Andalucía es líder mundial en la recepción de turistas residenciales, siendo Málaga, Cádiz y Huelva, las provincias donde el segmento presenta mayor grado de desarrollo. La bonanza climática, la proximidad y accesibilidad de los mercados emisores y la tradición turística figuran entre los factores clave que han favorecido la positiva evolución del turismo residencial.
Sin embargo, y de forma incomprensible, las Administraciones públicas siguen poniendo trabas a un pujante segmento. En medio de esta corriente negativa emerge la figura de la presidenta de la Junta, Susana Díaz, quien se ha mostrado a favor del turismo y la construcción. Ella ha valorado en público y en privado su impacto generador de riqueza y su papel en el desarrollo del territorio.
El sector se queja amargamente de los obstáculos a inversores extranjeros; de las medidas legislativas que restan competitividad; de las dificultades para abrir una cuenta bancaria; de impuestos desproporcionados y una legislación contra el fraude fiscal que les obliga a declarar todos sus bienes en sus países.
Profesionales como el arquitecto Salvador Moreno Peralta o los empresarios José Prado, presidente de la Asociación de Constructores y Promotores de Málaga, y Ricardo Arranz, presidente de la Federación Andaluza de Turismo Residencial, consideran que no se tiene en cuenta que genera empleo, cultura, infraestructuras y gasto constante en comercios y restauración.
Lo que hace falta son leyes que garanticen que ese turismo propicie un bienestar social y económico estable. El sector inmobiliario y el turismo deben formar un ecosistema integrado al servicio de la calidad y de la nueva demanda turística. El destino Málaga y Costa del Sol debe ser una marca dentro de Europa, y para ello, el turismo y la construcción no pueden ser compañeros de viaje mal avenidos, sino colaboradores. Hay que ser capaz de elaborar un urbanismo específicamente turístico, que genere riqueza. Y hay que saber comunicar, vender, hacer marketing, crear una marca.