Ya dice la Cámara de Cuentas que sin ahorro bruto se pagan gastos corrientes con ingresos para inversión.
El proyecto de presupuesto de la Junta de Andalucía para 2015 prevé un gasto consolidado de 29.625 millones de euros. A simple vista, es una cantidad de euros muy grande, que sobrepasa ampliamente la capacidad de estimación y previsión de cualquier persona normal. Sin embargo, es una cantidad escasa, si se compara con las previsiones presupuestarias de la misma Junta hace cinco o seis años: por ejemplo, en 2009, que fue año de récord, los créditos definitivos fueron de 36.688 millones de euros.
Con estas cantidades a disposición, es lógico que cualquier persona sienta la munificencia de un príncipe y tienda a pensar que puede hacerlo todo. La sensación se acrecienta si cuenta con facultades legislativas propias y se apunta las de un Parlamento utópicamente soñado a sí mismo como una cámara que embraces only conceivable power. No es de extrañar que algunos, aun con menos, sufrieran delirios californianos. ¡Quita príncipe! Emperador por lo menos.
Pero, si se descuenta el FAGA y la PIE de los Ayuntamientos, cuantías ambas en las que la Junta es simple mediadora de pagos, más la Deuda, el gasto del SAS, las Consejerías de Innovación, de Igualdad y de Educación, las Agencias y el entramado institucional de la Junta, queda un escaso 12 por ciento, es decir, menos de 3.500 millones de euros para todas las restantes Consejerías, entre las que está Justicia, Fomento, Agricultura y Medio Ambiente y para las "ostentóreas" políticas de cambiar el modelo productivo, redistribuir la renta y otros eslóganes parecidos. Ya dice la Cámara de Cuentas, que cada vez se expresa mejor y se merece el poquito que sube su financiación, que sin ahorro bruto se están pagando gastos corrientes con ingresos destinados a inversión. Vamos a la plaza con la ampliación de la hipoteca.
Falta transparencia. Falta la transparencia básica por todas partes: en unos, porque no dicen que tienen un concreto número de competencias esenciales, a las que se deberían dedicar los recursos prioritariamente sin delirios de grandeza y sin decir que van a hacer cosas que todo el mundo sabe que no tienen dinero para hacer; en otros, porque, sin declararlo expresamente, se sirven con astucia de la financiación para llegar al objetivo de que cada quien sólo se pueda ocupar de sus competencias esenciales.
La transparencia es un compromiso expreso, con el rango adecuado en cada caso, de poner información completa y accesible a disposición de personas independientes, que aquí son los ciudadanos. Atengámonos a la realidad. No podemos con el parcheo para abarcar demasiado y apretar poco, no podemos con políticas declaradas para una cosa y que sirven para otra, no podemos con promesas que se sabe que no se van a cumplir.