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2.000 millones al año se pierden con las fugas de agua en las ciudades

Los últimos datos del INE indican que en las ciudades se pierde una cuarta parte del agua que se les suministra anualmente, unos 1.133 hectómetros cúbicos. Con un precio medio de 1,71 euros por meto cúbico, el coste asociado es de 1.937 millones. La industria y la agricultura pierden todavía más.

Es frecuente que los titulares de prensa -como el de este artículo-, se fijen en la cantidad de agua que se pierde en las redes de distribución de las poblaciones. Es fácil señalar lo que a primera vista parece un dispendio imperdonable, pero la verdad, una vez que se rasca la superficie, muestra una faz diferente.

El agua que se pierde en las ciudades apenas llega al 3,5 por ciento del agua total suministrada. La gran mayoría de las pérdidas, el 96,5 por ciento restante, se produce en los usos industriales y, sobre todo, en la agricultura, con costes muy dispares.

Así se desprende de un reciente informe de la Fundación Aquae y el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, denominado La eficiencia en los sistemas de distribución: revisión sobre la gestión del agua no registrada, "el primer análisis no académico sobre la materia desde la década de 1960", en palabras de Ángel Simón, presidente de la Fundación.

España consume anualmente unos 31.000 hectómetros cúbicos de agua. De ese volumen, tan sólo un 18 por ciento corresponde a las ciudades y pueblos, mientras que un 21 por ciento satisface las necesidades de la industria y un 60 por ciento se destina a la agricultura.

De acuerdo con los datos del INE, en las poblaciones se pierde -no se registra en los contadores- una cuarta parte del agua suministrada. Una vez más, puede parecer una cantidad muy elevada, pero no lo es tanto; la tecnología y la economía, con rendimientos decrecientes, establecen límites a la eficiencia del sistema de abastecimiento.

Con pérdidas del 15 por ciento se entiende que la gestión está optimizada y sólo se considera que es mejorable cuando se supera el 25 por ciento, precisamente el nivel español.

O sea, que la situación en España no es mala, aunque podríamos estar mejor. La tendencia era buena -en 1990 se perdía el 30 por ciento-, pero un reciente informe de PWC indica que están empeorando por falta de inversión.

A grandes rasgos, cuatro son las principales causas de que se pierda ese 3,5 por ciento de agua en el ciclo urbano: el estado de las propias infraestructuras (1,6 por ciento), los errores en los equipos de medida (otro 1,6 por ciento), el fraude (0,2 por ciento) y las operaciones de red (0,1 por ciento).

Pérdidas en la agricultura y la industria

El mayor consumidor de agua, la agricultura, también es el que mayores pérdidas registra, si bien su cómputo depende de numerosas variables, desde el tipo de sistema de riego -aspersión, gravedad, goteo?- hasta el tipo de suelo o el cultivo.

Mención aparte merece la situación de los canales y demás infraestructuras de transporte y distribución de agua hasta las parcelas cultivadas y los sistemas de riego propiamente dichos, sobre las que no se suele prestar la atención necesaria.

A pesar de los esfuerzos que se vienen haciendo en la modernización de regadíos, la eficiencia del aprovechamiento de los recursos hídricos por parte de la agricultura se mantiene en una horquilla muy amplia, que va del 30 al 90 por ciento. En Andalucía, en 2008, se superaba ligeramente el 50 por ciento; en Cataluña, ese mismo año, el nivel era sensiblemente peor, menor del 42 por ciento.

La industria, por su parte, considera el agua como un insumo más de su proceso productivo; la forma en que se abastezca de ella y el tipo de gestión que haga, dependen de parámetros locales y particulares.

En aquellos sectores que precisan de un suministro constante y elevado, como el químico o el papelero, se aplican medidas de eficiencia y reutilización; en ellas destaca particularmente la metalurgia, que es capaz de reutilizar hasta un 80 por ciento del agua.

Sin embargo, la aplicación tecnologías solventes y la reutilización son tareas pendientes en el conjunto del tejido productivo, como demuestra que sólo el 0,7 por ciento de toda el agua tratada en las plantas depuradoras se reutilice en procesos industriales.

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