La naturalidad ha comenzado a imponerse como un nuevo canon de belleza. Cada vez son más las famosas que deciden dejar de ocultar sus canas. Actrices, royals y celebridades que en otro momento habrían mantenido su pelo teñido de forma estricta, hoy presumen de mechones plateados como símbolo de autenticidad, madurez y elegancia. Letizia, Carolina de Mónaco o Ángela Molina encabezan este movimiento, al que también se han sumado otras como Gwyneth Paltrow, Carla Bruni o Jane Fonda.
Carolina de Mónaco marcó un punto de inflexión en 2020, durante el Día Nacional del Principado, al lucir su melena gris con una diadema, sin disimular nada. Lejos de camuflar sus canas, las realzaba, transmitiendo seguridad y estilo. Doña Letizia, siempre observada al milímetro por su imagen pública, fue una de las primeras royals en dejar que sus canas asomaran de manera natural. Primero abandonó su rubio más juvenil, y poco a poco permitió que su tono original volviera a dominar su imagen. El resultado ha sido una versión más sobria, segura y cercana de sí misma, que ha recibido muchos elogios.

Ángela Molina, referente del cine español, también ha abrazado sus canas con una elegancia natural que forma parte ya de su identidad. Su melena larga, oscura y salpicada de gris no solo refleja su autenticidad, sino también una forma de reivindicar que la belleza no está reñida con la edad. En la misma línea, Carla Bruni o Gwyneth Paltrow han permitido que la naturaleza marque el ritmo de su imagen capilar, y lo han hecho con total coherencia con su discurso vital.
Desde la psicología, esta decisión no es superficial. Según el medio especializado Self, muchas mujeres que dejan de teñirse experimentan una sensación de liberación. Dejar crecer las canas no solo reduce el estrés asociado a la necesidad de mantener una imagen joven a toda costa, sino que también refuerza la autoestima. En muchos casos, se trata de una respuesta consciente frente a los cánones sociales que exigen juventud perpetua y perfección.
Durante la pandemia, al no poder acudir a los salones de belleza, muchas mujeres dejaron crecer sus canas por necesidad. Pero lo que comenzó como una obligación se convirtió para muchas en una revelación: vivir sin esclavitud estética, reconciliarse con el paso del tiempo y aceptar el cuerpo tal como es. De ahí que este gesto se haya convertido en una declaración simbólica, incluso política.
Según EatingWell, optar por lucir las canas también puede interpretarse como una forma de protesta. Es un modo de afirmar que la madurez tiene un valor estético propio y que no es necesario someterse a los dictados del mercado cosmético para ser considerada atractiva. Las canas, en este contexto, dejan de ser una señal de decadencia para convertirse en un símbolo de experiencia, sabiduría y autenticidad.
Becca Levy, profesora de psicología y epidemiología en la Universidad de Yale, ha investigado cómo la percepción del envejecimiento afecta a la salud mental y física. Según sus estudios, las personas que desarrollan una imagen positiva del envejecimiento tienden a vivir más y mejor. La aceptación de las canas como parte natural del proceso vital es, en ese sentido, una expresión visible de ese cambio de mentalidad.

Y es que dejar de teñirse no significa abandonar el cuidado personal, sino elegir una forma más realista, saludable y libre de relacionarse con uno mismo. Mujeres como Jane Fonda, Salma Hayek o Andie MacDowell también han contribuido a normalizar este gesto, mostrándose con orgullo y sofisticación. Las canas, hoy, no son símbolo de dejadez: son el nuevo lenguaje de una belleza madura y segura. Una belleza que no busca parecer otra cosa, sino mostrar con orgullo lo que se es.