
La industria de la alimentación y bebidas, con casi 30.000 empresas, es el primer sector industrial en España. Representa el 21% del sector manufacturero, da empleo a medio millón de personas y supone casi el 3% del PIB. En los últimos años se ha convertido además en la gran locomotora de la economía gracias, sobre todo, al fuerte tirón de las exportaciones. En un contexto de aumento de la demanda de alimentos a nivel mundial, para el sector resulta clave establecer una estrategia de sostenibilidad.
Y es que el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) ha advertido ya de que todos los aspectos de suministro de alimentos estarán afectados por la alteración del clima, incluyendo su producción. En este sentido, Mauricio García Quevedo, director general de la Federación de Industrias de Alimentación y Bebidas (Fiab), asegura que "este incremento de la demanda puede tener un efecto sobre el consumo de recursos, principalmente agua, suelo y energía, si no se toman las medidas adecuadas". En concreto, se estima que, para el año 2050, la producción alimentaria deberá incrementarse en un 60% para alimentar a una población aproximada de 9.600 millones de personas. De forma paralela, será necesario incrementar la cantidad de superficie de tierras para satisfacer, tanto la demanda de alimentación humana, como los requerimientos del sector ganadero, así como el desarrollo de los recursos pesqueros. El incremento en la demanda de alimentos tendrá un efecto sobre el consumo de recursos críticos para la industria, principalmente agua, suelo y energía. El sector calcula que para poder hacer frente al abastecimiento de la población mundial en 2050, el consumo de agua deberá incrementarse en un 30% mientras que la demanda energética deberá aumentar en un 45%.
En su compromiso contra el cambio climático, en 2015 la Fiab elaboró en este sentido un documento -Alimentamos un futuro sostenible: retos medioambientales para la industria alimentaria a 2020- que está sirviendo de marco de actuación para el sector. "Es inspirador ver cómo las industrias de alimentación y bebidas llevan a cabo acciones en la gestión y reducción de gases invernadero, eficiencia energética, uso del agua, optimización de envases, transporte y logística... en definitiva, acciones tendentes a conseguir un abastecimiento sostenible en sus cadenas de suministro, así como en la producción y el consumo", dice García Quevedo.
Economía circular
En un documento reciente elaborado por la Fiab bajo el título Adaptación al cambio climático se recogen los retos y oportunidades para el sector y se fija como la clave en torno a la cuál tiene que girar toda la economía circular. Las principales acciones que se están adoptando, en este sentido, se centran en la optimización en el diseño de los envases y productos de embalaje (particularmente a través del uso de herramientas de ecodiseño), la prevención del desperdicio alimentario, el aprovechamiento de los subproductos o la tendencia a la eliminación de residuos a través de reutilización y reciclaje de los materiales. Hay que tener en cuenta que la Comisión Europea ha aprobado un paquete de medidas sobre la economía circular con objetivos sobre el reciclado más exigentes, con la meta de impulsar la "competitividad, crear empleo y generar crecimiento sostenible".
Este nuevo paquete establece un objetivo común para el reciclado del 75% de los residuos de envases a 2030, así como la reducción de la eliminación de residuos en vertedero, con un límite máximo del 10% de residuos en esa fecha límite. En el documento de Fiab, que se ha elaborado con la colaboración de PwC y la financiación del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, se asegura que "las empresas deben enfrentarse al reto de integrar el cambio climático dentro de su estrategia de negocio, desde un enfoque tanto de mitigación como de adaptación".
Hay que tener en cuenta que la industria alimentaria es un sector que destaca por su alto grado de atomización, estando compuesto por alrededor de 25.000 pymes, lo que supone el 96% del total de las empresas, e implica una gran diversidad a la hora de procesar los alimentos y las bebidas. La directiva europea marca una reducción del 30% de las emisiones, de acuerdo a los niveles de 2005, para cumplir con el objetivo en 2030.
En este sentido, España se ha comprometido a un objetivo de reducción en 2020 del 10%, lo que incluye al sector alimentario, tanto a empresas ligadas directamente a su actividad, como el agrícola, el ganadero o pesquero. Para cumplir con estos objetivos, uno de los aspectos más relevantes, es el de la logística. En el documento de Fiab se insiste, en este sentido, que la promoción de mejoras en el transporte tiene un efecto directo sobre las actividades de la logística y el transporte de productos, lo que podrá traducirse en una reducción de costes asociados al consumo energético de estas operaciones, con su consiguiente reducción de emisiones de GEI (Gases de efecto invernadero). En la industria de alimentación y bebidas, la demanda de energía para refrigeración y producción de calor supone también uno de los principales requerimientos energéticos, tanto a nivel de combustibles fósiles como de electricidad (el 35% del consumo eléctrico del sector se destina a refrigeración), siendo el potencial de ahorro muy significativo, según se admite desde la patronal.
Fiab advierte que hay que tener también en cuenta el inicio de la cadena, es decir, la agricultura, la ganadería o la pesa. En relación a la primera, se espera que los cambios en el clima afecten de forma negativa sobre el rendimiento de los cultivos de primera necesidad de forma generalizada. Así, en el horizonte 2050, se prevé una reducción del rendimiento del 10 al 25% de los cultivos, que podría estabilizarse en el 25% para finales de siglo. Respecto a la actividad ganadera, se estima que el incremento de temperatura afecte a las ingesta así como a las horas activas de pastoreo, y la distribución y frecuencia de los procesos parasitarios e infecciosos. El aumento en la ocurrencia de fenómenos climáticos extremos podrá generar, además, un incremento en las situaciones de estrés para el ganado, afectando potencialmente a su ingesta de alimento, mortalidad, crecimiento y reproducción, entre otras funciones vitales.
Fiab advierte que hay que tener también en cuenta el inicio de la cadena, es decir, la agricultura, la ganadería o la pesa. En relación a la primera, se espera que los cambios en el clima afecten de forma negativa sobre el rendimiento de los cultivos de primera necesidad de forma generalizada. Así, en el horizonte 2050, se prevé una reducción del rendimiento del 10 al 25% de los cultivos, que podría estabilizarse en el 25% para finales de siglo. Respecto a la actividad ganadera, se estima que el incremento de temperatura afecte a las ingesta así como a las horas activas de pastoreo, y la distribución y frecuencia de los procesos parasitarios e infecciosos. El aumento en la ocurrencia de fenómenos climáticos extremos podrá generar, además, un incremento en las situaciones de estrés para el ganado, afectando potencialmente a su ingesta de alimento, mortalidad, crecimiento y reproducción, entre otras funciones vitales.
Para el caso de la actividad pesquera, el incremento de la temperatura global afectará a las capturas de los principales tipos de pesca, lo que unido al incremento de la demanda, obligará a un crecimiento de la acuicultura. "Un suministro sostenible de alimentos y bebidas necesita que las empresas del sector sean capaces de maximizar la efectividad en el uso de recursos a lo largo de todos los eslabones de la cadena de producción y distribución de sus productos, reutilizando y reciclando todos aquellos recursos disponibles para minimizar el impacto ambiental asociado", concluye Fiab.