Banca y finanzas

La crisis de Banco Popular exhibe la debilidad de la unión bancaria

  • Bruselas, satisfecha: no se inyectó dinero y los depósitos se mantienen
Imagen: Dreamstime.

La supervisión falló y la resolución se completó sin sobresaltos porque las autoridades europeas se encontraron unos actores favorables: la mano amiga del Santander y el apoyo del Gobierno. ¿Cómo afectará al accionista de Santander la compra de Popular? 

Una década después de que arrancara la crisis financiera en EEUU, los bancos continúan siendo portadores de malos augurios en Europa. En apenas una semana, la intervención para socorrer a dos entidades ha recordado que los problemas del continente con su sistema bancario van más allá de su baja rentabilidad, la alta dependencia de la economía real respecto a su financiación, un futuro complicado por la transformación digital o la vulnerabilidad derivada de pertenecer a una unión bancaria construida a medias.

En el caso del italiano Monte dei Paschi, la Comisión Europea acomodó la petición italiana de un rescate que rondará los 8.000 millones de euros para evitar las quitas a pequeños ahorradores. El rescate multimillonario, que además llegará con un severo plan de reestructuración con cierre de entidades y despidos, poco servía para ilustrar que Europa finalmente había dejado atrás sus crisis bancarias con su nuevo marco de supervisión y resolución, en el que los contribuyentes no volverían a pagar un céntimo para cubrir los errores de los responsables.

Por eso, las autoridades comunitarias quisieron utilizar la repentina intervención y resolución de Banco Popular la semana siguiente como un ejemplo de que la nueva unión bancaria funciona. "Creemos que fue un ejemplo exitoso del primer uso del mecanismo de resolución único", dijo el pasado jueves el vicepresidente de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis.

Unas 20 horas después de que Popular se quedara sin liquidez, la presidenta de la Junta Única de Resolución, Elke König apareció el miércoles para felicitarse de la exitosa intervención. La responsable de dirimir cómo se liquidan los bancos que están a punto de fallar en la unión, o que ya se dan por perdidos, había desmontado su primera gran entidad bajo una enorme presión temporal, ya que el proceso se realizó entre semana. König apareció satisfecha por haber conseguido su objetivo: los depósitos se habían protegido, no se había usado dinero público, y la estabilidad financiera se había mantenido. El mismo mensaje se repetía en Bruselas, Frankfort y Madrid.

Pero la excelente cooperación que destacaron la decena de actores, entre ellos el FROB, el supervisor europeo, la Comisión Europea y el JUR, resulta insuficiente para camuflar la conclusión de un error colectivo en el que falló la gestión propia, la supervisión nacional y las pruebas europeas. Cuando ya resultó demasiado tarde, una entidad con casi 150.000 millones en activos se vio obligada a echar el cierre porque se había quedado sin liquidez, lanzando un peligroso aviso a otros eslabones débiles del sistema bancario europeo, sobre todo en Italia. "Las nuevas reglas bancarias no son sólo para resolver entidades no solventes, también se aplican cuando hay problemas de liquidez", comentó una alta fuente europea.

¿Podría haber llegado más liquidez a Banco Popular para haber intentado salvar la bola de partido? En Bruselas se quitan el problema de encima y apuntan a Madrid. En el Gobierno señalan que el colateral para recibir más liquidez de emergencia del BCE se agotó, y el Ejecutivo no iba a acudir al rescate. "Nunca nos planteamos meter dinero público", dicen desde Economía.

Con una postura tan clara desde España, no quedaba más remedio que intervenir. El supervisor europeo firmó la sentencia de muerte al decir que era una entidad "fallida o que probablemente fallaría". La entidad casi centenaria pasó a manos del Santander por un euro. Los 305.000 accionistas perdieron todo su dinero, como también los tenedores de deuda subordinada y títulos híbridos por valor de 2.000 millones, los primeros en cargar con el muerto en el sistema de reparto de pérdidas al resolver bancos bajo las nuevas reglas (bail-in). La sangría podría haber sido mayor hasta haber afectado a otros tenedores de deuda senior si el Santander hubiera estirado menos la mano con su inyección de capital inicial, que llegó hasta los 7.000 millones, explican fuentes europeas.

Ayuda externa

La resolución del Popular fluyó en aquellas horas de vértigo porque el equipo de König se encontró la mano amiga del Santander que facilitó la opción de venta y la cooperación del Gobierno español. Pero resulta difícil esperar las mismas condiciones cuando los problemas vuelvan a surgir en Italia, con dos bancos aun en la cuerda floja, donde ni sus principales entidades podrán ofrecer el mismo socorro o su Ejecutivo la misma comprensión con una intervención europea de tal calibre.

Si la resolución, el segundo pilar de la unión bancaria, podría complicarse si el viento sopla de cara la próxima vez, el primer pilar, la supervisión, ha fallado estrepitosamente. Tanto Monte dei Paschi como el Popular superaron las pruebas de resistencia europea. El Popular incluso el examen a la calidad de sus activos.

Mientras, el tercer pilar de la unión bancaria, una garantía de depósitos europea, se mantiene a una distancia lejana en el horizonte dada la oposición de Alemania. Al menos hasta que los bancos del Sur no pongan en orden sus libros, repiten desde Berlín, donde se han cargado de argumentos con el caso italiano y el español para continuar arrastrando los pies, cinco años después de que España e Italia, apoyados por Francia, arrinconaran a Alemania para sacar adelante la unión bancaria.

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