europea está tratando de satisfacer para poder cerrar, antes de final de año, con el respaldo de los Veintisiete. Las salvaguardas afectarían al volumen y precios de la carne de ternera, pollo y azúcar.

Pero Bruselas trabaja en otros frentes. El acuerdo de libre comercio con México, para el que también se pretende un cierre antes de finales de año, está pendiente, en parte, de la evolución de las relaciones con Washington. En ambos sentidos. La UE es el segundo mayor inversor en el país, después de EEUU y el bloque comunitario importa principalmente servicios de viajes y transporte, así como telecomunicaciones y servicios de información. Las conclusiones de las negociaciones se zanjaron en enero y se espera, ahora, que se ratifiquen antes de final de año.

Tras esta primera ronda de alianzas, Bruselas aborda, ahora a otros socios como Canadá, Emiratos Árabes o Nueva Zelanda. La Comisión Europea iniciará pronto conversaciones sobre un acuerdo de libre comercio con el que es el actor más importante en la región del Golfo Pérsico, Abu Dabhi. Se centrarán en acuerdos en energías limpias y materias primas. Dos puntos que Bruselas también explora para el acuerdo con Sudáfrica que empezaba a negociar el pasado marzo.

Lo cierto es que la invasión militar rusa de Ucrania supuso para la UE una gran lección: la necesidad de diversificar sus rutas de suministro, especialmente si afectan a bienes críticos, como en ese caso los hidrocarburos. La tensa relación entre Washington y Bruselas desde la llegada del republicano Donald Trump a la Casa Blanca, traía reminiscencias de esa crisis. El que otrora fue el principal socio comercial de la UE, se convierte en una fuente de incertidumbre e inestabilidad a golpe de anuncio de aranceles comerciales.

Es por ello que, si la UE ya había puesto en marcha una estrategia para afianzar nuevos socios comerciales, la escena que se deriva de Washington no hace sino acelerarla. Tampoco ayuda la incertidumbre que llega desde Pekín. La relación se ha ido tensando en los últimos años ante unas prácticas comerciales que el Ejecutivo comunitario ha tildado de injustas, lo que ha llevado a aranceles y sucesivas investigaciones sobre sectores sensibles.

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