Las recientes fusiones no han creado en Andalucía una ingeniería aeronáutica capaz de competir en Europa.
Convencionalmente una ingeniería concibe un proceso o producto y lo diseña, plasmando sus ideas en un proyecto. En otro nivel, la misma ingeniería u otra, traduce ese proyecto en una serie de planos e instrucciones que ya pueden utilizar las contratas para construir o fabricar lo que se visionaba en el proyecto, el detalle.
Este esquema tradicional concentra el valor del conocimiento en esa fase de concepción y en su traducción a la ingeniería de detalle. Las ingenierías son pues empresas cuya economía se basa en el conocimiento, el de sus ingenieros.
Pero una ingeniería que no conoce a sus ingenieros, porque andan por ahí fuera trabajando en casa del cliente, cuyos ingenieros se forman y amplían sus conocimientos en casa del cliente, que no aplica los conocimientos de sus ingenieros, los aplica el cliente, no es una ingeniería, es mucho más parecido a una ETT de ingenieros, eso no es hacer ingeniería.
Las tractoras necesitan ambas ingenierías, las de verdad y las de tipo ETT, pero en Andalucía la gran carga de trabajo se concentra en las tipo ETT. Por muy orgullosos que se muestren en ciertas jornadas los responsables de la industria de las fusiones que han propiciado, ni se ha conseguido una gran ingeniería con fuerza para competir en Europa, ni se ha conseguido siquiera tener una verdadera ingeniería.
Necesitamos proyectos nuevos para equipar a las aeronaves nuevos sistemas de misión, que hayan de ser concebidos, diseñados por nuestras ingenierías y construidos por la industria auxiliar, solo así estaremos añadiendo valor a nuestros aviones.
Cierto es que las fusiones y joint ventures son pasos en la dirección correcta, pero no basta hoy día con caminar en la dirección correcta, porque los demás "van en coche" en la dirección correcta.