
El Grupo Siliken, participado mayoritariamente por Zriser, el brazo inversor de los hermanos Pablo, Ana y Begoña Serratosa, ha anunciado la construcción de una de las mayores plantas solares del mundo en Durango (México) -100 megavatios de potencia-, con la que continúa su exitosa expansión por el mundo. Uno de los fundadores y actual presidente de la compañía valenciana, Carlos Navarro, explica su estrategia.
¿Cómo superó Siliken el bache del sector fotovoltaico en España?
Nosotros en 2007 ya teníamos un tamaño suficiente como para iniciar un plan de expansión, y eso es lo que hicimos, con una filial en Francia, luego en Italia y en Alemania, adonde mandamos a uno de los socios fundadores, Alfredo Puche, y también en California. Cuando sufrimos el parón de España, en septiembre de 2008, ya estábamos preparados.
Y se volcaron en la internacionalización.
Sí. En mayo de 2009 empezó a arrancar el mercado Alemania y tiró del mundial. Lo notamos enseguida y en noviembre de ese año ya superamos el pico de producción que habíamos alcanzado en julio de 2008. Las filiales están consolidadas, Italia es dónde más facturamos y luego Alemania y Francia. Estamos en buena posición, y como este mercado sigue creciendo, estamos yendo allí donde se desarrolla.
En el último año han abierto plantas de producción en Rumanía, Canadá y México, que absorbió la de California. ¿Tienen previstas más?
Hay un proyecto en India, pero todavía no está confirmado. Igual que hicimos en otros países, llevamos tiempo analizando el mercado para ver si debemos llevar fabricación a India ya, dentro de medio año o de un año, porque allí hay mucho negocio potencial y requiere fabricación local. Somos muy flexibles con la fabricación local.
¿Qué inversión supone?
La inversión para la fabricación de módulos no es muy relevante, depende del tamaño. Una línea típica de 50 megavatios pueden ser dos millones de euros. En India, donde la mano de obra es más barata, no iremos con una línea de alta automatización, sino de automatización intermedia o baja.
De sus proyectos fuera, ¿cuál es el más importante?
De los que más tiene que contribuir en el futuro, Siliken Estados Unidos, porque tenemos en California una cuota de mercado del 2,5 por ciento, que es relativamente alta, y Estados Unidos prácticamente está por explotar. Hay que tener en cuenta que es como Italia, Alemania, Francia y España juntas y ni de lejos está al nivel de desarrollo de estos países. Llevamos casi cuatro años allí, lo conocemos muy bien y le vemos mucho potencial. También lo vemos en mercados emergentes como México y Brasil, o Chile, que no es emergente, pero sí a nivel fotovoltaico, porque tiene mucho recurso solar y el precio de la electricidad es alto.
¿Mantienen su apuesta por la energía eólica?
Es un proyecto que estaba en la compañía, pero ha salido porque era muy pequeño y a Siliken no le encajaba en su desarrollo. La gestiona el equipo de ingeniería que había con apoyo de algunos de los socios de Siliken.
¿Cuándo podrá desarrollarse la energía fotovoltaica en España sin necesidad de subvenciones?
La verdad es que a España no le dedico el tiempo suficiente para saber cómo estamos hoy, pero probablemente para un autoconsumo ya vale la pena hacer una instalación en el tejado de una casa o de una nave, porque el precio de la electricidad sigue subiendo y el coste de la tecnología baja a un ritmo anual del 10 por ciento. Este año, por ejemplo, nuestros módulos han bajado un 30 por ciento. Otra cuestión es la financiación. El handicap de esta tecnología es que se tiene que financiar a 15 años, y ahora mismo los bancos no tienen dinero.
¿Dejará de ser un problema el marco regulatorio español?
Para quienes hemos invertido en energía solar fotovoltaica el marco es una vergüenza. Es tercermundista, se ha quebrantado la seguridad jurídica. Nos han reducido los ingresos un 30 por ciento en cada planta y todos los que hemos invertido con una financiación de los bancos nos hemos encontrado con una expropiación que, hablamos de Venezuela, pero esto ha sido peor, porque no te lo esperas.