Opinión

Zorba el Griego

Para saber lo que está pasando de verdad con Grecia es imprescindible ver Zorba el griego (1964), dirigida por Mihalis Kakogiannis. Se trata de la historia de un vividor cretense interpretado por el genial Anthony Quinn, que disfruta el momento con insaciable voracidad, sabedor de que sólo el destino marca el mañana de cada ser humano. Una visión del mundo que a la Unión Europea le cuesta comprender.

Cada vez que sale en televisión Alexis Tsipras veo a Zorba bailando el sirtaki (creado para la ocasión por Mikis Theodorakis) con Angela Merkel, como si se tratase de Irene Papas. La UE nunca entenderá a la Grecia actual, que por otra parte nada tiene que ver con la Grecia clásica. Un país que destila las esencias hedonistas y a la vez trágicas de la civilización mediterránea. Por tanto, hablarles de "sangre, sudor y lágrimas" resulta inútil. Lo que entienden es el discurso de Syriza cuando asegura que de esta crisis se sale tirando cohetes.

El problema, en consecuencia, no está tanto en que su deuda exterior se eleve a 315.000 millones -que nunca va a pagar-, sino en que siguen necesitando más. No lo quieren para hacer inversiones, construir infraestructuras, fomentar la investigación o crear tejido productivo. No, no, no. Lo prioritario para ellos es incrementar los sueldos y las pensiones. Que el salario mínimo de los griegos sea superior al de los españoles, a pesar de haberles dado 34.000 millones, es una peculiar manera de entender la solidaridad.

No engañan a nadie. Tsipras ha dicho que quiere terminar con la austeridad y si no le dan lo que pide amenaza con la llegada de los nazis de Amanecer Dorado o los rusos de Putin. Al final, el drama griego se convertirá en un vodevil y Europa terminará dándoles lo que piden. Eso sí, le impondrán unas "humillantes condiciones" que no cumplirán. Y será así porque lo quiere Francia, que fue quien los metió en el euro, aún a sabiendas de que no estaban preparados para ello.

Lo tremendo es que para una buena parte de la población española Grecia sea el modelo a seguir y no Alemania. Así se refleja en los últimos sondeos de opinión, donde la recuperación económica no parece cotizar electo- ralmente, y siguen impregnados de populismo.

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