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Rioja, Ribera o Rías Baixas: así resisten los pequeños bodegueros españoles a la crisis

  • El cese de actividad en hostelería ha sido un duro revés para ellos
  • Lejos de hacer recortes, apuestan por la inversión para hacer el mejor vino posible
  • Hablamos con Telmo Rodríguez, Benjamín Romeo, Ricardo Peñalba y Robustiano Fariña
Telmo Rodríguez, de bodegas Nuestra Señora de Remelluri (Rioja)
Madridicon-related

Que el coronavirus ha afectado a todos los actores de la economía española es ya noticia vieja, pero esa circunstancia se acentúa cuando nos referimos a un sector, como es el del vino, que hace ya tiempo que atraviesa días aciagos.

Y eso que España puede presumir de algunos datos de peso, como el hecho de ser el país con más hectáreas de viñedo o el tercer productor de vino mundial. Además, no deja de crecer la reputación del vino español, especialmente la de los nuevos productores que se han ido asentado en las últimas dos décadas.

Sin embargo, el consumidor español parece no estar a la altura del producto, y la crisis del Covid-19 ha venido a refutarlo.

Hace ya semanas que se dio la noticia de que el consumo de alcohol, especialmente vino y cerveza, se había disparado durante estos meses de confinamiento. Pero esos datos apuntan sobre todo al vino que puede encontrarse en supermercados, proveniente en su mayor parte de grandes bodegas que juegan con márgenes y calidades.

En un sector que representa el 1% del PIB nacional, de las casi 4.300 bodegas en activo en 2018, apenas un 2% facturaba alrededor del 75% del total del sector.

E irónicamente, son esas grandes compañías las principales beneficiarias de las ayudas que se están solicitando al Gobierno para capear el temporal, permitiéndoles destruir cosechas. Los pequeños y medianos productores, en cambio, no puede permitírselo, porque sus uvas son su único patrimonio.

Así que la mayoría ha apretado los dientes, ha puesto la mirada en el futuro y ha afrontado estos meses de confinamiento con aún más ahínco para intentar conseguir el mejor de sus vinos.

Benjamín Romeo, de bodegas Contador (Rioja)
Benjamín Romeo, de bodegas Contador (Rioja)

Los que conocen a Benjamín Romeo, al frente de Bodega Contador, en la Rioja Alavesa, saben que no es un hombre que se ande con medias tintas a la hora de hablar, y en este asunto se expresa con la sinceridad que le caracteriza: "En vista de lo que estaba ocurriendo, pensé que este año se iba a poner la cosa muy jodida, y había que tomar decisiones". Una de ellas ha sido embotellar solamente el vino que tenía vendido y cobrado, es decir, el premier de los dos grandes vinos: La Cueva y Contador.

Al margen de eso, y aprovechando el tiempo libre que le han dejado las semanas confinamiento, Romeo decidió dedicarle toda su atención a Predicador, su vino más popular (el cual nunca falta en la bodega de Clint Eastwood, dicho sea de paso), el cual él mismo describe como "el mejor Predicador que he embotellado nunca".

Eso es mucho decir de un vino que viene deparando tantas alegrías desde su primera añada, allá por 2006, pero en opinión del bodeguero, había que ir en busca de la excelencia para sobreponerse a las circunstancias: "Por muy mal que esté la cosa, si puedes comprar un Maseratti a precio de un Nissan, la gente no es tonta".

Una actitud similar es la que ha mantenido Telmo Rodríguez en Remelluri, una bodega que ya venía caracterizándose por vinos de cuidada elaboración pero que este bodeguero quiere llevar un paso más allá, y esta pandemia mundial, más que una excusa para bajar el ritmo, ha sido el impulso definitivo para esforzarse aún más.

"En este país suele buscarse producir mucho y lo más barato posible. Yo en cambio estoy ahora haciendo mucho menos vino, prácticamente hemos bajado a la mitad la producción, pero uno más caro. Estamos a punto de dar el salto hacia un Remelluri excepcional".

Mejor fuera que dentro

La caída del mercado nacional ha sido un duro revés para la mayoría de estos pequeños y medianos bodegueros, en su mayor parte dirigidos al canal de tiendas especializadas y restauración, que se ha visto especialmente tocado por el cese de actividad. "En el caso del mercado nacional ha sido un parón absoluto", confirma Ricardo Peñalba, de Finca Torremilanos, en Aranda de Duero, y expone una cuestión importante:

"En España se ha perdido mucho el hábito de consumo de vino y la mayoría es a través del supermercado, de la gran distribución. Nosotros venimos apostando desde hace ya diez años por un mercado centrado en el pequeño comercio y la hostelería, así que el golpe ha sido terrible".

Por su parte, Robustiano Fariña, dueño junto a su hermano Baldomero de Bodegas ATTIS, en Rías Baixas, reconoce que viven "una gran incertidumbre ante la marcha de la distribución nacional, porque se han perdido tres meses importantes, que coinciden con la salida a venta de las nuevas cosechas, y aunque la situación se vaya reactivando, difícilmente se podrán recuperar esos tres meses de ventas".

Robustiano Fariña, de bodegas ATTIS (Rías Baíxas)
Robustiano Fariña, de bodegas ATTIS (Rías Baixas)

Por otro lado, Fariña advierte de que en apenas dos meses meses estarán vendimiando, "es decir, que tenemos una cosecha del 19 que prácticamente no ha arrancado en nacional y en nada tendremos lista la del 20. Por suerte, nosotros elaboramos vinos con capacidad de guarda, así que podrán aguantar. Digamos que estamos preocupados pero no nerviosos".

A la tranquilidad de Robustiano Fariña también ayuda el hecho de que el mercado internacional se haya portado sorprendentemente bien.

Según datos del Observatorio Español del Mercado del Vino (OeMv), el volumen de exportaciones del sector lleva varios años bastante estable, alrededor de los 10.357 millones de litros, pero el valor en euros ha ido creciendo hasta superar los 31.771 millones de euros en 2019.

Es decir, no se vende mucho más vino, pero sí a mejores precios medios (por encima de los 3 euros/litro). Y eso lo han sentido los bodegueros españoles: "La exportación ha seguido funcionando", comenta Fariña: "Da la sensación de que no se vivía de la misma forma esta crisis en algunos países extranjeros, y eso nos ha ayudado a las bodegas que tenemos una cuota importante en exportación".

También en Contador se mueven bien en mercados externos, y desde esa experiencia Benjamín Romeo señala que "a nivel internacional, lo que parece estar más jodido es el oeste (EE UU, México y toda Sudamérica), que pese a todo, para nosotros es un mercado muy importante. Otros, por ejemplo Canadá, sigue marchando genial".

Menos ayuda y más solidaridad

Ante las peticiones de ayudas regionales y estatales por parte de D.O. y cooperativas, los pequeños y medianos bodegueros tienen claro que el único camino para mantenerse a flote es seguir ofreciendo buenos vinos que revaloricen la marca, dado que esas ayudas, caso de llegar, apenas las sentirán ellos. Si en algo coinciden es en que el mejor camino es seguir adelante con esfuerzo, solidaridad y trabajo.

De momento, el anuncio de algunas grandes bodegas de que este año no van a comprar uva ha destrozado algunas bodegas. Benjamín Romeo apela en este sentido a la solidaridad y reinvención de las grandes compañías:

"A mí me parece mal, la verdad. Esa gente son mucho de vinos de supermercado, ¡pues saca ofertas, saca cosas interesantes! Si haces eso, si haces buenas ofertas, en vez de venderse tanta cerveza a lo mejor la gente apuesta por el vino, y ayudas así a las pequeñas bodegas".

Por su parte, Robustiano Fariña comenta al respecto: "No creo que nos llegue ninguna ayuda. Al final es una cuestión de racionalizar, de aguantar. Saldrá adelante quien mejor sepa gestionar esta situación. Toda ayuda y apoyo siempre es bien recibido, pero en un sector como el nuestro, al fin y al cabo, la cuestión es que se consuma vino, y solo las grandes bodegas tienen la posibilidad de que les paguen por destruirlo".

Tampoco Telmo Rodríguez pone sus esperanzas en inyecciones económicas: "Creo mucho más en la gente que en esa especie de medidas de la Virgen de Lourdes que es el Estado. En definitiva, lo importante es que el consumidor sea bueno y consciente".

Y esa es otra cuestión capital que surge cuando se habla con estos bodegueros apasionados no de su negocio sino del producto excepcional que logran obtener de sus viñas a través de sus bodegas. Más allá de la crisis del COVID-19 y de sus devastadores efectos económicos, los pequeños y medianos productores apelan al consumidor y la Administración para poner en valor el vino español de calidad.

Ricardo Peñalba, de Finca Torremilano (Ribera del Duero)
Ricardo Peñalba, de Finca Torremilanos (Ribera del Duero)

"Es fundamental recuperar el consumo de vino", afirma, rotundo, Ricardo Peñalba, y recuerda que la desconexión del sector con el público en este país no es nada nuevo, "es algo que ya surgió hace bastantes años. Es un factor cultural sobre el que no solo tenemos responsabilidad los bodegueros sino también los políticos, hay que ver si la Administración está por la labor. El vino es un valor de nuestra cultura regional y nacional, y deberían quitarle el polvo y la caspa y hacer que brille conjuntamente con el producto artesano en general, no solo del vino".

Guerra al 'low cost'

Y es que, pese a la alta producción de vino y su buena reputación internacional, España sigue siendo un país de cerveza. En concreto, según datos del canal de alimentación publicados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, los españoles consumen unos 48 litros de cerveza por persona y año, frente a los 14 litros de vino que beben per cápita.

Más concretamente, según datos de 2018, el consumo de cerveza alcanzó los 830 millones de litros (con un gasto de 1.048 millones de euros), mientras que el de vino se quedó en los 433 millones (1.157 millones de euros). Mayor gasto, sí, pero mucho menor consumo.

Esa falta de interés por el vino afecta especialmente a esa citada nueva generación de bodegueros, aunque algunos de ellos, como Telmo Rodríguez, afronta la cuestión con optimismo: "Es un momento muy interesante, el de la revelación de nuestro país en el sector del vino a través de unas estructuras mucho menos industriales y sí bastante más personal. Y tras todos estos años de trabajo, el siguiente paso va a ser ver cómo el consumidor nacional consigue engancharse a esta pequeña revolución".

En ese sentido, Rodríguez cree que el drama que se ha vivido este año y que ha llevado a parar en seco y ha dado tiempo para pensar en lo que realmente importa conducirá a una crisis del low cost:

"El consumidor español consume muy mal, consume marcas, sin saber lo que bebe, sin saber de dónde vienen las cosas, y eso ha potenciado una viticultura low cost.

Y añade: "El ciudadano, como consumidor, tiene que reaccionar ante ese 'barato sea como sea', y consumir de una forma más sabia, o por lo menos más consciente. Tenemos que llegar a una situación como lo de Apple: 'Bebe diferente y bebe mejor'. El consumidor debe ser ahora muy consciente de que tiene que apoyar a los que trabajamos bien".

Y con el mismo tono encendido, Ricardo Peñalba asegura que "ahora mismo estamos trabajando con mucha ilusión. En estas cosas no puedes ir a medias tintas, reduciendo costes. Nosotros vendemos vino de cinco cosechas hacia atrás, así que la cosecha que estamos trabajando hoy la venderemos durante los próximos años, y si no lo hacemos bien sería hipotecar nuestro futuro".

Reconforta observar esa actitud de esfuerzo y confianza, como le ocurre a Benjamín Romeo: "¡Claro! Aunque la situación está chunga, soy de la opinión de que no nos podemos meter debajo de la mesa. Hay que crear ideas, nuevas formas... Es verdad que el año pasado por esta fecha ya lo tenía todo vendido, y el anterior y el anterior, pero bueno... ¿Qué vas a hacer? Pues lo que sabes, y lo mejor que sabes".

Ninguno de estos bodegueros ha dejado de trabajar en estos meses, y lejos de recurrir a ERTES o recortes, la mayoría ha ampliado equipos e invertido en equipamiento, todo para que este 2020 no solo sea recordado por una pandemia mundial, sino también por un puñado de excelentes vinos españoles.

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