Los esfuerzos por facilitar el acceso de la población a la mejora en su formación además de potenciar la equidad y la cohesión social, tiene efectos beneficiosos sobre la economía.
En economía, las expectativas juegan un papel fundamental. Una persona que dedica tiempo y esfuerzo para adquirir conocimientos y habilidades, en el futuro podrá desenvolverse mejor que otra que no lo haga. Existen evidencias empíricas de que las retribuciones y trabajos serán mejores en el futuro para los más formados. En España, la EPA de 2012 refleja los datos de paro en personas entre 24 y 29 años con estudios primarios: 51,04 por ciento en hombres y 53,9 en mujeres; para personas con educación universitaria: 24,89 por ciento entre los hombres y 23,69 entre las mujeres.
Esto, que resulta evidente a nivel individual, es cada vez más acentuado a nivel de país porque en las modernas economías desarrolladas cada vez es más importante el peso que tiene en su valor añadido el que corresponde al capital humano. Existe un enorme potencial económico a largo plazo en el conocimiento y la formación.
El contexto en que se encuentra la economía española es de sobra conocido. Inmersa en las secuelas de una enorme burbuja inmobiliaria, la recuperación de los niveles previos a las crisis aún está lejos y pasa por la reconducción del fuerte endeudamiento privado y público hasta magnitudes sostenibles.
Una forma de facilitar un futuro mejor a los ciudadanos es la educación, a largo plazo la mayor formación supone también mejores oportunidades de empleo y remuneración. Además el país cuenta con un enorme bagaje histórico y cultural que facilita las bases para mejorar la formación.
Los esfuerzos por facilitar el acceso de la población a la mejora en su formación además de potenciar la equidad y por tanto la cohesión social, tiene efectos beneficiosos externos sobre toda la economía.
Volviendo a las expectativas, es evidente que si estas mejoran, harán más llevaderos los esfuerzos de los ciudadanos para sobrellevar los rigores de la crisis. Los esfuerzos en formación pueden ayudar a mejorarlas.
Además, un país con buenos niveles educativos tiene mejores expectativas institucionales a medio y largo plazo lo que, en un contexto globalizado como el actual, facilita la captación de capitales e inversiones. Esto, en el caso español, sería especialmente interesante porque adelantaría y facilitaría la recuperación económica.