Las ventas globales de coches eléctricos representaron en 2012 apenas un 0,2% del total según datos de la Agencia Internacional de Energía y, sin embargo, todos los fabricantes siguen apostando fuerte por esta tecnología. Incluso los que más tienen que perder, como BMW, que en apenas diez días presentará su i3, su primer modelo eléctrico.
Pero, ¿por qué la firma alemana se lanza al mercado de los vehículos movidos por energía eléctrica, pese a ser consciente del riesgo que ello puede conllevar para su imagen de marca deportiva y su reputación? ¿Están preparados en BMW para un eventual fracaso eléctrico?
Desde Múnich quieren dejar claro que también pueden ser líderes en el terreno de los coches eléctricos premium. Pero para ello, era importante diseñar un modelo propio, que no se limitara a sustituir el motor de combustión por las baterías. Y así nació el i3, un vehículo urbano de cuatro plazas cuyos 170 CV dan una aceleración de 0 a 100 km/h en 7,2 segundos.
Las armas para derribar la barrera de los eléctricos
Pero la clave del inminente i3 para vencer las resistencias del público general hacia los coches eléctricos no reside tanto en sus prestaciones, sino más en cómo soluciona las barreras que llevan a los compradores a no decantarse por este tipo de vehículos. La principal es la de la denominada "ansiedad de autonomía", el miedo a quedarse "tirado" antes de llega al destino por falta de carga y no poder repostar. Desde BMW aseguran, que los 160 km de autonomía que tiene de media el i3 son más que suficientes para el cliente urbano medio -que recorre unos 40 km diarios en Europa y entre 50 y 60 en Estados Unidos-, toda vez que el coche puede ser recargado a través de un enchufe casero común.
Pero para los más escépticos y desconfiados, la firma propone varias alternativas enunciadas por el Financial Times: por ejemplo, un extensor de la autonomía que podrá ser adquirido como opción y que dobla casi el rango de serie hasta los 300 km; o un servicio para todos los clientes que se queden sin autonomía en mitad de un trayecto mediante el cual enviará un operario para remolcar el vehículo hasta la estación eléctrica más cercana. Además, BMW también planea adoptar una fórmula ya experimentada por otras marcas como Fiat ofreciendo la posibilidad al cliente de disponer de un coche familiar con motor de combustión durante tres o cuatro semanas para realizar viajes largos sin problemas.
Además, BMW también ha adoptado soluciones poco frecuentes en coches de la categoría del i3: por ejemplo, para neutralizar el aumento de peso de las baterías eléctricas, la firma ha elaborado el chasis con aluminio y el habitáculo con plásticos reforzados con fibra de carbono; materiales más caros, pero mucho más ligeros, que tienen por fin otorgar al vehículo una mejor aerodinámica y, por ende, una mayor sensación de conducción deportiva. También, por ejemplo, entra en este apartado el sistema recuperador de energía. Cuando el conductor levante el pie del acelerador, el coche entra en el llamado modo de "recuperación", una forma de frenado del motor que permite alimenta la batería eléctrica de energía adicional.
"Un riesgo calculado" de 40.000 euros
Pero, ¿cómo repercutirá todo esto en el bolsillo de los clientes? Apenas quedan diez días para la presentación oficial del i3 -será este 29 de julio- y será entonces cuando se conozca su precio de lanzamiento, previsto para finales de año, pero todo apunta a que la cifra final rondará en torno a los 40.000 euros.
"Ser la punta de lanza del cambio significa asumir un riesgo calculado". Así lo explicaba el presidente ejecutivo Norbert Reithofer a los accionistas de BMW en mayo,consciente de que "no hay ninguna garantía de éxito", pero sabedor de que "el progreso tiene que imaginarse, ganarse y pagarse".