
El Banco Central Europeo ha amenazado con retirar la financiación a las entidades de crédito de Grecia, aunque la institución monetaria europea espera no verse obligada a hacerlo. Esta amenaza tiene como objetivo buscar la reacción de los políticos griegos para que cumplan las condiciones ligadas a la asistencia económica.
En las elecciones parlamentarias del 25 de enero se podrá ver si los votantes griegos están dispuestos a aceptar un sucesor que acepte las condiciones que van unidas al paquete de rescate del país. Mario Draghi ha dejado muy clara su posición: la ausencia de un programa significa que la entidad no garantizará dinero.
De esta forma, Draghi vuelve a utilizar una táctica que ya implementó durante las crisis irlandesa y chipriota. Y es que la posibilidad de que el BCE decidiese no financiar a dichos países contribuyó de forma definitiva para que los políticos se pusieran 'manos a la obra' con las reformas.
Y es que en un contexto de promesas para acabar con la austeridad como el que está proponiendo el partido Syriza, que encabeza las encuestas actualmente, el BCE ha dejado entrever que está dispuesto a retirar 30.000 millones de euros de financiación, incluso aunque eso llevara a Grecia en última instancia a abandonar la moneda única.
Si se amenaza con esas cosas, sería muy llamativo que se tomara esa medida, dijo James Nixon, economista jefe para Europa de Oxford Economics Ltd. en Londres. La negociación comienza con la amenaza de una destrucción mutua. Pero retirar la financiación a los bancos griegos es el tipo de medida que significaría que Grecia va camino de dejar el euro.
Fecha límite de la ayuda
Desde 2010, el BCE ha aceptado deuda pública griega y valores respaldados por el Estado heleno como garantía en sus operaciones de refinanciación con la condición de que el Gobierno cumpla con las medidas de austeridad y las reformas acordadas en sus acuerdos pactados a cambio de la ayuda financiera internacional.
Los bancos griegos dependen de esas operaciones para obtener unos 45.000 millones de euros de financiación. Los cálculos realizados estiman que dos terceras partes de esa suma corren peligro sin la ayuda del banco central, según explica el ministro de Finanzas, Gikas Hardouvelis.
El tiempo se agota, dado que el acuerdo actual con la Comisión Europea, el BCE y el Fondo Monetario Internacional expira a finales de febrero. Pero la liquidez que proporciona el BCE es más que necesaria para que las entidades financieras de Grecia sigan comprando deuda pública y seguir manteniendo la financiación del Estado a flote mientras las negociaciones se producen.
Hay mucho en juego. El ministro Hardouvelis explicó a Bloomberg Televisión que Grecia podría salir del euros si el nuevo Gobierno no llega a un acuerdos con los acreedores internacionales poco después de las elecciones.
La idea de que Grecia abandone el euro "no es un farol", señaló el ministro en Atenas. "Un accidente de este tipo podría ocurrir, aunque, por supuesto, la idea es evitarlo", señaló el ministro de Finanzas heleno.
Un acuerdo parecido a la Línea de Crédito de Condiciones Aumentadas (Enhanced Conditions Credit Line) constituiría ya una negociación bastante difícil para el primer ministro Antonis Samaras.
Mientras que para el líder de Syriza, Alexis Tsipras, podría estar fuera de alcance si continúa rechazando las medidas de austeridad que irían indexadas al acuerdo final. Financiación a cambio de cumplir ciertas reglas que marcarían los acreedores. Tsipras planea acabar con los recortes presupuestarios con la idea de que así logrará mitigar la pobreza y podría acabar con parte de la deuda de Grecia.
Los sondeos apuntan a que Syriza obtendría 28,1% de los votos en las elecciones, en comparación con el 25,5% del partido Nueva Democracia del primer ministro, según una encuesta de Kapa Research para el diario To Vima que se difundió el 10 de enero.
En la actual situación las entidades financieras griegas son muy dependientes del BCE, pero esta dependencia podría incrementarse si la incertidumbre sigue creciendo y parte de los depositantes deciden retirar sus fondos de los bancos helenos. La función del BCE como prestamista de última instancia sería clave para que los bancos griegos pudieran seguir funcionando con normalidad.