Llama la atención que en el avión de bajo coste a Targu Mures, la principal ciudad del distrito de Mures, no hay ni un turista. Nos dirigimos a Transilvania, una de las regiones más desconocidas y misteriosas de Europa, hogar de Drácula, el vampiro más famoso de todos los tiempos.
El escritor irlandés Bram Stoker dio a conocer al príncipe Vlad Tepes 'El Empalador'
Ir a Transilvania en busca de Drácula es como ir a La Mancha tras los pasos de Don Quijote. Nunca existió, pero la leyenda, la historia y la literatura se entremezclan en un viaje que se torna apasionante. El primer documento en el que se usa una denominación para esta región rumana está fechado en 1075. Escrito en latín, describe a esta tierra como 'trans silva' (al otro lado del bosque), probablemente una traducción del nombre húngaro 'Érdely' ('erdÅ‘' significa bosque).
Transilvania limita al este con los Cárpatos Orientales, que sirven de frontera con Moldavia, con picos de hasta 2.500 metros. Al oeste se encuentran los Apuseni, algo más bajos, con picos de hasta 1.800 metros. Entre ambas hay una gran meseta (la meseta transilvana) con alturas de entre 300 y 500 metros. La región, que ocupa algo más de 100.000 kilómetros cuadrados, cuenta con una población de 6,5 millones de habitantes.
La región de Transilvania, que ocupa algo más de 100.000 kilómetros cuadrados, cuenta con una población de 6,5 millones de habitantes.
Empieza el viaje. A media hora de Targu Mures en coche se encuentra Sighisoara, una de las ciudades medievales habitadas más antiguas de Europa, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Aquí, al norte de los Cárpatos nació el Conde Drácula, llamado realmente Vlad Tepes ('el empalador'), un príncipe de Valaquia del siglo XV que aterrorizó a sus vasallos y que luchó contra el Imperio Otomano.
El escritor irlandés Bram Stoker fue quien dio a conocer al príncipe rumano con su obra 'Drácula', escrita en 1827. Stoker murió en Londres, hace poco más de un siglo, arruinado, enfermo, loco por la sífilis y obsesionado con la criatura que había creado. Curiosamente jamás visitó en persona la región que ambientó la vida del vampiro más famoso de la historia.
Sighisoara es una pequeña ciudad de cuento. Esta villa fortificada, con sus coloridas casonas y empinadas calles empedradas, es una de las ciudades más bellas de Rumanía y la capital del País Sajón, una serie de valles y aldeas medievales e iglesias fortificadas del siglo XII. La ciudadela medieval se conserva intacta, encaramada sobre una colina.
En la espectacular ciudad medieval de Sighisoara nació el Conde Drácula.
Sus 11 torres, dedicadas a los diferentes gremios medievales, compiten por ser la más bonita de la ciudad. En el centro de la plaza mayor se encuentra la torre del reloj, la antigua entrada principal de la ciudad, convertida hoy en un interesante museo de historia. A pocos metros se halla la Casa de Drácula, el lugar donde nació Vlad Tepes en 1431, y donde supuestamente vivió hasta los cuatro años.
Brasov, la capital turística rumana
Continuamos por las destartaladas carreteras rumanas. A 117 kilómetros de Sighisoara, entre bosques encantados y verdes praderas, llegamos a Brasov, el destino turístico de Rumanía por antonomasia, una ciudad de fachadas barrocas y cafés bohemios circundada por montañas perfectas. No podemos irnos de la capital transilvana sin dar un paseo por la plaza de Sfatuliu, donde se encuentra la Iglesia Negra, la mayor catedral gótica entre Viena y Estambul. El color oscuro se debe a un incendio que sufrió en 1689.
Brasov, una bohemia ciudad barroca entre montañas
A un paseo en coche de este importante destino turístico aparece Poiana Brasov, las mejores pistas de esquí del país. Una treintena de kilómetros más allá, entre las montañas Bucegi, se vislumbran los castillos de Rasnov, Sinaia y el más famoso de todos, el de Bran, ícono por antonomasia del Conde Drácula. Aunque no vivió aquí, y ni si quiera se sabe a ciencia cierta si visitó alguna vez el castillo, decenas de autobuses cargados de turistas se acercan hasta esta escarpada y verde región montañosa.
Dejando a un lado el romanticismo, toda la parafernalia draculiana en esta región es absolutamente ficticia. Puede que el príncipe hiciera una parada en Bran, allá por el siglo XV, puede que no, pero nunca habitó en él. Los locales lo saben y, aunque viven en parte del renombrado conde sediento de sangre, no les gusta el esotérico personaje en el que se ha convertido Vlad Tepes, el príncipe que ayudó a expulsar a los otomanos.
Transilvania tiene tantos lugares que ver que el reportaje se queda corto. Entre aldeas plagadas de gitanos y minas de sal abandonadas en mitad de la montaña aparecen las espectaculares fortalezas eclesiásticas, únicas en el mundo. Biertan, Valea Viilor, Calnic, Darjiu, Prejmer, Viscri y Saschiz son las diferentes iglesias fortificadas construidas entre los siglos XI y XIII por los sajones, y hoy declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
La ciudadelas medievales sajonas son características de la región.
Cada vez que este pueblo de origen germánico palpaba una invasión, sobre todo otomana, emprendían obras de refuerzo. Mientras que las ciudades de mayor tamaño e importancia se fortificaban totalmente, las más pequeñas lo hacían alrededor de su iglesia.
Las vacaciones llegan a su fin. Hay que volver a la ex comunista Targu Mures, donde devolveremos el coche de alquiler. Las ciudades sajonas, los pueblos que evocan la época medieval, los senderos por los Cárpatos, las pistas de esquí, el Conde Drácula, los carros de caballos... Transilvania, la región con más iglesias del mundo por kilómetro cuadrado, seguirá anclada en el tiempo a la espera de un turista sediento de draculiana belleza.