¿Por qué caen las bolsas?
- Sánchez aviva el espantajo de la derecha para aprobar sus Presupuestos
Amador G. Ayora
Las bolsas mundiales cerraron una semana horribilis por culpa de la Reserva Federal (Fed). Wall Street amenaza con concluir el año con todos los índices en rojo, con el Nasdaq en terreno bajista, lo que significa una caída de más del 20% desde los máximos del año.
El detonante fue el comunicado de la Reserva Federal después de que subiera los tipos de interés del 2,25 al 2,50%. Los tipos se incrementarán al menos en otras dos ocasiones a lo largo del próximo año. El discurso del presidente del banco central, Jerome Powell, quien prometió mantener el ritmo de retirada de la compra de bonos, provocó el derrumbe del mercado.
¿Qué significa eso? La Fed emitió unos 4,5 billones de deuda desde 2008 para inundar los mercados de liquidez y evitar un colapso de la economía mundial y ahora toca ir retirando todos esos fondos, lo que implica que habrá menos dólares en manos de los estadounidenses y, por ende, menos consumo y menor crecimiento.
El problema es el ritmo con el que se retira este dinero del mercado (quedan en torno a 2,7 billones), porque si se hace de manera abrupta o demasiado rápida puede provocar un parón en seco de la actividad. Y ese es el temor de los mercados, que habían dado por descontada la subida del precio del dinero del miércoles e incluso las dos del año que viene y de hecho se recuperó en las jornadas previas. Pero esperaban un discurso más condescendiente de Powell, que no se produjo.
Para Powell, lo importante no son las bolsas, sino el coste de la deuda
El presidente de la Fed anunció que mantendría la velocidad de retirada de bonos en piloto automático, en vez de sugerir que se podría levantar el pie del acelerador para adaptarse al ritmo de la economía y calmar la volatilidad de las bolsas.
¿Por qué fue tan cruel Powell? Porque él no ve la economía como lo hacen en Wall Street. Para Powell, lo importante no son las bolsas, sino el coste de la deuda. El bono americano a diez años incluso bajó del 3% pese a los recientes incrementos del coste del dinero, porque la inflación sigue siendo baja y no hay gran presión sobre los precios. Como se sabe, con tipos de interés al alza, lo lógico es que aumente el coste de la deuda y, por ende, el del crédito y ello frene la actividad. Cosa que, de momento, no se ha producido. Por lo tanto, Powell no ve inconveniente en seguir subiendo los tipos y retirando miles de millones de dólares.
Los mercados ven las cosas de otra manera: más a medio y largo plazo. Tras los recientes anuncios del descenso de la producción industrial y del consumo en China y la enésima revisión a la baja del crecimiento del Banco Central Europeo (BCE), temen que EEUU se contagie en cualquier momento. La economía americana crece al 3,5%, pero la previsión para 2019 es que este ritmo se reduzca al 2,5% o incluso al 2,2%, es decir, en más de un punto porcentual.
Para colmo de males, Trump amenazó este jueves con cerrar el Gobierno por discrepancias en el gasto con los demócratas, lo que paralizaría la actividad pública y añadiría mas incertidumbre.
En este contexto, si Powell mantiene su hoja de ruta, podría ahogar la economía americana, teniendo en cuenta, además, que el efecto de la bajada de impuestos de Trump se agotará a lo largo de 2019. A ello hay que añadir el conflicto comercial con China, que sigue abierto, o el Brexit. Solo se resolvieron las discrepancias del Gobierno italiano con la Comisión Europea. Como se ve, el mundo es un lugar convulso e intranquilo.
Los mercados desconfían y tendrán que esperar a ver algún signo de que la economía americana está fuerte
El secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, intentó devolver las aguas a la calma sin mucho éxito. El jueves sugirió que la retirada de dinero, que se decide en coordinación con el Tesoro americano que él dirige, se producirá de manera tranquila, como se ha hecho hasta ahora, y que, probablemente, no haya que subir más los de tipos de interés en 2019. Un panorama mucho más alentador. Pero los mercados desconfían y tendrán que esperar a ver algún signo de que la economía americana está fuerte y la inflación, bajo control, antes de volver a remontar el vuelo.
En nuestro país, la situación no es menos complicada que en el resto. Pedro Sánchez intenta darle la vuelta a la situación y sacar partido de la derrota de Susana Díaz en Andalucía, gracias a la llegada de Vox. Al grito de ¡que viene la derecha!, intenta que Torra y Junqueras le den el visto bueno al Presupuesto para evitar la convocatoria de elecciones y mantenerse en el poder hasta 2020.
Para preparar el camino, el Gobierno aprobó este viernes la subida del Salario Mínimo y de las pensiones y elevará el 7% las cotizaciones máximas a la Seguridad Social en el Consejo de Ministros que se celebrará a final de año. Con este panorama, no sé si felicitarles las fiestas o dejarlo para otro año. ¡Feliz Navidad!
PD: El panorama empresarial estuvo marcado por la guerra interna en Dia y el nombramiento de Francisco González como presidente honorario de BBVA tras más de dos décadas al frente de la entidad. La semana que viene haremos un balance de su gestión, aprovechando que deja el 1 de enero la presidencia ejecutiva del banco. Su sucesión fue complicada, debido a las cortapisas del BCE para aceptar el nombramiento de Carlos Torres, un ejecutivo al que se considera más ligado al mundo digital que al bancario.
Torres tuvo que renunciar a nombrar a su candidato favorito, Ricardo Forcano, en favor del turco Onur Genç por indicación del BCE y luego tuvo que ceder una parte de su poder. El banco que preside Draghi no quería que Torres concentrara todas las decisiones, debido a su corta experiencia en el sector, y forzó que Genç informe de su gestión directamente al consejo de administración en lugar de al presidente. Parece que las tensiones hasta llegar al acuerdo fueron grandes en Fráncfort, entre bromas y veras se preguntaban: "¿BBVA es un banco o una fintech?"