Economía

El verdadero plan de Bush en Irak: el petróleo

La Casa Blanca está presionando en la elaboración de una ley que abriría el mercado del petróleo. Foto: Archivo
El tan anunciado plan para Irak, que el presidente George Bush explicó la pasada madrugada, pretende solucionar el caos que vive el país con el envío de 21.500 soldados y de millones de dólares.

Pero la estrategia de EEUU en la zona va más allá de conseguir la estabilidad política del país. También quiere la económica, pero llevándose parte del pastel. Y para ello, la Casa Blanca -junto con su siempre aliado, Reino Unido- está presionando en la elaboración de una ley que abriría el preciado y enorme mercado del oro negro iraquí a las compañías extranjeras.

Un dulce pastel: gestionar el petróleo

El propio Gobierno árabe, en boca de su primer ministro, Nuri Al-Maliki, anunció el pasado mes de julio ante el Congreso de EEUU esta nueva ley, que se espera que vea la luz el próximo mes de marzo. "Irak ha sido una economía centralizada: la estamos transformando rápidamente en otra de libre mercado", dijo Al Maliki, tras explicar a los congresistas norteamericanos su intención de levantar "las actuales restricciones a las compañías extranjeras para que vengan a Irak", añadió.

Y a buen seguro que lo harán si esta nueva norma les abre el grifo del tercer país con mayores reservas de petróleo, después de Arabia Saudí y Canadá. Las compañías petrolíferas occidentales tendrían acceso al crudo iraquí a través de los denominados como Acuerdos conjuntos de producción, que les permitirían extraer beneficios de los pozos del país durante un plazo máximo de unos 30 años, en colaboración con el gobierno de turno.

Al mismo tiempo servirían para atraer los 20.000 millones en inversiones que necesita el país para llevar su producción de petróleo desde los actuales 1,8 millones hasta los 3 millones de barriles al día que aspira a producir en los próximos años, según datos del Ministerio del Petróleo iraquí. De esta forma, Irak ostentaría la propiedad legal de las reservas, pero compartiría sus beneficios con las compañías internacionales que a cambio se ocuparían de la construcción de las infraestructuras necesarias y del desarrollo de la industria.

¿Quién gestionaría la explotación?

La fórmula que se pretende utilizar en Irak es similar a la que funciona en otros países de la OPEP como Arabia, Libia o Argelia. En estos tres países los derechos de exploración y producción los controla una compañía estatal, que a su vez delega en las grandes petroleras internacionales la explotación de los hidrocarburos. A cambio, los gobiernos suelen quedarse con cerca del 50 por ciento de los beneficios. En muchos casos, el porcentaje que recibe el Estado depende de los precios del crudo.

Los detractores de los futuros acuerdos de producción que prepara Irak aseguran que consisten en una privatización encubierta, ya que deja en manos extranjeras la principal fuente de riqueza del país. Según un estudio de la organización Oil Chang International, estos acuerdos podrían suponer unas pérdidas de 194.000 millones de dólares y el traspaso de más de dos tercios de sus reservas a petroleras extranjeras. "Los perdedores son los iraquíes", señala Stve Kretzmann, autor del informe.

Mientras, quienes defienden esta ley argumentan que es la única forma de que Irak inicie de una vez por todas el camino hacia la reconstrucción tras más de tres años de conflicto. "Ya durante la era Sadam se discutieron este tipo de acuerdos. El crudo es la principal riqueza del país y debe ser utilizada para recuperar su economía de la destrucción tras 12 años de sanciones y guerras", afirma Fadil al Chalabim, experto en petróleo del Centro de Estudios sobre Energía de Londres, en declaraciones a la cadena Al Jazeera.

Toda una revolución

La apertura de los pozos de petróleo iraquí sería toda una revolución en Oriente Medio, ya que de salir adelante sería el único país de la zona en abrir sus reservas a la inversión occidental. En Arabia Saudí e Irán es el Estado quien se ocupa del control del crudo.

Irak nacionalizó el petróleo en 1972. Algunos expertos consideran que es este país, y no Arabia Saudí, quien posee las mayores reservas mundiales de crudo. El problema es que aún no han sido explotadas en su totalidad. Un reciente informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) asegura que hasta ahora, sólo se han explorado el 10 por ciento, mientras que un 60 por ciento de las reservas confirmadas permanecen intactas.

En ello ha tenido mucho que ver el largo conflicto que vive la zona, las sanciones y la corrupción de parte de las autoridades iraquíes, lo que ha limitado la recuperación de este sector, que supone un 95 por ciento de los ingresos del país.

Es precisamente la falta de seguridad lo que aún sigue alejando a muchas compañías internacionales a tener presencia en el actual y belicoso Irak. Pero es mucho lo que hay en juego, y las grandes petroleras americanas y británicas -Exxon Mobil, Shell o BP- no pueden dejar pasar la oportunidad de entrar en un país que cuenta con unas reservas probadas de 115 billones de barriles, y donde resulta mucho más barato extraer oro negro, ya que se encuentra relativamente cerca de la superficie.

La solución a la falta de petróleo

Además, hay quienes apuntan que el potencial de Irak podría ser una buena solución a la creciente preocupación de que las actuales reservas mundiales de crudo se agotan. La fuerte demanda internacional, arrastrada por el hambre energético chino, se enfrenta a importantes desafíos, como la ola nacionalista que ha explotado en América Latina, con una Venezuela que no deja de presionar en favor de más recortes en la producción de la OPEP.

Según reveló recientemente el diario británico The Independent, varias petroleras de EEUU y Reino Unido han enviado a delegados a Irak para que vigilen el trámite de esta ley y presionen para que el Parlamento iraquí la saque adelante.

La razón de la guerra

Uno de los máximos detractores sobre el provecho que quieren sacar las compañías extranjeras de Irak es Greg Muttitt, de la organización Plattform, con sede en Londres y dedicada a la vigilancia de la industria del crudo. Según Muttit, si sale adelante la ley, podría provocar una reacción de la sociedad iraquí, que no quiere más invasión occidental en su país. "La instituciones de Irak son nuevas y débiles y las empresas petroleras extranjeras inevitablemente utilizarán la inestabilidad para presionar a favor de términos muy ventajosos para ellas", afirmó recientemente.

Si finalmente esta ley sale adelante tal y como hasta ahora parece estar planteada, daría argumentos a quienes criticaron que la verdadera razón que llevó a Bush y Blair a iniciar la guerra de Irak en 2003 no fueron las armas de destrucción masiva, sino el negocio del crudo. Quedarían en entredicho declaraciones como las de Colin Powell, por aquel entonces secretario de Estado norteamericano de EEUU, cuando afirmó: "El petróleo del pueblo iraquí pertenece al pueblo iraquí, es su riqueza y se utilizará en beneficio suyo".

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