
A la vista del empeño que pone últimamente en ella, puede que la idea de llenar los hogares de Estados Unidos con baterías de alta capacidad fuera desde el comienzo su principal línea de negocio, y que los coches eléctricos de alta gama fuesen sólo un vector más del asalto de Elon Musk a la economía del petróleo. Sea como sea, Tesla Motors parece decidida a cambiar el patrón de consumo eléctrico de millones de hogares de occidente con su última apuesta, que podría servir para dar el empujón definitivo al autoconsumo basado en fuentes renovables.
Porque lo que esta compañíapropone es que en cada casa haya al menos una batería de Ión-Litio, para que sus habitantes puedan llenarla gratis utilizando paneles fotovoltaicos o mini generadores eólicos, y vaciarla conforme vayan surgiendo las necesidades de sus electrodomésticos.
En ese esquema, similar al de los acumuladores térmicos que calientan el agua con los rayos del sol, la red eléctrica convencional, con sus alambicadas redes de transporte a larga distancia y sus gigantescas centrales de generación -basadas a menudo en procesos tan detestados por la opinión pública como la quema de carbón o la fisión nuclear- se conviertan en meros sistemas de respaldo y, quizá algún día incluso puedan desaparecer.
Precisamente este factor es clave para que las autoridades estadounidenses apoyen, directa o indirectamente, el proyecto. La casi total liberalización del sistema de transporte eléctrico de ese país es a menudo citada como una de las principales causas para que las grandes compañías inviertan lo justo (es decir, menos de lo que el consumidor demanda) para mantener la calidad y la estabilidad en el suministro.
Pero si sólo una pequeña parte de los consumidores se desconectasen de la red, siquiera unas pocas horas al día, parte de los problemas asociados a la congestión -como los apagones accidentales por sobrecarga, o los preventivos realizados durante los picos extraordinarios de demanda- se aliviarían o desaparecerían.
Claro que el autoconsumo ya existe actualmente, pero plantea dificultades técnicas y de tarificación cuando se trata de evaluar cómo, cuándo y a qué precio pueden volcar los consumidores a la red la energía que les sobra. Al permitirles almacenar su propia electricidad, buena parte de esas complicaciones desaparecen de un plumazo.
De momento no se conocen las especificaciones técnicas concretas de las baterías que Musk va a producir en masa, ni tampoco su precio, factores de los que dependerá en buena medida la velocidad de penetración en el mercado y la respuesta de las grandes compañías integradas verticalmente que lo dominan actualmente.
Con el precio de los sistemas fotovoltaicos en caída libre, y el de la electricidad procedente de la red en ascenso, pocos dudan de que en el camino que Musk emprende ahora con Tesla hay dividendos a la espera de ser recolectados. Sin embargo, la única certeza que tenemos por el momento es esta: "ya hemos terminado el diseño, y debería pasar a (la fase de) producción en 6 meses", dice Musk. "Es genial".