
La ciudad de Bilbao registró sólo en 2022 cerca de cinco olas de calor, un dato que supone un récord para la capital vizcaína y cerca del doble de su promedio histórico. La tendencia se mantendrá este año, alcanzando los 43,6ºC de temperatura máxima, dato que se agravará en los próximos años. De tal manera que se estima que para 2050 será habitual tener olas de calor por encima de los 38ºC durante una semana, y que se superen los 50ºC de máxima. Así se desprende del último estudio elaborado por AXA Climate sobre los efectos del cambio climático en la capital vizcaína y su impacto en el tejido empresarial.
Estas condiciones climáticas extremas tendrán sus efectos negativos en la sociedad y en el tejido económico bilbaíno. Principalmente, en la salud de las personas, que se verán gravemente afectadas y aumentado el número de patologías y de fallecimientos por el calor, según explicó Álvaro Prida, experto en gestión de riesgos por inundaciones de AXA Climate, durante la presentación del informe ayer coincidiendo con la celebración del Día del Medioambiente.
Además, aseguró que también tendrá consecuencias en la productividad de los trabajadores, expuestos a potenciales lesiones, que ya aumentaron en un 23% en 2023 debido a las altas temperaturas, y, en ocasiones, se verán obligados a interrumpir sus tareas.
Es por eso que "se estima que en periodos cálidos prolongados, con 38ºC durante siete días, cada empleado pierde una jornada laboral de 8 horas". Por ello, prevé que "Bilbao podría llegar a perder hasta el 9,5% de su PIB, unos 2.500 millones de euros, debido al calor extremo de aquí al 2100".
El estudio ofrece consejos para poder concienciar sobre estas situaciones de calor extremo, centrado en acciones que las empresas pueden implementar. Entre ellas destacan las campañas de sensibilización para entender mejor los síntomas y prevenir potenciales daños, reorganizar o rediseñar los espacios con mayor presencia de vegetación o modificar los horarios de trabajo, así como la tropicalización de la maquinaria y los sistemas de aire acondicionado.
Aumento de lluvias extremas
En 1983 Bilbao sufrió una Gota Fría en pleno verano que dejó más de 500 litros de agua por metro cuadrado durante más de 24 horas. Este fenómeno provocó el desbordamiento de los ríos Nervión e Ibaizabal y supuso pérdidas por valor de 3.960 millones de euros, seis veces mayores que las causadas por la DANA en Valencia el año pasado. En este sentido, el estudio presentado por la Fundación AXA apunta a que este tipo de precipitaciones extremas podrían llegar a aumentar en un 21% en la ciudad vizcaína de aquí a 2050.
A día de hoy, si la crecida de 1983 se volviese a repetir en la capital vizcaína, su impacto sería bastante considerable. "Se calcula que una inundación de 30 centímetros en Bilbao causaría daños entre el 10% y el 20% de los edificios residenciales, entre el 15% y el 25% en las instalaciones industriales y entre el 20% y el 35% en locales comerciales" ha señalado Prida.
Según sus estimaciones, a 50 centímetros, que es el nivel de una inundación milenaria, los daños aumentarían considerablemente, alcanzando el 30-50% para las residencias, el 40-60% para la industria y más del 60% para las empresas, con importantes interrupciones de la producción. Con todo, hay que tener en cuenta que el impacto variará mucho en función del uso que haya del suelo, la urbanización de la ciudad en ese momento o las gestiones pluviales.
Dado que estos eventos de inundación pueden ser recurrentes es importante adaptarse a este contexto con el objetivo de reducir las vulnerabilidades de la ciudad. Para ello, apunta el informe de AXA Climate, se pueden poner en marcha diferentes tipos de medidas como la plantación de vegetación al lado de las riberas de los ríos, que permite una mejor absorción del agua, o con la integración de techos verdes o pavimentos permeables en la planificación urbana.
También se podrían analizar la reubicación de infraestructuras en riesgo a zonas más seguras o la implementación de sistemas de defensa como diques costeros o ataguías portátiles. En este sentido, "la creación de sistemas que ayuden a anticipar estas inundaciones con un enfoque sistémico de flujos será clave para preservar la continuidad de todas las actividades económicas" ha afirmado Rita Echeverria, experta en formación en sostenibilidad de AXA Climate.
Estrés hídrico
A pesar de que se prevé que aumenten las lluvias extremas, en general, el número de precipitaciones en la ciudad de Bilbao ha disminuido en los últimos años. De hecho, 2022 fue el año más seco que se haya reportado en la capital vizcaína. Por la contra, se prevé que el consumo de agua vaya en aumento, ya que son imprescindibles para muchas industrias como la automotriz, la producción de energía o sectores tecnológicos, como los centros de datos detrás del 'boom' de la IA. En consecuencia, se espera que el riesgo de estrés hídrico se multiplique por cinco de cara a 2050, de acuerdo al estudio presentado por la Fundación AXA.
En estos casos, la prevención vuelve a jugar un papel fundamental. Para paliar los efectos negativos de este tipo de situaciones de estrés hídrico, existe una gran batería de soluciones, como la reforestación, que permite aumentar la recarga de acuíferos y reducir la escorrentía del agua. También, se puede echar mano de tecnologías eficientes como el riego por goteo o de sistemas de recuperación y de reutilización de aguas residuales.