Opinión
Pedro Sánchez decidió tras el terremoto pasar una noche toledana en el refugio presidencial de Quintos de Mora, donde los campos lo miran con más confianza que su propio electorado. Allí, entre matorrales y confidencias, el presidente ha reflexionado y buscado soluciones tras asimilar que su segundo secretario de Organización del PSOE también venía con mácula: Santos Cerdán, alias "el pequeño". Antes fue Ábalos, el Barriguitas, el primero en besar la lona de la dignidad pública. El mote que figura en las grabaciones de la depravación debe ser, no por su aspecto orondo, ni mucho menos por su ternura, sino por su capacidad de esconder sobres y contratos opacos bajo el abrigo de la lealtad institucional.