
Parece que poco a poco se van confirmando las primeras señales positivas en EEUU, de las que dio cuenta Bolságora hace dos meses. La mayor economía del mundo empieza a dar signos de vida y de que finalmente no va a caer en la temida Depresión: los consumidores vuelven con cautela a los centros comerciales, los constructores vuelven a coger el martillo y la industria limpia sus inventarios.
Estos signos indican que el primer trimestre puede marcar el punto más bajo de la crisis y que los miedos apocalípticos de otra Gran Depresión son infundados. Ahora bien, eso no significa que la recesión haya terminado. Para volver al crecimiento hacen falta todavía muchos meses, y se necesitarán más todavía para que la economía tenga la suficiente fortaleza para crear empleo. Dicho de otro modo, el paro va a seguir subiendo y la morosidad va a seguir aumentando, lo que mantendrá la presión en el sector bancario, el epicentro de la crisis.
"No creo que sea el principio de la recuperación, es el principio de un ritmo de caída mucho más lento", opina Ethan Harris, economista de Barclays. "Tienes que empezar a andar antes de correr". Pero los últimos datos económicos han generado esperanzas de que la economía al menos está empezando a gatear.
El último de estos datos llegó ayer: las viviendas iniciadas y los permisos de construcción rebotaron con mucha fuerza y de forma inesperada en febrero. Esto se añade a las ventas minoristas conocidas la semana pasada, que mostraron que los consumidores han empezado a comprar algo más que los productos básicos. Algunas categorías como electrónica y muebles exhibieron una sorprendente fortaleza.
Algunos economistas creen que los consumidores se han sacudido un poco el pánico que se desató tras la quiebra de Lehman. Y, aunque la confianza sigue siendo muy baja, el shock se les ha pasado.
Por otro lado, las empresas a las que pilló por sorpresa la violenta caída del consumo en los últimos meses de 2008 han reducido agresivamente sus inventarios. Lo cual significa que, si el rebote del gasto continúa, la industria pronto tendrá que incrementar la producción para atender a la demanda.
Esta sensación de que lo peor ha pasado es lo que explica el actual repunte de Wall Street, que ha sido especialmente fuerte en sectores tan castigados como los comercios -el índice sectorial ha rebotado el 18% desde mínimos- o las constructoras -repunte del 25%-. Los economistas creen que las medidas gubernamentales ofrecen esperanzas de que estas señales de vida se conviertan en crecimiento económico antes de fin de año. Pero las equivocaciones políticas también son el mayor riesgo para la recuperación.
La banca, siempre la banca
Por ejemplo, el paquete de estímulo de 787.000 millones de dólares aprobado el mes pasado ha sido bien recibido porque eleva el poder de compra de los consumidores, pero el Gobierno no ha logrado convencer a nadie de su capacidad para arreglar el desastre financiero. "Esta mini-mejoría del consumo no tendrá mucha duración si la política no funciona", opina Harris.
Y ahí volvemos a lo de siempre: la necesidad de eliminar los activos tóxicos y los créditos irrecuperables de los balances de los bancos sin llevarlos a la quiebra y sin saquear los bolsillos de los contribuyentes. Bernanke lo ha repetido una y otra vez: estabilizar el sector financiero es la condición sine qua non para la recuperación económica.
Al final estamos en una especie de problema del huevo y la gallina. Si los consumidores siguen gastando, el ritmo de destrucción de empleo se frenará y eso aliviará a los bancos. Pero si los bancos siguen tambaleándose, el flujo de crédito hacia las empresas y los consumidores no se reanudará, lo que congelará de nuevo el gasto. Lo más probable, a juicio de Reuters, es que la economía se contraiga en el segundo trimestre menos que en el primero, y que Washington ayude con más gasto público.