Opinión

Del "empleo para toda la vida" a la "formación permanente a lo largo de toda la vida"

Imagen: Archivo

La mayor parte de los cursos de formación para emprendedoras que actualmente se imparten en nuestro país tienen como principal objetivo dotar a las participantes de las capacidades suficientes como para embarcarse y navegar, sin riesgo inminente de naufragio, por el proceloso mar del mercado laboral.

Este proceso de aprendizaje implica una catarsis en la asunción de ciertos conceptos estructurales, por ejemplo: mientras decae la idea del "empleo para toda la vida" se impone la noción de la "formación permanente a lo largo de toda la vida".

En la actualidad, las estrategias educativas que buscan generar y consolidar nuevas emprendedoras imponen una exigencia muy elevada en cuanto a determinados parámetros que se deben cuantificar y tener meridianamente claros antes del inicio de cualquier aventura empresarial, como son los planes estructurados de negocios, la viabilidad financiera, el marketing o la gestión del liderazgo.

La finalidad de una preparación completa y minuciosa como la que se propone es la de poder transformar una idea emergente en un negocio rentable y pujante.

El nivel de exigencia y absorción sorprende en ocasiones a estas futuras emprendedoras y, cuando se cierra el telón de la etapa formativa, algunas de ellas, sobre todo las que son madres, contemplan con cierta angustia la manera de compatibilizar su proyecto con la vida familiar.

Ante ellas aparece un nuevo escenario que no todas preveían o intuían: la captación de clientes, su fidelización, jornadas de más de ocho horas de duración, hiperconectividad, etcétera. A ello hay que sumarle la complicación añadida de separar la vida profesional de la familiar, sobre todo en hogares monoparentales a cargo de una mujer.

Radiografía de la mujer emprendedora

Casi la mitad de las emprendedoras que acuden a las sesiones de coaching se encuentra en el rango de edad comprendido entre los cuarenta y cuarenta y cinco años. El principal motivo para la consulta lo constituye la acumulación de cargas personales y los elevados niveles de responsabilidad familiar que se tienen a esas edades.

Obsesionarse con la búsqueda y conservación de clientes, con conseguir salir adelante; la exposición a la que se encuentran sometidas, la cantidad de horas de trabajo, la gestión cotidiana de conflictos, los picos y los valles en la gráfica zigzagueante del volumen de trabajo, el cobro de las facturas y la eterna sensación de que nada de lo que se hace resulta suficiente... todos estos factores influyen en la salud emocional de cualquier emprendedora y, aunque no conforman una patología así clasificada, lo cierto es que nueve de cada diez autónomas se ven afectadas.

Concurre además la circunstancia de la sobresaturación de formación y de información a la que en muchas ocasiones se somete a la futura empresaria, añadiendo además programas de liderazgo motivacional que incrementan su nivel de autoexigencia al imponerles un 100% de motivación en todo instante, sin tener en cuenta algo tan esencial como saber identificar y gestionar los distintos tipos de emociones que pasan por la fibra de una persona.

El éxito empresarial de estas autónomas-emprendedoras requiere algo más que una buena formación y una buena gestión profesional. Se convierte en imprescindible el estar en posesión de una adecuada salud emocional que permita conectar sanamente las emociones personales con la elevada exigencia de la nueva situación profesional, evitando el sentirse desbordadas por esta última.

España es el país de Europa donde más ha crecido el emprendimiento por la obvia razón de la existencia de una desorbitada tasa de desempleo. Gran parte de este crecimiento está relacionada con el perfil de "emprendedora forzosa" caracterizado por una mujer que ha decidido crear su propio modo de vida ante la imposibilidad de encontrar trabajo asalariado.

Gestión emocional en las sesiones de grupo

Las emprendedoras se enfrentan a duros y graves retos: la incertidumbre del día a día, la soledad que implica trabajar sin un equipo que apoye y acompañe, los sentimientos de inestabilidad, los cambios de humor, el sueño disruptivo, el aumento del sentido del deber, la dificultad para desconectar y disfrutar...

El equilibrio no significa estar bien siempre, sino que consiste en aprender a gestionar emocionalmente aquellas etapas de cambio vital que la vida nos pone.

Algunos consejos prácticos

* Separar lo urgente de lo prioritario

* Aprender a gestionar la incertidumbre a través de alguna herramienta de gestión emocional ( sesiones grupales o individuales con un coach)

* Buscar una hora del día para dedicársela a uno mismo

* Estar atento a las necesidades personales

* No saltarse las comidas, ni los momentos de actividad física ni o los momentos importantes con la familia, los hijos, amigos o pareja.

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