Tecnología

La NASA aprovecha el lanzamiento de la película 'The Martian' para impulsar el viaje al planeta rojo

  • Utiliza además el hallazgo de agua líquida para autopromocionarse

Hace varias décadas que la NASA tiene en su abarrotada mesa de proyectos la idea de poner a un humano sobre la superficie de Marte. La falta de presupuesto y la larga lista de tareas pendientes que tiene la agencia pública han ido posponiendo sin embargo la empresa, que entre tanto se ha refinado con cada bit de información que iba llegando desde cada una de las naves (y los rovers) que visitan el planeta rojo. La primera de ellas, una soviética en 1965. La última, una de India en 2014.

Es el planeta más parecido a la Tierra, pero las dificultades de un viaje a Marte en el que además de mantener despierta a una máquina hay que mantener también con vida -al menos- a un ser humano, disparan el presupuesto hasta unos 36.000 millones de dólares.

Y eso, según las estimaciones realizadas por el  emprendedor automovilístico/aeroespacial Elon Musk, notorio por ser el propulsor de una generación de naves orbitales low-cost.

Otros más osados salpimentan el proyecto con una sencilla idea para abaratarlo aún más: el que despegue rumbo a una colonia marciana, que se olvide de volver a este planeta. Sin billete de retorno, las necesidades logísticas se reducen considerablemente.

Con o sin billete de vuelta, podría parecer que 18.000 millones de dólares de presupuesto anual que tiene la NASA no son poca cosa para dar los primeros pasos hacia Monte Olimpo, Marte (la mayor cumbre por cierto del sistema solar, con 24 kilómetros de altitud).

500 millones al año

Pero si se mira el detalle de gasto por proyecto, a Marte le tocan sólo 500 millones de dólares de los que la NASA recibe cada año. Con ellos la agencia mantiene vivas nada menos que seis misiones simultáneas: los satélites Mars Reconnaissance Orbiter, Mars Express (a medias junto con la europea ESA), Mars Odyssey (en órbita desde 2001), y Mars Atmosphere and Volatile EvolutioN (recién llegada, hace ahora un año), así como los vehículos marcianos Opportunity (gemelo bajo la misión Mars Exploration Rovers del ya difunto robot Spirit) y Curiosity (o más pomposamente Mars Science Laboratory).

Si el medio millar de millones aún le parece bastante, espere, porque la agencia pública todavía tiene en preparación los siguientes vehículos: InSight (un aparato destinado a tocar el suelo pero no a arrastrarse por él: sólo a perforarlo) y Mars 2020 (este sí: un jeep todavía más grande, e inteligente que sus antecesores, y que quizá podría ser el primero en enviar de vuelta a la Tierra muestras minerales).

No extraña por eso que la NASA aproveche cualquier ocasión para hacerse publicidad gratis. Claro que lo de esta semana ha sido una verdadera alineación astral (y disculpen el juego de palabras): la presentación -prevista- de la película The Martian y la -al parecer imprevista- publicación de los datos científicos que demuestran, con las mejores evidencias recogidas hasta la fecha, que en Marte hay agua líquida. Bajo el suelo, salada, estacional y quizá sólo en determinadas zonas... pero agua.

La agencia federal asegura que la superposición de eventos ha sido pura coincidencia. Pero si es así, la carambola no ha podido ser más espectacular. Se esperaba, desde luego, capitalizar el lanzamiento de la película, cuyo guión narra la historia de un astronauta de la NASA se queda en Marte cuando el resto de compañeros emprenden el retorno a casa.

Sin prisa pero sin pausa

No en vano la responsable (junto con la extinta URSS) de los principales avances en exploración espacial ha prestado todo el asesoramiento posible para la realización de la cinta, tal como ya había hecho con Gravity, Interstellar y la desoladora Europa Report. Aunque con la diferencia clave de que, en The Martian, la NASA es un protagonista más de la historia.

Súmese a eso la afortunada publicación del hallazgo de agua, con el que la agencia ha tenido los reflejos suficientes como para reaccionar en cuestión de días, organizando una presentación convenientemente cebada para los medios de comunicación bajo el título "El misterio de Marte, resuelto".

Con el planeta rojo de moda Lori Garver, una antigua alta responsable de la NASA, reconoce que el impacto conjunto de los dos hechos -el de ficción y el científico- será sólo momentáneo, pero no por ello menos bien recibido.

Con un presupuesto risible -en términos proporcionales-, Garver señala que "en este punto realmente no tenemos nada más. Marte es un proyecto tan a largo plazo, y las razones para llegar hasta allí son tan singulares y heterogéneas, que es difícil mantener el interés del público" durante mucho tiempo.

La estrategia de la NASA, tanto la de comunicación externa como la de investigación, seguirá siendo así la de la gota malaya. Porque antes, mucho antes de poner a un estadounidense en Marte habrá que convencer a un legislativo que entiende mucho mejor el retorno de programas de armamento como -por ejemplo- el F-35 que la épica de un amanecer marciano.

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