
Al final llevar una vida saludable puede tener un coste económico más alto para la sanidad pública que acumular grasas o fumar pitillo tras pitillo. Es la paradójica conclusión de un estudio del Instituto Nacional para la Salud Pública de Holanda.
Para llegar a este resultado, los investigadores han creado un modelo que simula los costes sanitarios de tres grupos de mil personas divididos en saludables, obesos y fumadores. Entre los 20 y los 56 años, los obesos se llevaban la palma del gasto sanitario. Pero como los fumadores y las personas con sobrepeso fallecían antes, compensaban su factura final hasta el punto de salir su atención sanitaria más barata, pese a acumular más problemas cardiovasculares.
De media, las personas saludables vivían 84 años, los obesos llegaban a los 80, mientras que los fumadores se quedaban en 77 años. Pero cuando esos años se ponen en la balanza del gasto sanitario, la mayor carga económica corresponde a los más sanos, 417.000 dólares frente a los 371.000 dólares de coste medio de una persona obesa o los 326.000 dólares de un fumador.
La salud no ahorra
Los datos del estudio financiado por el Ministerio de Sanidad de Holanda no reflejan los costes indirectos asociados a la enfermedad en bajas laborales o pérdida de productividad, pero sí cuestionan el recurrente argumento del ahorro utilizado para implicar a los Gobiernos en la lucha activa contra la obesidad.
Para el director de la investigación, el economista Peter Van Baal, los gobiernos deberían reconocer la evidencia de que el éxito de los programas de salud pública contra el tabaco y la obesidad brinda la oportunidad de morir de una enfermedad más costosa y a una avanzada edad. Es el caso, por ejemplo, del Alzheimer comparado con el cáncer de pulmón, mucho más barato de tratar el tumor porque los pacientes fallecen antes.
El biodemógrafo estadounidense Jay Olshansky señala a elEconomista que el reto está en "extender la vida saludable sin enfermedades, no en alargar los años de vida porque tenemos un límite".