El Gobierno vasco aprobó ayer el final definitivo de la Tarjeta ONA, tarjeta sanitaria con firma electrónica que aspiraba a convertirse en el DNI vasco. El anterior Ejecutivo vasco gastó cerca de once de 11 millones en su creación y distribución, que sólo llegó a desplegarse entre el 11% de la población vasca.
El consejo de Gobierno ratificó ayer la finalización de su acuerdo con la sociedad pública Izenpe, suscrito en noviembre de 2007, para el despliegue de la Tarjeta Ona, que aspiraba a ser mucho más que una tarjeta sanitaria para convertirse en el instrumento para canalizar las relaciones electrónicas de los ciudadanos con la administración vasca. El sistema era similar al del DNI electrónico, que requiere de un lector especial, para validar los datos.
La medida aprobada ayer es el último paso de los iniciados por el Ejecutivo de Patxi López en mayo de 2010 tendente a desactivar esta iniciativa que consideraban que venía a duplicar lo que ya se podía hacer con el DNI electrónico y que por tanto consideraba un gasto innecesario.
En noviembre de 2010 el Parlamento vasco a instancia de UPyD y con el respaldo de PSE y PP aprobó una resolución en la que se pedía que dicha tarjeta dejase de expedirse. El acuerdo de ayer, supone el carpetazo formal final para dicha tarjeta.
Asimismo, en diciembre de 2010 el Departamento de Sabidad del Gobierno vasco se adhirió al Sistema Nacional de tarjetas sanitarias, lo que le permite la interconexión con los servicios sanitarios de otras comunidades autónomas y ahorrar 2,3 millones al año en gastos de gestión y en depuración de ciudadanos que ya no vivían en el País Vasco y que seguían inscritos en Osakidetza, así como intercambio de información para recetas electrónicas, historias clínicas y otros servicios.