
Estaba llamado a ser uno de los protagonistas de 2013. Y no ha tardado mucho en confirmarlo. La 'guerra de las divisas', el nombre que recibe el conflicto abierto por los países que instigan la depreciación de sus monedas para estimular sus exportaciones, resurge con fuerza de la mano de las autoridades niponas. Pero no son las únicas. Las devaluaciones competitivas son siempre tentadoras...
Nunca se declaró la paz. Simplemente es que las hostilidades se habían dado una tregua. Pero esta ha finalizado. Japón se ha encargado de ello. De resucitar la guerra de las divisas, bautizada así por el Ministro de Finanzas de Brasil, Guido Mantega, en septiembre de 2010 para referirse a las artimañas cambiarias a las que estaban recurriendo varios países para abaratar sus monedas y estimular así sus exportaciones como antídoto a la crisis. La denuncia no era menor, porque no se trataba de unas naciones cualquiera. En su mente, la mayor potencia económica, Estados Unidos, aunque sus sospechas se dirigían también a otros representantes del G-7.
Más de dos años después, Japón vuelve a la carga, dispuesto a disparar toda la munición precisa para debilitar al yen. Ya lo anticipó su nuevo primer ministro, Shinzo Abe, durante la campaña electoral, en la que mencionó explícitamente que entre sus metas figuraba reducir la fortaleza de la moneda. Siguiendo sus indicaciones -y comprometiendo así su independencia-, el Banco de Japón (BdJ) anunció una nueva batería de estímulos monetarios en su primera reunión de 2013. Es decir, puso más carne en el asador para forzar la depreciación de la moneda nipona. Por si quedaban dudas, el viceministro de Economía, Yasutoshi Nishimura, reconoció que no sería un problema que el yen llegara hasta las 100 unidades por dólar.
Poco le queda para lograrlo. El dólar ya ha superado los 90 yenes, mientras que el euro compra 126 yenes. En ambos casos, se trata del cambio más bajo del yen desde 2010. Otro dato: desde julio, la divisa europea se aprecia un 32,6 por ciento contra la japonesa.
Más jugadores
Los cañonazos de Japón -que se suman a los de otros países activos como Suiza o China- resuenan por tanto en los mercados, pero también lo hacen -y de forma creciente- en los tímpanos de las autoridades internacionales. En un discurso pronunciado el 22 de enero, el gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, aludió al conflicto. "Un número creciente de países está asumiendo la idea de que únicamente un tipo de cambio real más bajo proporcionará el estímulo de la demanda que sus economías requieren. Muchos han tomado acciones para conseguir ese fin. Esa es una fórmula para las depreciaciones competitivas y lo que algunos han llamado guerra de las divisas", expresó.
Lo curioso es que durante esa misma intervención sugirió que la entidad británica está preparada para enviar más estímulos si resulta necesario y subrayó que, precisamente, la debilidad de la libra esterlina desde 2007 -desde entonces se ha depreciado un 30 por ciento contra el euro- ha ayudado a reequilibrar la economía británica. O lo que es lo mismo, un mensaje combinado que fue interpretado por el mercado como una señal de que no vería con malos ojos una caída adicional de la libra. Este mensaje, mezclado con la debilidad económica británica -entre octubre y diciembre se contrajo un 0,3 por ciento-, también está dejando rastro en la marcha de la libra. En 2013 cede un 6,5 por ciento contra el euro y se cambia a 0,864 unidades por euro, su cambio más bajo desde noviembre de 2011.
Reino Unido, por tanto, se suma al bando de los países que, sin exponerlo explícitamente, sí induce la caída de su moneda. Aunque, en este bloque, el principal contendiente es EEUU. Oficialmente no apoya la caída del dólar, pero las extraordinarias medidas anticrisis de la Reserva Federal, con su billonaria impresión de dólares, presionan a la baja sobre el dólar. Con el malestar consiguiente en los restantes países -como demostró Brasil-, que ven cómo la mayor potencia mundial también recurre a este truco.
El euro, el gran pagano
Lógicamente, si unas divisas se debilitan se debe a que otras se fortalecen. Y entre ellas, por encima incluso de otros clásicos como el dólar neozelandés o las coronas sueca y noruega, sobresale el euro. La ausencia de una queja contundente por parte de las autoridades europeas y los planes del Banco Central Europeo (BCE) de no bajar más los tipos de interés están provocando que la divisa europea sea la más fuerte entre las principales del mundo en lo que va de 2013. De momento, va como un tiro... en la guerra de las divisas.