
A estas alturas, todos tenemos claro que China es una potencia económica. Desde hace más de una década viene demostrando al mundo su empuje financiero con ejemplos diversos y musculosos.
La lista de películas más caras de habla no inglesa está prácticamente copada por la industria china; la Superliga se está llevando a figuras del fútbol mundial como Jackson Martínez, Alex Teixeira o Ezequiel Lavezzi, a cambio de transfers millonarios; y de hecho, el coloso asiático está haciendo lo propio con estrellas de la arquitectura que les están construyendo algunos de sus edificios más emblemáticos.
Piensen en el cuartel general de la CCTV, levantado por Rem Koolhaas entre 2004 y 2012 o el Estadio Nacional, ese formidable nido de pájaro que el dúo suizo Herzog y De Meuron proyectó como buque insignia de los Juegos Olímpicos de 2008.
El problema de tener tal cantidad de dinero es que se acaba despilfarrando con facilidad. La especulación provoca perturbaciones bursátiles que golpean a toda la economía mundial, los fichajes y los sueldos de los futbolistas extranjeros son poco menos que irresponsables, y la superficie del país termina salpicada por algunos de los casos más flagrantes de arquitectura absurda.
Desde las nail houses, casas antiguas cuyos dueños se resisten a que las derriben y acaban aisladas en medio de centros comerciales y autopistas, hasta ciudades enteras construidas como réplica literal de urbes occidentales y que, en más de un caso, apenas alcanzan un mínimo nivel de ocupación, terminando convertidas en escenarios postapocalípticos. Edificios con dos o tres luces encendidas, calles vacías, plazas desiertas: ciudades fantasma.
En realidad, estas situaciones no son exclusivas de China, es solo que allí cobran un estatus verdaderamente grotesco. Como también sucede con los edificios que apuran el concepto de metáfora hasta sus consecuencias más ingenuas y más ridículas. Porque establecer una analogía arquitectónica puede generar bellísimas piezas como la Ópera de Sídney, pero cuando lo que hacemos es un edificio a imitación directa de otra cosa, el resultado es una anomalía amorfa. Algo que no son objetos ni construcciones. Una objetectura -no confundir con ojetectura, y mejor no continuemos por ese camino-.
Sede de la Fang Yuang Company, Shenyang
A primera vista podría parecer un edificio moderno feo y normal. Redondo, con molduritas doradas por los lados y un agujero cuadrado en el centro. Pero claro, cuando vemos cómo eran las antiguas monedas chinas, nos damos cuenta de que la nueva sede de la Fang Yuang es un verdadero templo al dios dinero. Literalmente, vamos. La corporación se dedica a muchas cosas, sobre todo a materiales y vehículos de construcción, pero se ve que construir no les mola mucho. Lo que les mola es la pasta.
Sede de la Wulagnyue Yibin Company, Sichuan
Estos lo tienen muy claro: como principales fabricantes de baijiu, han decidido que su cuartel general tendría la forma de una botella de dicho licor. Lo que pasa es que el brebaje, destilado a partir de granos de sorgo rojo, tiene unos 60º de contenido alcohólico y se ve que los que plantearon el diseño del edificio iban propulsados por ingentes cantidades del producto estrella de la compañía.
Hotel Tianzi, Langfang
"Los clientes van a dormir como Dios", pensaron los dueños del Hotel Tianzi, cuyas doce plantas se levantan en la ciudad de Langfang, a unos cincuenta kilómetros al sureste de Beijing. Dicho y hecho, el edificio tiene la forma de los dioses tradicionales de la Felicidad, la Fortuna y la Fructificación. Todos con F. Para redondear el concepto solo les faltó añadir un cuarto dios: el de la Fealdad.
Museo de la Cultura del Té, Meitan
La región de Meitan se enorgullece de ser la cuna del té verde chino. Lógico entonces que quisieran dedicar un museo tanto a la noble bebida como a sus rituales asociados: la recogida de la hoja, el secado, las vajillas de porcelana donde se bebe, una tetera de cerámica roja de 75 metros de alto...
A ver, el edificio no está realmente construido en barro cocido, más que nada porque el material no es especialmente resistente a las lluvias y los movimientos sísmicos. A mi juicio, les faltaron pelotas. Qué mejor espectáculo para el visitante de un museo que ver como el edificio se disuelve poco a poco en una imparable cascada de arcilla.
Oficina de información turística, Wuxi
Meitan será famosa por su té, pero las teteras las fabricamos aquí, en este barrio de Wuxi, en la costa este del país. Así que si ellos han construido una tetera tradicional, nosotros vamos a hacer una tetera high-tech de 30 metros, con techo de vidrio y que además gira respecto a su eje vertical.
¿Parece caro? Pues lo es, pero el edificio es propiedad de Wang Jianlin, el segundo hombre más rico de China, presidente de Wanda y propietario de un 20% del accionariado del Atlético de Madrid. Ay, lo bonita que quedaría esa gigantesca tetera rotatoria pintada con los rojiblancos colores del Glorioso.
Auditorio y centro de ensayos del conservatorio de Hefei, Huainan
Pues eso, si vas a proyectar un edificio para la música, lo suyo es que tenga forma de instrumentos, ¿no? Claro que sí, un violín de vidrio y un piano con fachada en panel sándwich, que todo el mundo sepa que nos gusta un huevo la música. Lo que no nos gusta tanto es la sutileza, la belleza ni la cordura. El artefacto en cuestión fue diseñado por alumnos de la Universidad Tecnológica de Hefei, otra prueba más de que no se debe empezar a practicar una profesión hasta acabar la carrera. Bonus track: por la noche, el edificio se ilumina con luces de neón, dejando de lado su inspiración en la música sinfónica por la adoración del disco-funk ochentero.
Iglesia, Chiayi, Taiwan
Nuestro último ejemplo de absurdez arquitectónica es un poco trampa porque no está en China sino en Taiwan, pero me resultó imposible resistirme a la maravillosa insensatez que supone construir una iglesia con forma de zapato de tacón de cristal. 27 metros de largo por 12 de ancho y 18 de alto de vidrio tintado en azul y sujeto con pernos a una estructura tridimensional de acero. Precioso.
Dicen las autoridades taiwanesas que allí no se harán oficios religiosos sino que está pensado para sesiones de fotos nupciales. Al parecer, creen que a las chicas les encantará posar delante de un zapatito de cristal como el de Cenicienta. Qué quieren que les diga: al margen del machismo rancio yo creo que equivocan el tiro.
Me temo que lo más probable es que las novias huyan despavoridas cuando un personaje de Disney de cien metros de alto lo arrase todo a su paso intentando recuperar su calzado. Y más aún cuando podrían haber optado por un diseño mucho más elegante. Por ejemplo, una bota con tacón cubano de las que llevaba El Fary. Yo me casaría dentro, así se lo digo.