Hubo un tiempo en que hablar de Maserati significaba hablar de coches de una deportividad extrema, distinguido diseño y un elevado precio. Ahora, sin embargo, la firma italiana ha perdido algo de aquel espíritu para competir con rivales como el Audi S8 o el Mercedes-Benz Clase S AMG desde un mayor lujo y confort... Y también con un precio más bajo. Maserati triplica sus ventas al amparo de nuevos coches.
Para comprobarlo, no hay más que ponerse al volante de la última versión de su buque insignia, el Quattroporte, una berlina de alto rendimiento disponible en Europa desde los 110.000 euros en su variante con motor V6 y tracción total (dispone también de una con V8 que sólo mueve las ruedas traseras), frente a los casi 130.000 euros de los que parte el Audi S8 o los 175.300 del Mercedes-Benz S 63 AMG de batalla corta.
Las potencias de los Quattroporte son de 404 y 523 CV, respectivamente, y suministran una aceleración de 4,6 y 4,8 segundos para alcanzar los 100 km/h desde el reposo. Aquí ya vemos la primera gran diferencia de rendimiento frente a sus rivales: el Audi S8, por ejemplo, logra ese mismo registro en sólo 3,9 segundos.
Pero esa brecha de prestaciones las compensa Maserati mejorando la habitabilidad y la comodidad del coche, que ha crecido ni más ni menos que 16 centímetros a lo largo y casi 6,5 de ancho (lo que le sitúa por encima de otro gigante del segmento como el Jaguar XJ), dotándolo de un mayor espacio sobre todo para las plazas traseras.
Cambio de marcha: más lujo y confort
Maserati ha evolucionado y ha hecho un gran esfuerzo por mejorar sus interiores. Ahora el lujo rebosa por todas partes, con distintivos elementos y detalles de diseño que cautivan a primera vista y entre los que sólo hay que destacar un "punto negro": la pantalla digital del sistema de navegación, que proviene de Chrysler que, aunque la oferta de infotenimiento no decepciona, carece de la sofisticación visual que domina en el resto del habitáculo.
Resulta paradójico que esa exclusividad interior brille por su ausencia en el exterior, donde un conservador diseño casi hace que el Quattroporte parezca un coche más genérico. Un buen ejemplo de ello se puede encontrar en su gran zaga, que podría recordar a la de un Infiiniti si no se presta especial atención al tridente.
El otro punto fuerte de Maserati reside ahora en el confort de marcha, algo por lo que nunca había destacado esta marca italiana. A la comodidad de sus plazas, se suma una dirección firme y segura, unos frenos excelentes y una rumorosidad de motor que ha sido agradablemente aminorada para los ocupantes del Quattroporte.
En definitiva, este modelo de Maserati viene a confirmar el cambio de rumbo en el camino de la firma italiana, que en contraposición a su marca 'hermana' Ferrari (ambas pertenecen a Fiat), ha decidido apostar por sacrificar su tradicional deportividad y sus agresivos diseños para competir en otros terrenos como el lujo, el confort... Y también en precios más bajos.
Otra prueba de este giro estratégico de la marca es el nuevo Ghibli. Es su primer modelo diésel y tiene un precio bastante asequible para una firma como esta. Este vehículo deja claro que algo ha cambiado en Maserati, y que no se trata de una simple acción comercial aislada.