País Vasco

'El riesgo de no crecer'

Miguel Angel Lujua, presidente de Confebask

Uno de los grandes retos que la crisis ha estimulado en el ámbito de las empresas ha sido, sin duda, el de la internacionalización. Por efecto de la crisis, pero también como consecuencia de que, cada vez más, el mercado se conforma como un único espacio global donde la competencia también lo es, las empresas vascas han debido intensificar los esfuerzos que venían realizando para ampliar su presencia en el mundo y ya no solo a través de la exportación, sino también, cuando ello ha sido posible, con implantaciones productivas directas.

El recurso a la internacionalización ha dejado de ser, en este sentido, una opción para transformarse en una exigencia ineludible especialmente para las empresas industriales. Una exigencia que, sin embargo, en el caso del País Vasco está chocando con una limitación importante: el reducido tamaño de nuestro tejido productivo.

El 98,8% del tejido productivo vasco está integrado por pymes y micro pymes con un tamaño medio de 5 empleados, que solo sube a 15 en el caso de la industria. Empresas a las que resulta cada vez más complicado abarcar el mercado internacional. La lejanía, el desconocimiento, las diferencias culturales, la inversión económica, en personas, recursos y tiempo que es necesario dedicar a la consecución de contactos y de contratos, la miríada de normativas, regulaciones y certificaciones que es preciso atender?constituyen importantes obstáculos que la dimensión de nuestras empresas todavía ralentiza y dificulta más.

En un universo económico cada vez más grande y con más competidores, que requiere una creciente inversión en tecnología, maquinaria, formación o I+D+i para poder mantenerse en posición competitiva, el tamaño de nuestras empresas se ha trasformado, no obstante, en un factor crítico incluso de supervivencia.

Ya no se trata de la necesidad de crecer, sino del riesgo de no hacerlo. De ahí que una de las prioridades que desde el mundo empresarial y también como parte de la política industrial se plantea abordar de forma ineludible es cómo conseguimos aumentar la dimensión de nuestras compañías, ya sea a través de adquisiciones, fusiones, joint venture o cualquier otra fórmula que permita de forma unitaria compartir esfuerzos, abarcar objetivos y mercados cada vez más ambiciosos, al tiempo que se hace frente con garantía a la necesidad de potenciar la diferenciación y un más alto valor añadido.

Está ampliamente demostrado que disponer de mayor tamaño empresarial aporta importantes ventajas económicas, empresariales y sociales. Otorga la posibilidad de contar con empresas más productivas, con mayor capacidad para crecer, invertir e innovar. Favorece la mayor propensión exportadora que resulta hoy imprescindible. Posibilita que el coste de financiación para la empresa sea menor. Genera un empleo más resistente a los efectos de las crisis. Todo ello al tiempo que incrementa los ingresos y la recaudación pública, contribuyendo, por tanto, al sostenimiento de servicios y prestaciones esenciales que suponen progreso y bienestar para el conjunto de los ciudadanos.

La no disponibilidad del mismo representa, sin embargo, una clara amenaza por cuanto no solo no se tiene masa crítica para posicionarse en un mercado exterior cada vez más difícil y complejo, sino que se pierde también capacidad defensiva en el propio espacio local. Se pierden, en definitiva, opciones de competir, pero sobre todo de sobrevivir.

Se da, por otra parte, la circunstancia de que el avance demográfico y económico en las economías emergentes va a generar en los próximos años grandes oportunidades para la actividad industrial que una región de especialización productiva como la nuestra no puede pasar por alto.

Tenemos razones para sentirnos orgullosos de lo mucho y bien que nuestras empresas individualmente consideradas vienen trabajando para ser cada día mejores y para abrirse internacionalmente, de su visión de presente y de futuro, de su conciencia al respecto de los retos globales en los que están inmersas, de su compromiso con el país y con su progreso. Ese esfuerzo ha sido además especialmente intenso desde que se iniciara la crisis.

Sin embargo, ese esfuerzo individual debe serlo también cada vez más compartido. Compartido entre las propias empresas favoreciendo la necesaria cooperación interempresarial y no sólo de las pymes entre sí para ser más grandes y competitivas, sino también entre las afortunadamente importantes empresas tractores vascas de que disponemos por el mundo y las pequeñas empresas que como proveedores, pueden ofrecer a éstas un eficiente servicio de acompañamiento.

Esfuerzo compartido que es igualmente necesario entre las empresas y la Administración para orientar adecuadamente nuestras prioridades económicas como país, para facilitar la apertura de mercados, para definir planes de apoyo, que ayuden a que el objetivo internacional de nuestras pymes no se convierta en inasumible. Colaboración público-privada, para definir, gestionar y desarrollar una óptima política industrial que incida en la mejora competitiva de nuestro tejido productivo, pero también en la capacidad de nuestra economía para mantener esos estándares y atractivos que han posibilitado tradicionalmente nuestro crecimiento y todo lo que de él se deriva.

No en vano, sólo si tenemos empresas competitivas en el mundo podremos garantizar las posibilidades de futuro de una economía como la vasca, de también escaso tamaño, y su capacidad para seguir generando aquí el empleo, y los recursos públicos con que atender nuestras actuales y futuras necesidades económicas y sociales.

Miguel Ángel Lujua, presidente de Confebask

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