La agencia estadounidense Bloomberg, referencia en el mundo financiero, ha dedicado hoy un extenso reportaje a las conexiones del expresidente de Bankia, Rodrigo Rato, con Jaime Castellanos, presidente de Lazard en lo que considera como el ejemplo de los lazos que demuestran cómo las élites obtuvieron beneficios mientras las cajas de ahorros se hundían en pérdidas.
"Su relación ejemplifica como una red de líderes del partido gobernante, el PP, ayudó a sus socios entre la élite financiera a obtener beneficios mientras las cajas de ahorro acumulaban pérdidas", describe la agencia, que repasa las vicisitudes de esta relación entre Rato y Castellanos.
Y es que a pesar de que Rato negara ante el juez tener negocios con Castellanos (sí reconoció la amistad), su propio abogado, Ignacio Ayala, corrigió tres semanas después su declaración y reconoció que el exvicepresidente del Gobierno que tenía negocios con él.
Durante los 27 meses que Rato estuvo al frente de Bankia, Lazard ganó 9,2 millones de euros bien en nuevos contratos, bien en la ejecución de algunos que ya estaban firmado, según los documentos del juicio por la salida a bolsa, que precisamente fue asesorada por Lazard.
Jacob Funk Kirkegaard, del Peterson Institute for International Economics, ilustra la situación. "Esta combinación tóxica floreció durante el boom provocado por la entrada de España en el euro en 1999 y sirvió para profundizar el crash que acabó provocando el rescate financiero de 41.000 millones de euros", explica.
Las facturas de Lazard
Lazard facturó 2,84 millones con la opv de Bankia, además de otros 2,36 millones por asesor a Caja Madrid en la fusión que desembocó en Bankia y otros 1,77 millones en asesorar a la entidad sobre su política de dividendos, según los documentos del juicio. Además, firmó un acuerdo un mes antes de la salida de Rato para ganar hasta 9 millones de euros para buscar candidatos para una fusión, aunque finalmente no ingresó nada ya que no hubo operación. Tampoco pagó nunca dividendos.
"Las cosas que necesitamos hacer para que España funcione requieren que levantemos la alfombra de los itnereses de todos" los que tienen poder, explicó Ken Dubin, politólogo que imparte clases en el Instituto de Empresa y la Universidad Carlos III. "Esto es un chanchullo político orquestado para sober hasta el tuétano a los ciudadanos en beneficio de los políticos".
Rato, que también fue director gerente del Fondo Monteario Internacional (FMI), se enfrenta a una posible condena de prisión por contabilidad fraudulenta, fijación de precios, fraude y malversación en relación con el colapso de Bankia.
Rato ganó un salario base de 1 millón de dólares mientras trabajó para Lazard desde diciembre de 2007 hasta que fue nombrado presidente de Caja Madrid en enero de 2010, según el testimonio de Castellanos ante el juez. Tras su desembarco en la caja de ahorros madrileña, la entidad otorgó diversos contratos a compañías de Castellanos, aunque su relación era anterior a su llegado.
Pero con la llegada de Rato, Bankia también contrató tres pólizas de seguros con Willis Group, de la que Castellanos es presidente de la unidad española, tal y como confirmó la portavoz de la aseguradora, que mantiene que el negocio se consiguió a través de una competición justa. No han trascendido las cifras de estas operaciones.
Un sistema corrupto
Bloomberg destaca que este tipo de problemas también afectan al otro gran partido, el PSOE, y recuerda los escándalos de corrupción de los 90 con Felipe González y que la primera caja intervenida fue Caja Castilla-La Mancha, controlada por los socialistas.
"El sistema favorece a la gente con conexiones, ya sean personales o políticas", explicó Victor Lapuente, profesor de políticas de la Universidad de Gotemburgo. "Hay una creencia de que cuando alguien gana poder, el vencedor gana el botín. Es un legado de la dictadura".
La caída de Bankia fue la mayor de la historia corporativa de España. Rato dimitio de su cargo el 7 de mayo del año pasado, después de que los auditores se negaran a firmar las cuentas de 2011, que mostraban un beneficio de 309 millones de euros. Su sucesor, José Ignacio Goirgolzarri, corrigió las cuentas y anunció unas pérdidas de 3.000 millones de euros, recuerda la agencia.
"Fue una ruptura en la credibilidad del sistema", dijo Ismael Crespo, politólogo de la Fundación Ortega-Marañón. "La gente descubrió que en los últimos años hemos estado viviendo en una ficción gigante".