
Si no surgen más sorpresas, Bankia necesita hoy 24.000 millones de euros públicos para que no se hunda. Traducido, que cada uno de los 47 millones de españoles tenemos 'invertidos' 500 euros de nuestros impuestos en dos negocios de riesgo: el primero, un banco a punto de quebrar, y el segundo un país que o sanea su sistema financiero o le interviene la UE.
¿Cuántos empleos podrían haberse creado gastando esos 24.000 millones de otra manera? Daré una pista. En 2011 los miembros de France Angels, asociación que une a 82 redes de business angels, invirtieron 44,5 millones en 327 empresas que crearon 2.400 trabajos. Cada empleo salió por tanto a 18.000 euros privados. Como Francia mantiene el impuesto de patrimonio, a aquellos adinerados que invirtieron en innovación se les permitió una deducción de hasta el 50% de dicho tributo (con un tope de 45.000 euros) por ampliaciones de capital en PYMES de cualquier país europeo. En otras palabras, en 2011 el Estado Francés renunció a recaudar hasta 9.000 euros por cada empleo que financiaron los angels. Si dividimos los 24.000 millones de Bankia por 9.000, nos sale un potencial de crear 2,6 millones de trabajos en España. Y en industrias tan punteras como las TICs, biosanitarias, o el CleanTech.
Estos cálculos solo pretenden llamar la atención sobre el potencial que tienen las rebajas fiscales a business angels para generar empleos de calidad en compañías competitivas. El verdadero reto que tenemos es demostrar con datos sólidos la bondad de estas medidas, reto que debería asumir tanto el Gobierno actual, que ya en la oposición propuso deducciones del 25% en la renta, como el sector de la inversión privada en España, que aún tiene que recoger mejor información de su actividad para poder hacer lobby.
Por un lado hay que convencer a la opinión pública de que estas exenciones no son favoritismo para 'ricos'. Ya disfrutan de ellas las entidades de capital riesgo supervisadas por la CNMV, cuya actividad es parecida a la de los angels, pero es que además cualquier persona que invierta en fondos (un vehículo al alcance de todos, e infinitamente más seguro que apostar en start-ups) tiene derecho a descontarse las pérdidas de sus plusvalías. Parece justo en consecuencia recompensar fiscalmente a unos 'ángeles inversores' que arriesgan más que nadie (el 70% de sus inversiones fracasan) y que en 2011 generaron al menos 2.400 empleos en Francia y 165.000 en EE.UU según el Centre for Venture Research.
Por otro lado hay que convencer a los políticos de que las reducciones fiscales tienen sentido por mucho que la prioridad sea reducir el déficit. Hace meses la Federación Portuguesa de Business Angels, cuya presión rebajó un 20% el impuesto sobre la renta, confirmó en un estudio lo que el sentido común intuía: que el impuesto de sociedades pagado por las nuevas empresas más la renta que pagan los nuevos trabajadores -con sueldos además superiores a la media- compensan con creces, desde el primer mes, y sin aumento de costes, lo que el Estado deja de ingresar.
Evidentemente hay riesgo de que inversores nada 'angelicales' abusen del sistema, y por eso estos programas de exenciones deben monitorizarse periódicamente para certificar que el dinero vaya de verdad a empresas innovadoras en crecimiento. También es cierto que todavía no tenemos suficiente evidencia científica para correlacionar sin dudas estos descuentos fiscales y la creación de empleo. Lo que sí es incontestable es que tanto países fuertes (Francia, Gran Bretaña) como países intervenidos (Portugal, Irlanda) han adoptado estas medidas, y las inversiones privadas no paran de crecer. Yo haría el experimento en España; al fin y al cabo con Bankia todos ya jugamos al capital riesgo con dinero público.
Miguel Ángel López Trujillo
BA International Partners