Uno de los objetivos de todo programa de ayudas públicas a la I+D+i debe ser que el resultado de los proyectos sea beneficioso y rentable para la sociedad.
Es cierto que los proyectos, sobre todo los dirigidos por las empresas, tienen una vocación de mercado clara, pero a menudo el resultado dista mucho de ser utilizado a corto plazo.
Por ejemplo, los avances tecnológicos en asuntos como la automatización de los vehículos (coches, camiones, aviones no tripulados tanto de carga como de pasajeros) o como el mismo coche eléctrico, permitirían un cambio revolucionario en el transporte tal y como lo conocemos hoy en día. Sin embargo, pese a que la tecnología necesaria ya se ha desarrollado y está disponible, aún no conocemos vuelos comerciales no tripulados ni termina de extenderse el uso del coche eléctrico. El salto tecnológico que falta por dar para que esto sea posible es relativamente pequeño y, no en pocas ocasiones, el mayor obstáculo es la propia sociedad o, al menos, el no haber previsto determinados comportamientos sociales
La integración de la tecnología del transporte en la sociedad debe afrontarse desde varias perspectivas. Por un lado, existen importantes relaciones entre los distintos modos de transporte, entre el transporte de carga y de pasajeros, entre el urbano y el interurbano, y entre el transporte y el ordenamiento del terreno. Estas relaciones mal contempladas pueden dar al traste con una buena solución tecnológica concreta. Pero, existe otra perspectiva de la integración tecnología/sociedad que suele ser más complicada de abordar: la integración entre la tecnología y el comportamiento individual, de las empresas y del sector público.
Particularmente, la Administración debe jugar un papel crucial en la asimilación de nuevas tecnologías en el transporte, favoreciendo económicamente aquellos sistemas más seguros, menos contaminantes y que aumenten la movilidad de todos, adaptando las infraestructuras públicas a estas nuevas tecnologías, y adoptando una normativa y una regulación que permita su uso.
La Unión Europea ha tratado de mejorar la integración entre tecnología y sociedad desde hace mucho tiempo. Recientemente, un grupo de asesores externos en transporte de la Comisión Europea ha publicado su respuesta a la consulta que hace la Comisión en lo relativo al programa de investigación plurianual H2020. Se trata de un interesante documento en el que, por ejemplo, se detallan los grandes retos en transporte que requieren una acción inmediata y en el que se habla precisamente de un marco conceptual en el que se han revisado estos retos y que señala que la interacción entre tecnología y comportamiento es crítica.
De nuevo, nos encontramos con una justificación adicional para seguir avanzando en el análisis del impacto que tienen los proyectos de I+D financiados. La función de las entidades financiadoras no debe finalizar con las justificaciones técnicas y económicas de los proyectos, sino que debe contemplar también cuál ha sido el impacto real en la sociedad.