Opinión

Un Gobierno del PSOE y Podemos, el peor escenario para la economía

  • Una Gran Coalición queda ya desgraciadamente descartada
  • Sorprende la resistencia a dimitir de Albert Rivera
Los líderes del PSOE y Podemos en una foto de Reuters de mayo.

elEconomista.es

Las elecciones anticipadas del 10-N se saldaron con un resultado que muy poco tiene que ver con lo que el presidente Pedro Sánchez esperaba cuando las convocó. El PSOE volvió a ganar los comicios, pero lo hizo a costa de empeorar sus resultados (tres escaños menos, hasta quedarse en 120) en el Congreso, perder su mayoría absoluta en el Senado y quedarse todavía más lejos de poder gobernar en solitario.

Es más, la configuración parlamentaria que arroja el 10-N es todavía más compleja que la obtenida hace seis meses. A ello contribuye el ascenso que han experimentado las fuerzas nacionalistas. Los independentistas catalanes en conjunto, sumarán 23 escaños, uno más que en abril. El retroceso que ha experimentado ERC se ha visto así compensado por la entrada de la CUP en la Cámara Baja y por el aumento de Junts per Catalunya, que ha pasado de siete a ocho escaños. En paralelo, el nacionalismo también crece en Navarra y País Vasco, al tiempo que el BNG resurge y ¡Teruel existe! y Más País logran representación parlamentaria.

Sin sorpasso a la izquierda

El adelanto electoral tampoco ayudó a que la derecha acabara con su fragmentación a escala nacional y lograra el sorpasso a la izquierda.

El PP experimenta una clara mejora al dejar atrás los 66 escaños de abril, el peor resultado de su historia (inferior incluso a las primeras elecciones de José María Aznar) y cuenta ahora con 88 diputados. Con todo, no se cumplió la expectativa de recuperar los 100 asientos y Vox, con su meteórico ascenso, ha conseguido aglutina 3,6 millones de personas del electorado de la derecha.

Su espectacular evolución, desde los 47.000 votos con los que conformó en 2016 a convertirse en tercera fuerza, lo avala con creces para ocupar el lugar que hasta ahora correspondía a Ciudadanos. Esta última formación sufre una hecatombe prácticamente sin parangón en la historia democrática española, al pasar de 57 a 10 diputados.

Los electores han castigado con fuerza la contribución de Ciudadanos al bloqueo de la anterior legislatura. Por ello, resulta sorprendente que el principal responsable de esa posición, Albert Rivera, se resista a dimitir y reaccione con la convocatoria de una Ejecutiva que tiene bajo su completo control.  

Pese a la debacle, debe reconocerse que la decena de diputados de Rivera pueden servir para que Pedro Sánchez sea investido, incluso en primera vuelta, sumando una mayoría con Podemos y otros partidos. Ese apoyo tendría la ventaja de no tener que contar con el aval del independentismo, en especial de ERC.

Ahora bien la expectativa de un Gobierno de coalición con Pablo Iglesias, al que Sánchez responde a su militancia con un "ahora sí o sí", implica amenazas todavía más graves. Es por ello lógico que el líder de los populares, Pablo Casado, no muestre ninguna actitud favorable a acercarse al PSOE y permitir un Ejecutivo en el que Podemos tendría peso.

Se cierra así toda posibilidad de formar una Gran Coalición al estilo alemán, que constituiría la mejor respuesta al bloqueo político y a la desaceleración del PIB y queda abierto el camino a la mayor amenaza que planeó durante la anterior legislatura.

Medidas lesivas

Un Ejecutivo de izquierdas de este tipo será proclive a elevar el gasto y financiarlo con medidas fiscales lesivas como endurecer Sociedades, penalizar a las rentas altas en el IRPF o castigar el diésel.

Pero también pueden llegar medidas más radicales como elevar el SMI a 1.200 euros, desmontar la reforma laboral o distorsionar el mercado del alquiler. Nada sería más perjudicial para la economía española, ante el delicado momento que afronta.