
La segunda economía más grande del mundo celebra estos días su Año Nuevo Lunar, una fiesta que ha cerrado los mercados bursátiles del país y devuelto una tensa calma. Aún así, a comienzos de semana conocíamos como el Banco Popular de China continúa quemando su munición al reducir sus reservas en divisa extranjera en 99.500 millones de dólares el pasado mes de enero. Una coraza que todavía está acorazada con 3,23 billones de dólares pero que seguirá reduciéndose sensiblemente en los próximos meses a medida que las fugas de capitales siguen su curso e incluso incrementan su intensidad.
En estos momentos, según los cálculos realizados por el banco estadounidense J.P. Morgan, las fugas de capitales se ampliarán este año en un 33,6% hasta alcanzar un total de 850.000 millones de dólares. Una cifra que supera los 636.000 millones de dólares que escaparon del gigante asiático el año pasado. Aún así, otros cálculos paralelos, como los elaborados por la agencia Bloomberg, estiman que en 2015 estas salidas llegaron a rondar el billón de dólares, multiplicando por siete los 134.300 millones de dólares que dejaron el país en 2014.
"El telón de fondo adverso para las salidas de capital en 2016 probablemente pondrá aún más presión a la baja en las reservas china a medida que avanzamos el año", explica Jonathan Cavenagh, estratega de divisas en Asia de J.P. Morgan. "Todavía tendremos que ver hasta que punto las autoridades chinas tendrán éxito a la hora de mitigar las presiones sobre la fuga de capitales", añade mientras incide que a finales de este año el dólar se cambiará a 6,90 yuanes, aunque existen claros riesgos sobre esta previsión.
Desde el banco capitaneado por Jamie Dimon estiman que pese a los esfuerzos de Pekín por frenar la salida de capitales, no es posible imponer un torniquete completamente eficiente. En estos momentos, el país ha incrementado su participación en el comercio global así como elevado su tenencia de activos en el extranjero. Además, el aumento de los ciudadanos chinos que viajan al extranjero dificultará el cierre completo de los canales por los que escapa el capital chino.
El Banco Popular chino ha echado mano de alrededor de 770.000 millones de dólares de su reservas, desde los máximos alcanzados en junio de 2014, cuando el colchón llegó a tocar los 4 billones de dólares, para intentar estabilizar su divisa y frenar no sólo las fugas de capitales sino también los ataques que muchos fondos de cobertura posiciona en contra del yuan. Sin embargo, los expertos consideran que seguir quemando madera no se perfila como una opción sostenible a medio plazo.
"Los cálculos sobre el ritmo en que se están agotando las reservas durante los últimos meses es simplemente insostenible", explica Rajiv Biswas, economista para Asia Pacífico de IHS Global Insight. Sólo en diciembre del año pasado y enero de 2016, el Banco Popular Chino ha utilizado 207.400 millones de dólares para intentar estabilizar el yuan pese a la salida masiva de capitales privados. Para Biswas, sin embargo, los 3,23 billones en reservas restantes suponen todavía "una importante armadura de guerra".
A medidad que el gobierno del gigante asiático intenta estabilizar su divisa, tanto inversores privados domésticos como estrategas de divisas y fondos de cobertura siguen proyectando más caídas para el yuan. La situación ha generado un pánico a nivel global a medida que la fuga de capitales ha seguido escalando desde comienzos del año pasado. Mucho expertos apuntan que el Banco Popular de China se verá obligado a capitular una vez que la reducción en sus reservas sea significativa.