
Sus servidores están en Suiza, uno de los países que mejor protege el secreto de las comunicaciones, y sus fundadores son científicos del prestigioso MIT estadounidense y del CERN, el laboratorio nuclear donde se desentrañan los secretos del universo, así que no debería extrañar que el servicio de correo electrónico encriptado esté siendo un éxito. Por eso, y porque además de ser gratis, las democracias occidentales parecen cada vez menos proclives a respetar la privacidad de sus ciudadanos.
La organización ha confirmado este jueves que su servicio abandona la fase de pruebas y que ya es completamente funcional. Y si hasta ahora era necesario esperar varios días para conseguir acceso (la compañía era incapaz de crecer al mismo ritmo que la demanda) desde hoy el registro es inmediato.
La mejor característica de ProtonMail es que parece sólo otro servicio de correo web más. No hace falta tener ningún conocimiento especial para que los mensajes de nuestro buzón se guarden encriptados. Eso quiere decir que, incluso si alguien (un suponer: la NSA) consiguiese penetrar en los servidores del sistema y acceder a los datos que guardan, sólo obtendría un complicado galimatías que no se puede descifrar sin la clave del usuario.
Para ello, ProtonMail le pide al usuario dos contraseñas de forma sucesiva. La primera sirve, como en Yahoo o Gmail, para acceder al servicio. Pero sólo con la segunda se podrá desencriptar -en el móvil, tableta o PC que estemos usando- los datos que contiene el buzón. Eso crea una barrera tan infranqueable que si el usuario pierde su segunda clave, ProtonMail no podrá hacer nada para ayudarle.
Apps para Android e iOS
Segunda ventaja: enviar y recibir mensajes encriptados nunca fue tan sencillo. Ya hemos dicho que los correos se almacenan codificados pero, ¿qué pasa cuando se están moviendo por la red? Como internet se puede pinchar por casi cualquier parte, la única solución para que sigan siendo privados es que, al viajar, nuestros mensajes vayan también encriptados.
Ya había soluciones en el mercado -casi todas gratuitas- que permitían esto mismo, aunque eran relativamente engorrosas. Pero en ProtonMail la situación cambia, porque cualquier mensaje entre dos usuarios de este servicio se transmitirá siempre de forma encriptada, sin necesidad de que hagan nada.
¿Y qué pasa cuando enviamos un mensaje a un usuario de otro servicio que no admite encriptado? En estos casos, ProtonMail permite enviar el mensaje codificado. Quien lo reciba, si quiere leerlo, tendrá que conocer una clave acordada previamente entre ambos extremos de la comunicación. Y un plus de seguridad: el emisor de estos mensajes puede elegir que se autodestruyan en un tiempo prefijado. Pasado ese plazo, el mensaje simplemente dejará de existir.
ProtonMail, que ha sido objeto de varios ataques en los últimos meses y que acaba de abrir también sus apps para Android e iOS, presume de privacidad en The Register al asegurar que hace más o menos un mes tuvieron que dar curso a una petición judicial procedente de Reino Unido.
"Todo lo que pudimos hacer", explica uno de sus responsables, "es entregar a las autoridades británicas los datos que pedía, pero encriptados". Al ser preguntado sobre las nuevas leyes en Estados Unidos y Reino Unido que intentan limitar el uso de la criptografía recurriendo al manido argumento del terrorismo, apunta: "la tecnología de Protonmail se basa en las matemáticas. Pero a diferencia de la nueva legislación, las leyes de la ciencia son bastante constantes".