La firma automovilística se lanza con la gama Cee'd a hacerse un hueco entre los consumidores europeos. La facilidad de conducción y su sorprendente capacidad de respuesta avalan este reto.
¿Quién dudaba de que los fabricantes coreanos no iban a alcanzar el nivel exigido para enfrentarse, en igualdad de precios, a los constructores europeos? La prueba irrefutable de que no es así es el Kia Cee'd. Además, este modelo es la punta de un iceberg formado por otras dos versiones con diferentes carrocerías y un hermano gemelo que llegará en los próximos meses de la mano de Hyundai.
El Cee'd, con sus cinco puertas, se enfrenta a coches tan emblemáticos y de tanto arraigo en nuestro país como el Renault Mégane, el Ford Focus y el Opel Astra. Esto supone un gran salto cualitativo con respecto al Cerato, modelo al que sustituye.
Es el coche mejor hecho de la marca coreana, aunque quizá no cale entre los compradores. El punto flaco del nuevo Kia se encuentra en su diseño, excesivamente minimalista frente al buen trabajo desarrollado por la competencia. Habrá que esperar a septiembre para conocer las líneas de la carrocería familiar y a diciembre para ver la versión de tres puertas, y comprobar si se ha mejorado en este aspecto.
Buen comportamiento
Conducirlo es toda una experiencia porque se comporta de una manera exquisita, con estabilidad, seguridad, equilibrio... Posiblemente, en el terreno del confort no sea de los primeros, pero resulta evidente que el fabricante ha primado el buen comportamiento por encima de todo.
El Kia Cee'd se ha desarrollado partiendo de cero sobre una plataforma inédita caracterizada por una distancia entre ejes muy larga (2,65 metros), que permite obtener un habitáculo cómodo y espacioso, uno de los mejores de la categoría. También se beneficia el maletero de esos centímetros de más, alcanzando los 340 litros.
Potentes frenos
El chasis cuenta con una suspensión independiente que permite gozar de un excelente comportamiento bien asistido por una dirección eléctrica de muy buen tacto y unos potentes y resistentes frenos de disco. Sus dos puntos fuertes son el equilibrio dinámico que le otorga su larga distancia entre ejes y la facilidad de conducción. Además, desde la variante Active cuenta con controles de estabilidad y de tracción, así como con un sistema de asistencia a la frenada de emergencia.
Su carrocería muestra un diseño sencillo, sin audacias. Lo mismo sucede con el habitáculo, en el que se aprecia una positiva evolución de la calidad de los acabados. El salpicadero, de buena factura, consta de un cuadro de instrumentos de fácil lectura y de una consola central de atractivo diseño. Los asientos delanteros resultan agradables al tacto y a la vista. La banqueta trasera admite sin problemas a tres ocupantes, que disfrutarán de mucho espacio para las piernas y una distancia más que suficiente con respecto al techo.
Tres versiones
El coche se ofrece en versiones Concept, Active y Emotion, todas muy bien equipadas. En realidad, sólo admite dos opciones: la pintura metalizada (320 euros) para todos los modelos y el aire acondicionado para los Concept (1.050 euros).
Todas cuentan con seis airbags, el antibloqueo de frenos (ABS), las luces de lectura delante y detrás, un ordenador de viaje, un volante regulable en altura y profundidad, el asiento del conductor ajustable en altura, unos retrovisores exteriores eléctricos y térmicos, un reproductor de discos con formato MP3, los mandos de la radio en el volante y un cierre automático de puertas en función de la velocidad.
Los fabricantes creen que la mecánica más demandada de este modelo será el motor diésel CRDi de 1.6 litros de cilindrada y 115 CV de potencia. Pero la más interesante es el objeto de esta prueba: un 1.9 litros que entrega 140 CV. Se trata de un motor de funcionamiento progresivo, silencioso, sin vibraciones, con mucha fuerza desde bajas revoluciones, lo que evita cambiar de marcha con asiduidad, y con una sorprendente capacidad de respuesta.
