Cataluña

Rastar tiene una liga apetitosa y un club sin urgencias

  • Por José Mª Gay de Liébana

La globalización imperante en nuestro mundo llegó hace algunos años al fútbol. La Premier League representa sin duda el arquetipo por antonomasia del proceso de globalización económico llevado a la parcela futbolística.

Han ido entrando inversores foráneos en Inglaterra, sin importar su procedencia, unos venidos de lejanas tierras asiáticas, otros procedentes de la nueva Rusia, unos terceros aterrizando desde Estados Unidos, algunos llegados de los países del Golfo.

Magnates que apuestan sus dineros por el fútbol, que conjugan pasión con inversión derivando en eso que damos en llamar inversiones emocionales. A unos les sale bien, a otros menos bien. Unos ganan dinero y otros lo pierden o, igual, piensan para sus adentros que están invirtiendo a través del fútbol, sosteniendo y financiando a un club de la Premier League o de la Championship, para abrir otras líneas de negocio o simplemente para abrirse puertas gracias a la contactología que proporcionan los palcos de los estadios.

En el panorama futbolístico europeo, para quien tiene intención de invertir, el espectro queda bastante cercenado si se persigue el éxito. La Premier League, competición que se asienta como el paradigma, se encuentra en unos volúmenes económicos importantes, con sus 20 clubes luciendo, al final de la temporada 2013/14, activos valorados en 5.230 millones de euros.

No es que la Premier ande muy capitalizada, al ser los recursos propios del conjunto de los 20 clubes que militaban en ella en 2013/14 de 1.096 millones de euros y su deuda total de 4.134 millones, aunque sí es indudable que la Premier cabalga al trote con su facturación. Si en la temporada 2009/10 generaba 2.662 millones de euros de ingresos, en 2013/14 rondaba los 3.900 millones y las perspectivas son que en 2014/15 habrá cerrado en torno a los 4.300 millones de euros. La fuerza de sus contratos de explotación de los derechos televisivos hace, por ejemplo, que un club relativamente modesto aunque todo un histórico del fútbol inglés como es el Everton -el otro club de la ciudad de Liverpool- haya ingresado en 2014/15, 165,1 millones de euros creciendo respecto a 2013/14 cuando facturó 144,1 millones de euros; solo en televisión, en 2014/15, el Everton percibió 114,1 millones de euros.

Por tanto, la Premier constituye un negocio seguro para el inversor. Los taquillajes y abonos se comportan en todos sus clubes dentro de unos mínimos más que aceptables -siguiendo con el Everton, sus ingresos por matchday en 2014/15 rondan los 25 millones de euros -, los ingresos comerciales, gracias a la visibilidad protagonizada por las imágenes televisivas, son importantes -el mismo Everton obtenía 26,4 millones de euros en la última temporada, cantidad que en España, salvo Barça, Madrid y Atlético, ningún otro club ha producido -, y, cómo no, el motor televisivo con esos contratos espectaculares que la Premier sabe negociar es excepcional.

¿Cuánto cuesta, así las cosas, comprar un club de la Premier? El precio, desde luego, dependerá de diversos factores pero algo está claro: la Premier hoy es cara atendiendo a un modelo de negocio muy seguro, con suculentos ingresos recurrentes asegurados.

El fútbol alemán es prohibitivo, no por precio, sino por sus condicionantes legales al tener que ser el club, los socios, siempre accionistas mayoritarios de las sociedades mercantiles. Tanto la Bundesliga como la Bundesliga 2 están bien protegidas ante embestidas de intrusos que quieran hacerse con el timón de sus clubes.

El fútbol italiano atraviesa actualmente por una etapa de acentuado declive. Si años atrás los clubes italianos copaban primeras plazas en el ranking de facturación del fútbol europeo, hoy, excepto la Juventus situada en la décima posición, Milan e Inter andan por los puestos decimocuarto y decimonoveno, ingresando 199,1 y 164,8 millones de euros, respectivamente. En cierto modo, la Serie A italiana ha perdido aquel gancho de antaño.

La Ligue 1 se mueve entre el romanticismo de sus pequeños y medianos clubes y la apoteosis inversora del Paris Saint-Germain, reconstruido a golpe de talonario y con dinero procedente del Golfo. El fútbol galo aún no reúne los suficientes alicientes como para estar en la diana de inversores ávidos de desembarcar en el mejor fútbol europeo.

¿Y la Liga? Desde el punto de vista competitivo, nuestra Liga es cosa de dos -Barça y Madrid- con un tercero amenizando la fiesta -Atlético de Madrid- y poco más. Hasta ahora, el grueso de los ingresos de la Liga, más del 62%, corresponde a esos tres clubes. Las reglas del juego del reparto televisivo acaban de reformularse. Para la temporada 2016/17, la primera en la que oficialmente los derechos televisivos estarán centralizados, las expectativas de facturación apuntan a los 1.500 millones de euros.

La mayor proyección televisiva potenciará los ingresos comerciales. En teoría, más dinero para los clubes españoles tendría que repercutir en una mejora competitiva. Las actuales, y abismales, diferencias que se dan ahora en la Liga podrían recortarse. La Liga, pues, se convierte en una competición apetitosa para que recalen en sus clubes inversores extranjeros, al estar penetrando en una fase de menores riesgos económicos por el cambio de modelo en la explotación de los derechos televisivos y en el empuje comercial, con vistosidad en muchos países de los cinco continentes.

Es el segundo club, o el otro club, de Barcelona. No tiene urgencias históricas ni apremia la inmediata consecución de títulos. No se celebran, entre su afición, fichajes sonados ni copas conquistadas. Se acometió un gran proyecto, como el estadio de Cornellà -El Prat, y los recursos inmovilizados han impedido disponer de fondos con los que armar una sólida formación con aspiraciones y ambiciones. Las deudas han pesado como una losa y han supuesto un lastre para dar un plus al equipo.

La afición perica, entre conformista y realista, ha visto en estos últimos años como gradualmente se desmoronaba aquella ilusión irrefrenable que desató la inauguración del estadio, como se desvanecían los sueños de haber sido en 2007 finalistas de la Copa de la UEFA, como el título copero de 2006 forma parte de un pasado labrado en el siempre controvertido, aunque muy agradecido, estadio de Montjuich. Es, somos, el Espanyol.

Una nueva era, escrita en chino mandarín, arranca en el Espanyol. Su principal y nuevo accionista, el empresario Chen Yansheng, ha aterrizado en Cornellá-El Prat, inyectando dinero para liquidar deudas, planteando lo que será una ampliación de capital social, renovando el equipo directivo, y con el propósito de armar un equipo que devuelva a la afición perica parte de los anhelos interiorizados.

Desde hace años, decimos que el Espanyol es un caramelo para inversores que quieran hacer de él un club con proyección, que sepan tirar del carro de una afición entregada, que busquen, como sucederá con Rastar Group, proyectar la imagen empresarial. Del mismo modo que Londres tiene a varios clubes de referencia -Chelsea, Arsenal, Totteham, West Ham, Crystal Palace, Fulham -, Roma a dos equipos de renombre, Milán a dos de los máximos exponentes del mejor fútbol italiano, Turín con la Juventus y el Torino, Manchester con el United y el City, Liverpool con el Liverpool y Everton, Madrid con el Real y Atlético, Barcelona necesita tener a un Espanyol que devuelva lo más electrizante de los clásicos derbis y que sitúe en el plano internacional no solo al Barça sino también al Espanyol.

En éstas, pues, estamos por Cornellá - El Prat. Pensando en si las cifras de facturación del Everton, antes mencionado, son replicables por acá. Con esos guarismos, ¿de qué sería capaz el Espanyol?

José Mª Gay de Liébana es Economista y Profesor de Economía Financiera y Contabilidad en la Universidad de Barcelona

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