
A pesar de que la figura del 'emprendedor' está de moda, es la esperanza del nuevo tejido empresarial y proliferan los programas públicos y privados para apoyarles, lo cierto es que la financiación de las nuevas ideas empresariales se sustenta principalmente gracias a los fondos que aportan los emprendedores, sus familias y sus amigos. Así se puso de manifiesto en la presentación del libro 'Financiación del proceso emprendedor', editado por Pirámide y realizado por los catedráticos de Económicas de la UPV-EHU, Jon Hoyos Iruarrizaga y Ana Blanco Mendialdua, que se presentó el miércoles en el Colegio Vasco de Economistas.
La publicación, extraída de una tesis doctoral, realiza una radiografía de la situación del emprendimiento en España y de las fuentes de financiación a las que pueden acceder los emprendedores en las diferentes fases de vida de las nuevas empresas. Así se constata, como explicó Jon Hoyos, que en los tres primeros años de vida 'el tejido empresarial español está sustentado, en un 52,4%, por los propios promotores, sus familias y sus amigos', por lo que los otros mecanismos financieros no están llegando a estos proyectos.
En el estudio se deja patente que para este tipo de proyectos empresariales la financiación bancaria, por la propia tipología de las entidades financieras, no es la más adecuada, con excepción de programas específicos que empiezan a surgir en 'microcréditos'.
Jon Hoyos y Ana Blanco explicaron que mientras existen innumerables publicaciones sobre cómo montar una empresa en poco tiempo, así como muchos cursos y programas de asesoramiento para crear una empresa, consideran que existe una carencia enorme a la hora de formar a los emprendedores en la búsqueda de financiación, lo que provoca que muchos de ellos desistan de sus proyectos al no saber dónde acudir o acudir a la ventanilla equivocada.
En el estudio se detallan los mecanismos de financiación externa que existen al margen de la financiación bancaria (Venture Capital, Business Angles, el nuevo Crowdfunding, Capital Riesgo, Préstamos Participativos, etc), se identifica a las organizaciones que actúan en cada uno de esos ámbitos de financiación y se explica a cuáles debe acudir el emprendedor en función de si su empresa es de autoempleo, de un sector tradicional o de los nuevos sectores tecnológicos.
Sobre los programas públicos de apoyo a emprendedores (asesoramiento, incubadoras empresariales, subvenciones, créditos, etc.) Jon Hoyos reconoció que hay una gran proliferación de programas, a los que se suman los que promueven otras organizaciones empresariales, pero todos ellos con una característica común: hay muchos y muy dispersos, lo que les resta efectividad, por lo que abogó por una verdadera coordinación entre programas y organismos.
Entre las figuras financieras que más podrían respaldar a los emprendedores en sus fases iniciales, Jon Hoyos y Ana Blanco, identificaron los Venture Capital (capital riesgo semilla), los Business Angles y los nuevos mecanismos de microfinanciaciaón en masa (Crouwdfunding). Sin embargo en España aún no se ha desarrollado una verdadera red de Business Angels, ni de Crouwdfunding, en parte por la inexistencia de marcos regulatorios claros y sobre todo por la falta de incentivos fiscales que hagan realmente atractivos estos mecanismos para los inversores.
Recientemente desde las grandes corporaciones empresariales han empezado a desarrollarse programas de fomento de emprendedores tecnológicos (Repsol, Telefónica, etc), a través de concursos, programas de incubación, préstamos, etc, que para los autores del estudio amplían las posibilidades. A su entender, estás grandes corporaciones están poniendo en marcha estos programas no sólo por la función social que implican, sino por la capacidad de vigilancia tecnológica que a ellos les puede aportar.
Pero no sólo en la fase de creación y lanzamiento del proyecto emprendedor existe carencia de financiación, sino también en sus primeras fases de consolidación y crecimiento. Así constataron que cuando una empresa ha conseguido salir, tiene clientes, facturación y empieza a generar recursos (cash flow positivo), aunque aún sin salir de las pérdidas, se produce una nueva brecha de financiación (Equity Gap). En España esta brecha se produce con necesidades financieras de entre medio milón y los dos millones de euros, que si no se logran captar las empresas se quedan ralentizadas y desaparecen sus posibilidades de poder ser proyectos escalables (de alto crecimiento)
Finalmente para las empresas que consiguen consolidarse, pero que tienen que dar el siguiente paso para crecer los mecanismos de financiación a los que se puede acudir son las entidades de Capital Riesgo o incluso cotizar en el Mercado Alternativo Bursátil, pero en ambos caminos España sigue estando muy rezagada con respecto a la Unión Europea y Estados Unidos.