Economía

Un choque diplomático con China amenaza a la ciudad japonesa de los panda con la ruina económica

  • Shirahama vive desde hace 30 años de los panda, pero todo va a cambiar
  • China ha retirado el acuerdo y reclamado los últimos animales que mantenía
  • El apoyo a Taiwán, posible detonante del fin de la 'diplomacia del panda'
Estación 'panda' de Shirahama, Japón. Foto: Alamy

La entrada a la urbe japonesa de Shirahama es toda una declaración de intenciones: 'ciudad panda', se lee en el cartel que lleva 30 años recibiendo a cientos de miles de visitantes que acuden al lugar para ver de cerca a los carismáticos osos blancos y negros. Sin embargo, las cosas están a punto de cambiar drásticamente: los animales han sido reclamados por China, país que se los cedió allá por 1994, y la explicación parece estar en un encontronazo diplomático.

En otro tiempo fue famosa por los onsen -las aguas termales de origen volcánico típicas de Japón-, considerados los más antiguos del país. Pero la fiebre por estos baños tradicionales mermó hacia finales del siglo XX y la ciudad se reinventó en 1994, cuando recibió los dos primeros pandas cedidos por China -Youhin y Eimei-, las estrellas del zoológico local y nuevo reclamo turístico de la ciudad. Los cuatro osos que viven actualmente en Shirahama -Rauhin, de 24 años, y sus hijas Yuihin, de 8, Saihin, de 6, y Fuhin, de 4- son de una generación ya nacida en el pueblo pero siguen perteneciendo a China.

El acuerdo de los panda existe entre China y varios países -incluso EEUU- y es en una muestra para fortalecer los lazos comerciales. En general, los pandas se prestan por periodos de 10 años pero si algún cachorro nace en zoológicos extranjeros, estos han de ser devueltos a los cuatro años. Ahora, el gigante asiático, ha puesto fin al acuerdo y ha solicitado la devolución de los cuatro animales. Aunque no hay explicación oficial, algunos expertos apuntan a que el final de la 'diplomacia del panda' podría explicarse en el alcalde elegido por la ciudad el año pasado, Yasuhiro Oe, un político pro Taiwán, un territorito que China lleva años reclamando como propio y sobre el que sobrevuela permanentemente la tensión de una posible ocupación.

La magnitud del golpe económico es gigante porque ese negocio ha sido el sustento económico para gran parte de los 20.000 habitantes de la ciudad, situada a 145 kilómetros al sur de Osaka. En declaraciones a la CNN, Katsuhiro Miyamoto, profesor emérito de economía en la Universidad de Kansai, estima que la ciudad ha generado 125.600 millones de yenes (870 millones de dólares) en ingresos gracias a la economía de los pandas en las últimas tres décadas. Sin ellos, prevé, la ciudad perderá unos 200.000 visitantes al año, lo que se traducirá en unos 6.000 millones de yenes (41 millones de dólares) menos, el 40% del presupuesto anual de Shirahama.

Además del desfalco monetario, la ausencia de los pandas dará un bocado a los empleos y acelerará la despoblación, obligando a las generaciones más jóvenes a buscar su futuro en otras ciudades con más oportunidades laborales. Un paseo por el pueblo otorga credibilidad a la estimación de Miyamoto: la dependencia del turismo con los pandas se aprecia en una temática que se extiende en hoteles, tiendas de souvenirs, máquinas expendedoras, en el ramen, con tazones de sopa en los que flota la cara del oso, e incluso en el tren que llega a la ciudad.

El alcalde Oe asegura tener un 'plan b' para cubrir la pérdida del turismo del panda y lo habría encontrado precisamente en terreno enemigo para China: atraer a más viajeros de Taiwán. Mientras, las dudas entre los comerciantes se mantienen: ¿seguir o no seguir vendiendo merchandising panda cuando ya no estén? Cuando los cuatro osos de Shirahama ya no estén sólo quedarán en Japón los dos que viven en el zoológico del barrio de Ueno, en Tokio, pero su contrato de arrendamiento vence el próximo año y está por ver si se ampliará.

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