
Final infeliz. La cadena catalana de electrodomésticos Miró anunció ayer a sus trabajadores mediante una misiva su intención de iniciar un proceso de despido colectivo.
La firma, que pertenece al fondo de capital riesgo Springwater, presentó el concurso de acreedores a principios de agosto.
Pero ni la entrada del fondo norteamericano ni el relanzamiento de la marca hace poco más de un año han salvado a la histórica cadena de electrónica. La empresa está al borde de la disolución a pesar de que el fondo se comprometió a inyectar los recursos necesarios para reflotarla.
Los principales afectados son los 339 trabajadores que componen la plantilla de la empresa, aunque según señala el director de la cadena, Mateo Buzzi, algunos "podrán salvarse".
Un fragmento de la carta adelantada por el portal Economía Digital subraya que "si bien inicialmente el procedimiento afecta a todos los trabajadores de la empresa, durante el proceso de tramitación del despido colectivo se espera poder alcanzar acuerdos con terceros que permitan que parte de las tiendas o de la central de la empresa puedan ser adquiridas por dichos terceros con la posibilidad de que parte de sus empleados puedan verse desafectados del despido colectivo". Por lo que la venta de los negocios será clave.
La dirección de la empresa ha convocado a una reunión el próximo 8 de septiembre para negociar con los representantes sindicales las condiciones de los despidos. Buzzi asegura que la compañía seguirá manteniendo su actividad y que la intención de la cúpula directiva es buscar la entrada de nuevos inversores y que la cadena mantenga la marca, según explica en declaraciones al mismo diario digital.
Llueve sobre mojado. Y es que Miró ya estaba inmerso en un expediente de regulación de empleo (ERE) que afectaba a 119 trabajadores.