Andalucía

La milonga de la competencia

  • Para que las cadenas de suministro compitan, los agricultores han de ser relevantes.

El agricultor se ha convertido en un suministrador perfectamente sustituible: su producto es casi una commodity. La gran distribución funciona como cabría esperar de ella.

Suelen decir que mal de muchos, consuelo de tontos. La situación de desequilibrio en la cadena de valor agroalimentaria no es cosa sólo de España o Europa: es global, porque las cadenas de suministro son globales. El mismo problema que tienen los tomateros de Almería (muy atomizados) se da en México (con explotaciones medias de decenas de hectáreas). Cada vez logran menos dinero por sus productos.

La globalización ha permitido que las cadenas se internacionalicen, y que accedan a los mercados de mayor poder adquisitivo productos de casi cualquier procedencia u origen. Los analistas de este fenómeno han acuñado nuevos conceptos, en los que las relaciones de competencia ya no se establecerían entre empresas de un mismo sector, sino entre distintas cadenas de suministro. Esto, que sobre el papel es una idea sugerente, en la realidad se convierte en la mayor parte de los casos en una milonga, en el más argentino sentido de la palabra.

El concepto de cadena de suministro implica relaciones de cooperación verticales y una cierta estabilidad en la relación. Pero muchas de las grandes cadenas de distribución minorista suelen olvidar este detalle cuando se trata de productos frescos. El agricultor se ha convertido en un suministrador perfectamente sustituible: su producto es casi una commodity. En realidad, la gran distribución funciona como cabría esperar de ella y de los incentivos bajo los que trabaja. Aunque hay algunos orígenes difícilmente sustituibles, como es España para aceite, aceitunas, frutas u hortalizas. La oferta supone tal volumen en algunos momentos de la campaña que es imposible prescindir de ella. Pero eso puede cambiar relativamente rápido.

Los productores cárnicos del norte de Europa se vieron antes que los españoles sometidos a las presiones de la gran distribución, y su respuesta vino en dos vías: concentración de la oferta y la diversificación de productos, integrándose de manera vertical aguas abajo de la cadena. España aún tiene la ventaja del volumen, pero no durará siempre.

Para que la teoría de las cadenas de suministro que compiten se cumpla, los agricultores deben ser relevantes en el mercado; para que sus esfuerzos en calidad, en seguridad y en el ajuste con la demanda sean tenidos en cuenta y las reducciones de precios de venta no signifiquen disminuciones de sus ingresos en mayor medida que en otros eslabones de la cadena.

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